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Un cuento de Navidad

Drama. Comedia La familia Vuillard se prepara para celebrar la Navidad. A Junon (Catherine Deneuve) le acaban de diagnosticar una extraña enfermedad genética, una dolencia congénita que ya les arrebató un hijo. El único donante compatible que puede salvarla es su hijo Henri (Mathieu Amalric), la oveja negra de la familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
5 de abril de 2009
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin se estrena una película del singular Arnaud Desplechin. Directores tan personales no pueden quedar en el limbo, y no todo está perdido si una película como ésta ocupa algunas salas (aunque sean pocas; he tenido que viajar para verla) al lado de las insignificancias de siempre.
Desplechin me parece el mejor heredero de Ingmar Bergman (concretamente del Bergman "familiar"). Desde los tiempos del genio sueco no veo unos diálogos de tamaña profundidad y ferocidad.
Al mismo tiempo es muy distinto de Bergman: nada grave, nada solemne; los personajes se dicen las cosas más terribles como si nada... La regia Catherine Deneuve interpreta a una enferma de leucemia, y tras las pruebas de compatibilidad que se hacen sus hijos para un transplante de médula, el único compatible es el que ella más detesta (un díscolo Mathieu Amalric). Sentados tranquilamente ella le dice como si tal cosa: "me desagrada que me inyecten esa cosa blanca que encima viene de ti".
Además de Deneuve y Amalric encontramos a la otra actriz fetiche de Desplechin: Emmanuelle Devos (como novia de Amalric). Sólo por haber visto primeros planos suyos en una pantalla gigante ya aplaudiría el estreno de esta película: a menudo se habla de la importancia de ver ciertos films en pantalla grande por sus virguerías visuales... yo creo que los rostros y la genialidad de actrices como Emmanuelle Devos también deben verse "a lo grande".
Todo un regalo la escena en que Catherine Deneuve y ella se van de de compras (preciosos por cierto sus nombres de resonancias mitológicas, "Junon" y "Faunia"). Vemos a dos egoístas que llegan a conectar, y me encanta cuando la implacable matriarca le confiesa su simpatía a su posible nuera "porque usted me quita al hijo que no quiero", en contraste con Chiara Mastroianni, la mujer del hijo que sí quiere (Melvil Poupaud). Resulta curioso que Mastroianni, hija de Catherine Deneuve en la vida real, interprete a la nuera que no soporta. Muy bergmaniano también este personaje ("no conozco mi vida porque no ha sido mi vida...").
La hija mayor es Anne Consigny, toda una revelación en ese papel de perpetua tristeza, que entabla una extraña competición fraterna con Mathieu Amalric: el hijo de ella también tiene una médula compatible con la de Catherine Deneuve, y no soporta que su aborrecido hermano se lleve la gloria, pero por otro lado teme someter a su hjo (demasiado joven y psicológicamente frágil) a la dureza del transplante.
"Un cuento de Navidad" deja en pañales a esas películas que pretenden ser contestatarias con el buen rollo navideño. Es original, llena de imprevisibles contrastes (nunca sabes el tono que tendrá la siguiente escena), y torrencialmente densa (para ver otra vez).
Supongo que se podrá hacer larga si no se entra en ella (dura casi tres horas), pero por suerte pude ver "Reyes y reina" y me ha servido de entrenamiento.
Ayuda a engalanar el producto la áurea fotografía de Eric Gautier, experto en proporcionar calidez a ambientes gélidos.
Sahar
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25 de abril de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El montaje de las películas de Desplechin por Laurence Briaud es ciertamente caótico y anárquico en apariencia, pero funciona como un resorte y catapulta las secuencias a un equilibrio disciplinado por el propio Despechin. En esta "aventura" (mental) y familiar el protagonista es el teatro y los recursos teatrales (valga la redundancia). Como ese sobre rodeado de oscuridad, los flashbacks iniciales con esas sombras: «No temo a la muerte—Ahora pertenezco al mundo creado por mi hijo Si nosotras las sombras te hemos ofendido, piensa en esto hasta ahora sólo estabas durmiendo. Todo tendrá su reparación.»

Desplechin sitúa relaciones imposibles familiares tejidas por situaciones más imposibles y diálogos de encaje: lo importante no es su credibilidad sino las repercusiones.
La familia ahora es árbol y es raíz, es necesaria hasta en la salud y la enfermedad. Explosión termonuclear que hay que aguantar hasta las últimas consecuencias: eso es la familia, o te destruye o te hace poderoso. Dejemos a los átomos familiares que nos propone Arnaud Desplechin como cargas eléctricas del mismo signo que se repelen aunque a veces convergen en un equilibrio de amor y odio. Caos, patadas y besos. Odios irreconciliables y la navidad de fondo. Muchas veces los conflicticos y cuentos buscan la reunión familiar y al navidad como divergencia en la debilidad humana. Tal vez el espíritu dickesiano triunfe o nos rememore la belleza de vivir por James Stewart. “Un cuento de navidad” no engaña desde su título y perspectiva. La sangre es la marca de unión en las mejores familias y aquí la enfermedad y el pasado reúnen a los personajes y aviva llamas que parecían enterradas. Todo nos recuerda a que los cuentos bien contados, y pese a que duren dos horas y media, buenos cuentos son.

