La perrera

Hay películas en las que el espectador simpatiza a las primeras de cambio con sus protagonistas y sigue sus pasos a través de la historia expuesta. Otras veces los personajes resultan aborrecibles pero poseen cierto encanto para suscitar el interés en el público.
El personaje principal del debut de Manuel Nieto, David, no entra dentro de ninguna de las dos opciones anteriores: joven parásito ‘fumeta’ de profesión vago y pajero que va de rebelde con el mundo y la vida y que es forzado por su padre a construirse su ‘minipiso’, en forma de chabola improvisada, en un balneario cerca del mar.

Pese a plantear un problema generacional similar al que existe en España, los problemas que tienen los jóvenes para acceder a una vivienda, resulta contraproducente que un vago que no da palo al agua, hijo de papa, al menos puede construírsela.
Ni sus peripecias en un paisaje inhóspito, las extravagantes compañías, el humo de porro, las sobredosis de alcohol ni los efectos secundarios de los hongos alucinógenos hacen mella en el espectador. Como en sí esta historia construida supuestamente sobre la improvisación en forma de intrascendentes y escasamente originales subhistorias.

Al final no queda nada claro si existe una evolución del personaje en forma de maduración o si queda confirmado su nihilismo. A mí desde luego me la trae bastante floja y me sorprende que este señor no haya aprendido nada de “Whisky” pese a contar con ese ritmo pausado y contención.

Es frecuente escuchar y leer la escasa confianza que se tiene en el cine hispano, relegándolo a etiquetas de nula calidad o poco compromiso por filmar historias audaces, interesantes, estéticas a cualquier nivel. La mala concepción que se tiene de productos hispanos se debe a recurrentes temáticas de abundante cotidianeidad que produce el infinito tedio, incompensable y encajonado como cine alternativo e inaccesible para las masas.

Lo anterior es una alusión directa a ésta película, que cierra de forma completa su exhibición en circuito comercial y prevenir salas vacías ante un aburrimiento asegurado que no solo afecta a su creador sino a el cine hispanoamericano en general. Semana tras semana, la búsqueda de opciones en cartelera, mismas que se ven ensombrecidas ante el gigante de la industria, que si bien no escapa de absurdos, por lo menos existe un deleite en imagen o efectos especiales.

Leyendo comentarios previos, he de apoyar que el cine uruguayo se encuentra en depresión, falta convicción. Inútil para la distracción.

No logro comprender como una película sin guión como esta pueda llegar a ser conocida internacionalmente. Sinceramente cuando vi el trailer me había quedado con ganas de verla, y por fin ayer después de tanto tiempo con unos amigos hicimos el sacrificio de ver por primera vez una película uruguaya, el resultado no fue el mejor, fue el peor, el cine uruguayo sigue sin ideas....

No recomendable.

Destacable: por momentos se refleja la realidad aburrida típica de los uruguayos.
Lo peor: todo los demás, el guionista y el director que se dediquen a otra cosa.

He de decir que no estoy de acuerdo con algunas de las críticas de prensa o de algunos de mis compañeros expuestas aquí. Para empezar, la cinta sin duda sigue un estilo de cine verité y realista, y créanme este servidor se ha tragado verdaderos tostones dentro de esta temática. La perrera para nada lo es.
El film es sobrio, realista, con un personaje que quizás no es admiración lo que despierta, pero sin duda a su alrededor algo se cuece, y sus silencios, su hastío, su impotencia, su ansia de reemprender los estudios y dejar la villa están ahí. Este film me ha removido sentimientos tan reales y humanos que las últimas supermillonarias películas norteamericanas ensalzadas por crítica y público no han sido capaces.
Está claro que en toda la cinta no se ve una evolución clara del personaje, pero esto no es necesario ni tampoco que se muestre un final cerrado y masticado (los finales abiertos al fin y al cabo también lo son) para que no se esté contando una historia que pueda conmover o no.
Me gustan los momentos amateurs sin un discurso o diálogo plastificado, me gustan los momentos de hastío o de nihilismo en los que el personaje vaga por los espacios y se deja caer medio adormecido.. Incluso los momentos álgidos del filme son tratados con discreción y sobriedad, dándole a la cinta, a mi parecer, ese realismo que es el que me ha tenido sentado en el sillón la hora y media larga que dura la película.
No es un obra maestra, pero es un buen cine realizado con detalle y pausa.

Por cierto, no pude evitar pausar la proyección para leer la placa que colgaba de la pared de casa su padre:
"Habla lentamente pero piensa con rapidez
Cuando pierdas, no pierdas la lección,
el silencio es, a veces, la mejor respuesta.
No creas todo lo que escuchas
No gastes todo lo que tienes
No duermas todo lo que quieras"
Placa que contempla el hijo y escena que dura pocos segundos, pero para mí es una muestra que el personaje ansía algo mejor.
Un cine maduro que quizás no todos están preparados para valorar.. Cine convertido en retazos temporales de la vida de un país.

Otra película uruguaya en la cual se quiere mostrar la realidad que vive un joven común, de un pueblo del interior, y para el cual, no existe contención social de ningún tipo. La droga, la vagancia, el alcohol y los malos ambientes, son los que copan la vida de este joven.
La soledad y la falta de rumbo a los que es sometido este sector de la sociedad, son los mensajes que esta película deja entrever.
Pasable, divertida por momentos.