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Calabuch

Comedia. Drama En plena Guerra Fría, el profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error, huye y se lleva consigo todos sus secretos. Encuentra refugio en Calabuch, un pueblo mediterráneo que a él le parece maravilloso porque la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
3 de enero de 2007
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial, aunque poco conocida, comedia costumbrista de Berlanga, que al igual que su laureda "Bienvenido Mister Marshall" entrelaza la tradicional España, anclada en la dictadura de Franco, con el constante progreso de los EEUU.
Un pequeño pueblo: Calabuch (aunque realmente sea Peñíscola) aloja clandestínamente a un eminente sabio nuclear estadounidense, desaparecido de su país. Poco a poco el anciano irá congeniando con las gentes de este lugar, hasta que cada uno de los cuidadadanos del pequeño pueblo lo consideren como uno más del lugar.
o0_oscar_0o
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17 de octubre de 2009
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luís G. Berlanga dejaría anonadados a todos los aficionados al cine por su increíble capacidad a crear en sus films un mensaje crítico siempre mostrado con la mayor sutileza. Ante todo, los films del cineasta español son vehículos humanistas, donde trata de hacer un reflejo del comportamiento de las gentes y de sus pensamientos, siempre mostrando el analfabetismo tan presente durante el período franquista. En esta cinta, el director hace honor a su código pero tratando de manifestar los mayores valores de la sociedad.

Calabuch es un remoto pueblo donde se refugia clandestinamente un científico buscado por la ley para que continúe con sus experimentos atómicos a los que él quiere renunciar. En el pueblo, hará amistad con todas sus gentes, todos con personalidades muy marcadas y diferenciadas donde se manifiestan valores tan importantes como el respeto, la convivencia y la felicidad.

Pese a que el anciano viva en una cárcel, él se siente feliz por el trato, y mostrará a todos los ciudadanos del pueblo sus conocimientos para que sean empleados a favor de la diversión en las fiestas del pueblo, que para experimentos atómicos. La premisa ya es de por sí, muy original, donde Berlanga muestra cierto grado del analfabetismo del pueblo a través de sus costumbres y vivencias, siempre de forma sana y nada ofensiva.

En esta obra, el director de “Plácido” trata de poner el manifiesto de la vida pacífica y relajada de los pueblos, donde el protagonista se siente feliz, ayudando a sus gentes en todo lo que puede sin querer recibir nada a cambio. El pueblo, con el tiempo, lo acogen como alguien de los suyos prestándole todo tipo de ayuda donde queda patente que aunque su alto grado de analfabetismo, son personas con corazón y humanidad, razón por la cual el científico querrá permanecer por ahí de por vida.

“Calabuch” es un manifiesto a la vida, a la amistad y a la vida tranquila, reflejada con gran inocencia y belleza, donde Berlanga refleja valores tan valiosos y contemporáneos como el respeto y el querer hacer lo que uno desee. Todo un film de gran contenido humanista y muy recomendable por ello.
directorscut
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7 de diciembre de 2010
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pueblo de Calabuch es el idílico paraíso de la ignorancia aislado del exterior, con sus acantilados que protegen al pueblo de toda ola intempestiva que pueda alterar el estado de las cosas, con ese faro que no alumbra a nadie, pues nadie atraca en Calabuch durante la película, siquiera la amenazante flota al final del largomentraje. Un lugar incomunicado en el que la realidad de la guerra fría, de las bombas de hidrógeno, del compromiso ideológico, de la situación social queda suspendida por la feliz ignorancia. Cabe señalar como es esto último lo que nos concede la felicidad, por el contrario, el conocimiento de la desgracia humana y del conflicto mundial nos introduce en un malestar cercano a la melancolía debido a la impotencia de no poder obrar ante ella.

Es la felicidad el tema central de la película, es lo que va buscando nuestro protagonista, el doctor Hamilton, que huye de sus inventos, sabedor del potencial destructor de estas, y se refugia en Calabuch donde nada de esto tiene cabida, nadie sabe de eso llamado guerra fría, de los contendientes que se enfrentan o de las ideologías que encarnan. Calabuch es un fiel reflejo de cómo las sociedades sin compromiso político, abstraídas en ese aislamiento rural e ignorante, pueden permitir el ejercicio de la injusticia y la existencia de regímenes totalitarios. Calabuch representa a la sociedad española que coexistió con el franquismo y que desconociendo los crímenes de este se mantuvo fiel al régimen en la felicidad de la ignorancia. Muestra la sociedad que Franco siempre hubiera deseado.

La intención de la película no es mostrar esta situación, sin embargo, Berlanga, presionado por la censura se ve obligado a tratar el tema de la felicidad de esta manera. Aquel método mediante el cual teniendo conocimiento de la realidad y de la verdad se realiza una acción solidaria no puede tener lugar pues esa realidad es el franquismo y esa verdad son sus crímenes. Por ello desaparece toda referencia a este mundo o a cualquier mundo para mostrar a unos personajes que se ayudan mediante la acción colectiva en el banal artificio del cohete.