Leí por ahí de esta película que podría ser el cóctel navideño de “Fanny y Alexander” con “Pesadilla antes de navidad” y una telenovela escrita por Proust. Puede que su belleza radique en sus medidas porque aquí yace lo onírico y al pesadilla. El sueño pasado por la inquietud que conforman un magnifico reflejo y cosecha para el 2008.
Que quede, pues, todo en familia.
Todo en el sueño de una noche de invierno y navidad.
Maldito Bastardo
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26 de octubre de 2009
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una tortura interminable (dos horas y media) de escenas incoherentes y a veces descabelladas, con subtítulos en español que pasan vertiginosamente y son inalcanzables. Para impresionar de algún modo al espectador, por falta de interés y claridad del drama, le agregaron escenas de cirugía. De no creer. El cine francés a menudo nos regala imágenes que aunque buenas no pegan unas con otras, saltando continuamente de una situación a otra, aumentando la impresión de descalabro y de discontinuidad del guión principal, con demasiadas historias secundarias ("subplots"). Catherine Deneuve, bella como siempre y además dulce y tranquila, se pasea por la película como si estuviera de vacaciones, mientras Mathieu Amalric trata de darle dramatismo a la historia (¿historia?) con escenas desaforadas de borracho.
Leonel
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1 de abril de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extaña mezcla de situaciones familiares, amores imposibles y reacciones que muchas veces no parecen humanas, mezcladas por la fatalidad de una cosa tan seria como la fatalidad ante la muerte, se dan cita en esta curiosa película francesa: arriesgada y llena de matices. Yo no soy muy amigo de Catherine Deneuve, siempre me ha parecido un jarrón chino, un rostro inexpresivo, pero el resto de los actores están muy bien, sobre todo un camaleónico Mathieu Amalric. Es muy recomendable y un cine diferente.
enyel
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7 de junio de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras los éxitos de Agnès Jaoui u Oliver Assayas llega a nuestras pantallas una joya más de nuestro país vecino. Un trabajo de actores excepcional y una inmersión en el subgénero, llegado desde EE.UU., de la reunión familiar durante la celebración de Navidad. Mucha dialéctica, encuentros y desencuentros con el pasado familiar y secretos que afloran en el calor postizo de la festividad para solucionar varios conflictos abiertos.

La urgencia de hallar un donante de médula para la matriarca de la familia, una Catherine Deneuve soberbia en los dos sentidos del término: el tratamiento del orgullo por parte de su personaje y el estupendo trabajo interpretativo, no es más que la excusa o el McGuffin para realizar un tratado consumado de la soledad del ser humano aún a pesar de hallarse en el calor de una familia, la constatación de que una persona siempre va a morir sola, la compañía desaparece y la sangre y la genética a veces complican la existencia. Las infecciones se pueden multiplicar, los cromosomas a menudo incordian y es complicado hallar un donante compatible dentro de nuestro círculo: la medula espinal de la familia como institución se tambalea desde hace ya varias décadas y el término fraternalidad es casi una contaminación que necesita de transfusiones regulares para que la existencia de la relación no se extinga.

Desplechin deja vía libre a sus personajes y desde el primer minuto se dirige al espectador para abordarle con naturalidad la inflexión de la familia Vuillard: no hay sentimentalismos, ni secreto que se eterniza, hay dolor bien llevado y como espectadores se nos trata con inteligencia. Dialéctica brillante, citas culturales de altura que casan a la perfección en la trama y la enriquecen; cada uno de los personajes es una capa que ayuda a envolver de sentido toda la historia: se destapan y se tapan según el tour de force dialéctico les haga más fuertes o más vulnerables.

Mención aparte se merece un Mathieu Almalric en el papel de hijo díscolo. Un aliciente más dentro de una película tan conmovedora como valiente y con pocos pelos en la lengua. Pocas veces hemos visto tratar en una historia, con conflicto familiar, unas disputas verbales y físicas con tanta naturalidad y tratadas con tan poco énfasis respecto al resto de nudos de la trama. Lo que en cualquier historia sería el momento cumbre del relato aquí no se le da más importancia de la que tiene.

Como si Claude Chabrol hiciera un remake de La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997) y pusiera el ojo en todas aquellas verdaderas que se extraen de diálogos en el jardin de la casa familiar o dentro de unos decorados que, como muestra Olivier Assayas en Las horas del verano (2008), están repletos de objetos, retratos y paredes que hablan por sí solos de la memoria allegada, Un cuento de navidad es consciente del derrumbamiento de la familia como institución base de la sociedad, pero también nos habla del poder de la genética y de sus infecciones.
Migue Muñoz
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