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Sueño de invierno (Winter Sleep)

Drama Aydin, un actor jubilado, dirige un hotelito en Anatolia central con la ayuda de su joven esposa, de la que está muy distanciado, y de su hermana, una mujer triste porque se acaba de divorciar. En invierno, a medida que la nieve va cubriendo la estepa, el hotel se convierte en su refugio y en el escenario de su aflicción. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2014
76 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida ordinaria de un matrimonio se nos presenta sorbo a sorbo, con calma y mesura, revelando poco a poco las claves implícitas que configuran los íntimos secretos de su apacible devenir ante un paisaje fascinante por su yermo exotismo y su inhóspita cotidianeidad. Si “Boyhood” abarcaba doce años para mostrar el telúrico fluir de una vida, aquí se condensa en apenas unas semanas que abarcan todo el pasado implícito que no solemos narrar pero cuyos protagonistas saben y callan o tergiversan según su locuacidad o talento para la manipulación tácita, callando lo innombrable o apelando a grandes conceptos vacuos, muy del gusto de los que utilizan el lenguaje para ocultar o falsear la realidad o para reordenarla a su caprichoso antojo.

Es una cinta sobre el sentimiento de culpa y lo que hacemos o intentamos hacer para negarlo, ignorarlo, superarlo, sublimarlo… y así poder seguir viviendo con el menor remordimiento posible. Utilizando la compasión o la generosidad para hacer llevadera la honda falta de dignidad que sentimos, para difuminar o borrar la inadecuación lacerante en que vivimos, para darnos fuerza para afrontar cada nuevo día y que no nos aniquile nuestra malherida autoestima y haga llevadera la desazón que ahoga nuestra existencia. El afán por dar sentido a nuestra maltrecha vida cuando está hecha añicos – lo queramos reconocer o no, lo podamos formular o no. Por ello es también una reflexión sobre cómo nos relacionamos con los demás y con el mundo, sobre los vínculos que nos hacen dependientes, sobre el sentido último de cada vida.

Cuando utilizamos a personas interpuestas para relacionarnos con los demás o nos servimos de las palabras para tapar o silenciar la verdad tenemos un grave problema. Representar y recrear nuestra experiencia según nos convenga es señal de derrota y fracaso. Confundiendo a los demás no hacemos sino confundirnos a nosotros mismos, sin con ello avanzar, estancados en la mentira o la ambigüedad laberíntica. No recuperamos la decencia básica hasta que no nos responsabilizamos de nuestros sentimientos y deseos y actuamos en consecuencia. Siendo claros, siendo directos, siendo honestos.

Quizás sean demasiadas tres horas y cuarto para reflejar este delicado mosaico sobre los rescoldos del amor. Pero estamos ante un poderoso y acerado estudio psicológico de caracteres, con una media hora final portentosa, con dos escenas sobrecogedoras que elevan la película hasta cuotas memorables. No es para paladares gazmoños ni impacientes, pero es una experiencia casi irrenunciable.
antonalva
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11 de octubre de 2014
50 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante la última película de Nuri Nige Ceylan. Si ya nos había entusiasmado en trabajos anteriores - "Lejano", "Érase una vez en Anatolia"...- en ésta última se sale y nos brinda una obra maestra deslumbrante.
A priori, la duración de 3 horas y 15 minutos puede echar para atrás a más de uno, pero, la verdad, cuando terminó me dio mucha pena; estirar las piernas un poco y hubiera seguido encantado otras tres horas en el hotelito de la Capadocia, huesped oculto bajo la sombras de la sala de cine, observando las vicisitudes y comportamientos de unos seres humanos, demasiado humanos, con sus contradiciones y sus miserias, con sus cuitas y sus anhelos. Además, ¿se quejaría el aficionado a la literatura si le ofrecen la edición completa de "En busca del tiempo perdido" de Proust al precio de "El alquimista" de Coelho? Pues eso mismo, ¡calidad y cantidad! Cierto que, como también ocurria en su anterior "Érase una vez..." -la elaborada obra requiere una maceración a fuego lento-, la primera hora y media se demora en la presentación de los personajes y sus relaciones, pero no sobra ninguna secuencia y el tempo es el adecuado para abrir el crescendo sostenido de una formidable segunda parte, en la que se perciben claros ecos del gran Ingmar Bergman.
No voy a destripar la historia, simplemente decir que trata de la condición humana: de la soberbia y de la humillación, de la miseria y de la compasión, de la soledad, del desamor y del paso del tiempo.
Formalmente es muy hermosa, los paisajes ancestrales del interior de la Turquía asiática -la recóndita Capadocia con sus lares paleolíticos- son espectaculares-, la dirección de actores espléndida y la emotiva sonata de Schubert cataliza las emociones en los momentos álgidos.
Imprescindible obra mayor de un creador en estado de gracia.
floren
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12 de octubre de 2014
49 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver: qué valoración hacer cuando te ha gustado todo... menos la película.