Sin embargo, Berlanga muestra en la película una postura antimilitarista en desacuerdo con el carácter marcial del régimen. Esta denuncia se presentará ya desde el principio en el propio Hamilton que huye de la guerra y de la amenaza nuclear. Sin embargo, con un sutil toque propagandístico, muestra a la autoridad militar del pueblo, que tiene encerrado al Langosta y a Hamilton, como un anfitrión perfecto que deja con gran libertinaje ir y venir a los presos. Nada más lejos de la realidad de los presos de la posguerra.

Sigo en el "spoiler" sin revelar detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manuel Castro
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3 de noviembre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que se denominan "corales" por su multiplicidad de personajes, en la que todos tienen aproximadamente la misma importancia en el resultado final. Estas películas son especialmente complicadas de realizar porque hay que tener gran dominio sobre el manejo de los actores y una atenta capacidad de observación para que no se escape detalle.
Hay directores que dominan esta manera de contar una historia y, sin duda alguna, Berlanga era uno de ellos.

Calabuch es la historia de un científico que decide dejar la ciencia para buscar una vida más tranquila y llega a un pequeño pueblo situado en Peñíscola, dentro de la Comunidad Valenciana, en España, a la orilla del Mediterráneo.
Poco a poco se va integrando e involucrando en la vida local de Calabuch, un pueblo con muchos personajes entrañables y arquetipos muy bien definidos: el cura, el jefe de la Guardia Civil (que tiene una hija enamorada de un contrabandista), la maestra de la única escuela del pueblo, el pintor de brocha gorda, el farero, etcétera.

La película es sumamente nostálgica y conmovedora, no sé si esa era la intención de Berlanga pero desde luego ese es el resultado. Será porque pertenece a otro mundo que ya se está perdiendo, un mundo mucho más romántico, tierno, sensible, filantrópico y sustancial que este en el que nos tocó vivir. Será porque es una idealización de un pueblo de España en el que ni la Guardia Civil, ni la religión, ni el Ayuntamiento asfixian deliberadamente la vida de los ciudadanos de Calabuch, al contrario, los personajes representantes de cada una de estas instituciones terminan por caerte bien ya que Berlanga, en esta película, se acerca más a una visión infantil de la autoridades (como si todos en este pueblo estuviesen jugando "al pueblito") que a la cruda realidad que sí ha reflejado en otros de sus trabajos (las autoridades fueron tema recurrente en la filmografía de Berlanga).
Será porque, a pesar de estar rodada en un pequeño pueblo de España, contiene un fondo muy universal en el que todo mundo se podría identificar. Porque da igual si fuese el Mediterráneo que, por ejemplo, el Pacífico o el Golfo de México; da igual si fuese Peñíscola o la costa michoacana, da igual si fuese una pequeña corrida de toros para celebrar una fiesta local que una pelea de gallos. Da igual. Tan sólo podrías cambiar algunos referentes culturales y lo que quiere transmitirnos esta película quedaría intacto porque su atractivo es más su fondo que su forma. Y su fondo es universal, por eso es tan grande esta película.

¡Viva Berlanga!
Francisco Negrete
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25 de marzo de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarta película dirigida por Berlanga y su tercera en solitario, rodada en Peñíscola en 1956 y estrenada el 1 de Octubre de ese mismo año.

Tras concluir el rodaje de "Novio a la vista", Berlanga intervino en varios proyectos que no llegaron a encontrar financiación, barajó varios títulos como "Los Gancheros" o "Tierra de Nadie" pero en parte por el dinero y en parte por los censores, no llegaron a realizarse. Fué entonces cuando encontró un argumento de Leonardo Martín, que acabaría convirtiendose en Calabuch. Además de Berlanga y Martín, trabajaron en el guión Florentino Soria y Ennio Flaianno. Obtuvo financiación española e italiana.

La historia es pura poesía, una sátira antibelicista, antipolítica y antifranquista que se desarrolla en un pueblo de levante llamado Calabuch, al que llega un famoso científico huyendo de su país debido a que sus descubrimientos científicos se están ulizando para realizar proyectos militares. En ese pequeño pueblo de pescadores, encuentra el profesor Hamilton, un lugar donde descansar hasta su muerte, un lugar donde vivir en paz, donde la amistad, el sentido del humor y la bondad en su sentido más utópico pueden convivir. La llegada del Profesor al pueblo consigue revolucionar a sus habitantes y el viejo ácrata, revolucionará esa pequeña sociedad, militar, política y eclesiásticamente. Es un pueblo modesto, pero lleno de confraternidad y camaradería.

Debido al renombre alcanzado anteriormente por Berlanga, pudo trabajar con un actor excepcional que encarnaría al Profesor Hamilton en el papel protagonista, Edmund Gwenn, que anteriormente trabajara con Gordon Douglas o el mismo Hitchcock. Realizó un papel excepcional y sobre todo consiguió transmitir esa sensibilidad y humanidad tan necesaria para la película.
También son buenos los trabajos de los italianos Valentina Cortese como la maestra y Franco Fabrizi en el papel de "El Langosta", así como del español Juan Calvo.

La música de Angelo Francesco Lavagnino y Guido Guerrini apoya con estusiamo la historia y se hace participe de todas las vicisitudes de los personajes.

La crítica mas feroz, la realizó Truffaut en un periodico francés argumentando que la bomba debería haber caído sobre la cabeza de Berlanga, pero es absolutamente obvio que el señor Truffaut, se equivocó.
Juanjo Iglesias
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