Ni siquiera la perfección del sonido, la elegante fotografía, unas interpretaciones magistrales –que no sabes si lo son por lo buenos que son los diálogos o si los diálogos son buenos por las interpretaciones– o la impresionante localización de la historia llegan a justificar 3 horas y cuarto en las que se expresa el patetismo del paso del tiempo y la muerte en vida.

La vas disfrutando a sorbos, pero cuando la espalda te pide a gritos poner el pie en el asiento de delante, entonces desconfías del artificio que es el cine, desconfías de la puta palma de oro de Cannes y te mueres por irte a cenar de una puñetera vez.

Le he puesto un 6. Menos sería injusto; más sería una traición.
Pópulos
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4 de octubre de 2014
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habiendo visto dos películas anteriores de Nuri Bilge Ceylan, e, incluso, habiendo disfrutado de ellas, era incapaz de evitar la sensación de pánico ante las tres horas largas que dura Winter Sleep, su última película, y con la que, por fin, ha conseguido esa Palma de Oro a la que tantas veces había aspirado.
Y digo pánico, porque aunque tanto Uzak (Lejano) como Tres Monos eran películas más que atractivas, también hay que reconocer que la densidad del universo del director turco resulta a veces tan reconfortante como la cama de un fakir. Eso, y que 200 minutos de película son muchos minutos aunque uno sea el mismísimo Martin Scorsese.
Dicho esto, es justo reconocer que la experiencia, aunque te deja exhausto, es bastante gratificante y proporciona algunos momentos de cine absolutamente vibrante que nunca hubiera imaginado encontrarme en una película dirigida por Nuri Bilge Ceylan.
Winter Sleep transcurre en un entorno tan inmenso como, a la vez, claustrofóbico, como puede resultar la Capadocia turca ante la llegada del frío invierno. Como un personaje más, el escenario elegido por el director para situar la acción de la película es el marco perfecto en el que desarrollar el estado de ánimo que acompaña a los personajes de esta historia encabezados por un viejo actor retirado que dirige un modesto hotel, su joven mujer, y su hermana. La relación que mantienen estos tres personajes entre sí, y la que, a su vez, mantienen con el entorno natural y humano que les rodea es el eje sobre el que gira esta densa pero atractiva película.
Es, tal vez, en la interacción entre los habitantes de ese pequeño hotel con la gente del entorno donde el peso de la narración se hace más patente. Esa sensación de que el alarde intelectual que plantea el director siempre te lleva varios pasos de ventaja como espectador, puede acabar siendo un tanto agotadora, por más que el envoltorio visual que lo rodea sea de una belleza sencillamente apabullante.
Pero llega un momento en que, en la intimidad de ese pequeño hotel, el protagonista, Aydin, un hombre en permanente estado de escepticismo y distancia ante el ser humano, habla, primero con su cínica hermana y mas tarde con su insatisfecha mujer. Son estas dos conversaciones entre personas que están viviendo sus vidas con absoluta amargura, donde Nuri Bilge Ceylan consigue extraer oro puro de su guion y de sus actores para componer dos extensas set pieces en las que la pantalla se llena de reproches en dos duelos dialécticos de auténtica altura. Especialmente vibrante resulta la conversación que el protagonista mantiene con su hermana, en un diálogo que justifica por sí solo la Palma de Oro que la película ganó en Cannes, y en el que Bilge Ceylan pone en evidencia, con absoluto virtuosismo, buena parte de los conflictos que normalmente aportan tensión a las relaciones humanas.
Ahora que ya, por fin, Nuri Bilge Ceylan ha conseguido la Palma de Oro con una película, extraordinaria en muchos aspectos, pero un poco prefabricada para triunfar en Cannes, solo queda esperar que en su siguiente película se centre en esa ligereza narrativa, llena de inteligencia, que hace que Winter Sleep, en sus mejores momentos, sea un placer absoluto.
ernesto
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26 de septiembre de 2014
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de Nuri Bilge Ceylan no es fácil pero nadie ha dicho que el ejercicio de filmar, de hacer cine, deba serlo. No obstante hay que saber acotar porque la obra del cineasta turco ha ido mutando con el tiempo, no sólo en lo formal -que evidentemente ha ido limándose para bien- sino también en su propio concepto y acercamiento a las realidades de su país, o sus obsesiones, por decirlo más rápidamente. Ceylan solía hacer un cine de historias mínimas enclaustrado en el drama intimista, muy cercano -por aridez- al del primer Kiarostami, pero en sus tres últimas obras la cosa abrió nuevas miras. Con "Tres monos" cambió un poco el registro siguiendo interesada en sus personajes pero ampliando la variedad de géneros para abogar por un ejercicio -en mi opinión- más complejo que antaño. Lo mismo hizo con "Érase una vez en Anatolia", que se metía en el terreno del thriller con una naturalidad asombrosa, dedicando su primera hora a la exploración del entorno y a moldear a sus personajes a través de éste. Era un film arriesgado, a la manera de un "Zodiac" a la europea: ahí no importaba tanto el crimen como lo que se podía esconder tras él.

Con "Winter Sleep" Ceylan aplica sus conocimientos recientes (formalmente es extraordinaria, maneja a los actores como nunca antes) al estilo hablado de algunas de sus películas primigenias, funcionando como un compendio de todas sus obsesiones llevadas al límite y depuradas en una duración de más de tres horas que no se sienten sobre los hombros. El paisaje sigue siendo determinante como detonante del aislamiento de varios personajes que se encuentran en un eterno conflicto consigo mismos, centrándose casi siempre en tres figuras centrales: el actor retirado Aydin, su hermana, y la joven esposa del primero, atrapada en un mundo en el que no tiene ningún control sobre la situación. Cuando digo que es una película 'hablada" me refiero a que en la mayoría de los casos el contenido de la película proviene de la forma en que los personajes se relacionan a través de la palabra. No son monólogos, son conversaciones a dos bandas escritas con una inteligencia y sensibilidad pocas veces vista, palabras en forma de puñales lanzados al cuello que confirman a Ceylan y su esposa como unos guionistas de raza.

Algunas de las conversaciones de la películas son tan brillantes y ponen sobre la mesa temas tan profundos que darían para volverse a escuchar una y otra vez para posicionarse en un bando u utro, pero es que encima Ceylan las filma de tal manera que te implica emocionalmente a través de la imagen. La comunión de contenido textual/visual es tan rotunda y efectiva que la película, insisto, no es que se "pase volando" sino que su duración se ajusta a las necesidades del realizador para que sus personajes simplemente respiren y no se limiten a estar ahí, decir sus frases e irse, algo que por supuesto es gran mérito del extraordinario reparto que levanta "Winter Sleep" pero también de la capacidad de Ceylan para moverlos en una dirección u otra para sacar todo el partido que puede de sus materias primas. Ceylan es ya un cineasta mayúsculo que se encuentra en la plenitud de su carrera: puede ir más alto, pero está a un nivel en el que -por momentos- permite pensar en Bergman o Dreyer por la forma en que extrae vida de todos los elementos y construye, no una historia, sino unas vivencias que nos son mostradas en pantalla por un narrador superdotado.
Caith_Sith
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