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Caravana de paz

Western. Aventuras Travis y Sandy, dos jóvenes tratantes de caballos, aceptan la oferta de guiar a un grupo de mormones que se dirigen a California para cultivar las fértiles tierras del valle del río San Juan. En medio de las dificultades del viaje se encuentran con un trío de artistas ambulantes que siguen su mismo camino: se trata de una pareja madura y la joven Denver, de quien Travis se enamora. Pero su encuentro con los Clegg, unos forajidos a los ... [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
6 de marzo de 2007
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos de los mejores momentos de ese genio absoluto del cine llamado John Ford se encuentran en las que ,a menudo injustamente, son consideradas obras menores suyas. En teoría Wagon Master pertenece a ese grupo. Sin embargo, en esta película -como en "No eran imprescindibles", "The rising of the moon" y tantas otras de sus obras menos conocidas- encontramos mucho del Ford más libre y genuino.

Película de argumento leve, casi anecdótico, Ford se siente en su salsa filmándola, y se nota. La pantalla se va llenando de profundidades y matices inesperados; los gestos, el trabajo, la cotidaneidad imprsionante de esa caravana de colonos en lucha contra la naturaleza y los mil peligros que les amenazan se convierte en epopeya de la lucha del ser humano por superarse y encontrarse.

La cámara de Ford huye de lo obvio y se recrea allí donde una mirada mediocre no encontraría nada salvo polvo y cactus. Con la verdad de un documental y el arte de un drama, Ford sabe descubrir en un cubo de agua, una rueda que se rompe, una tormenta o una estampida, amor, dolor, ilusiones y sueños. Pasiones profundamente humanas.

Petróleo artístico construido con sedimentos de gestos y miradas.

La capacidad de Ford para captar un punto de vista y su contrario en la misma historia y saber mostar los dos sin traicionar ninguno y no traicionarse tambièn está presente en Wagon Master. Como en La Diligencia, Fort Apache y otras muchas. Los indios. Demonios, enemigos, seres humanos. Demasiado humanos.

La cámara de Ford siempre baila y canta. Y lo hace como nadie. Con los colonos blancos, con los indios, hasta con los forajidos más detestables. Ford construye a partir de detalles tan pequeños como inesperados poemas de un plano, o una mirada, sobre la solidaridad y la convivencia humana. Y sobre lo teriblemente difícil que resultar alcanzar ambas.

Ford ,al que no se le conoce ninguna gran comedia ni musical, filma como nadie el humor, las canciones y los bailes, construyendo musicales y comedias tan imposibles como fugaces en medio de la historia más dramática.

Ford libre para hacer lo que le da la gana. Gran cine disfrazado de modestia que hay que disfrutar como los vinos muy especiales. Además de con buen paladar, con paciencia y sin prejuicios, ni prisas, ni móviles sonando ni ruidos. Dejándose llevar por cada escena y cada movimiento de cámara.
LibertyVallance
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21 de abril de 2010
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es “Wagon Master” una de esas muestras irrefutables de lo grande que llegó a ser John Ford. Después de haber cambiado la historia del western con su trilogía de la caballería, y situarlo en un lugar preferente en la historia del cine, el cineasta afrontó el rodaje de esta pequeña joya que, aunque no contó con los recursos que manejó en sus anteriores films, si pudo presumir de haber sido creada y concebida sin ningún tipo de ataduras por parte de los grandes estudios. Libertad creativa total para un Ford que trabajó con sus propios actores, con su propia historia y en el lugar donde quiso.

Y así nace esta película. Un film que respira conciliación por todos sus poros y donde el espíritu de los pioneros que se adentraron en el recóndito y desconocido Oeste adquiere tintes épicos. Épica que viene marcada, sin duda, por las pretensiones de un director que hace del viaje de esa caravana algo más de lo que en un principio puede parecer. Sin aparente esfuerzo, y con sus habituales recursos “made in Ford”, el camino que emprenden esos mormones se llena de esperanza, alegría, solidaridad y de humanidad. Vuelven a aparecer los bailes, símbolo absoluto de la colectividad y del esfuerzo común para llegar a la tierra prometida; también el protagonismo mayor del paisaje, de nuevo, como principal obstáculo a los sueños de tantas personas y que Ford negocia tan magistralmente como solo en él es de esperar: Monument Valley erigida en geografía portentosa o esas carretas cruzando ríos de una manera tan fantástica que supera lo cinematográfico.

Luego, el hilo argumental es simple, sencillo y sin muchas trabas. La lucha y la violencia se dejan para justo el principio y el final y son simplemente caminos de tránsito obligado para llegar a lo más profundo de este western. Los mormones, los indios navajos, la familia de forajidos Clegg, el Dr. Locksley Hall y sus cabareteras, Travis y Sandy…todos forman parte de un cuento lleno de realismo y superación donde las canciones de los pioneros sirven de banda sonora a un viaje que, como bien nos enseña el director de los directores, tuvo que ser tan inolvidable como enriquecedor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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17 de noviembre de 2008
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las constantes vitales del cine de Ford a que me refería en La legión invencible se mantienen aquí. Sigue siendo un cine familiar donde la lealtad y los sentimientos se sitúan en un primerísimo plano, con su justa comicidad y sus actores habituales. La ausencia de John Wayne se suple con profesionales de la talla de Ben Johnson, Ward Bond o Joanne Dru, todos ellos ligados a Ford por muchas horas de vuelo o, mejor dicho, de cabalgadas y diligencias.

Incluso hay quien ha comparado este film como un poema en imágenes. Tal vez resulte excesivo. Sin embargo la caravana se mueve más por el impulso de la fe y de las ideas de la comunidad mormona que por la energía de los caballos. Y en esta misma línea, la violencia es la justa y necesaria para que podamos encuadrar la película dentro del género western.

Pero es de esos westerns que se renuevan con los años. Con los años de la película pero sobre todo con los nuestros. La juventud echará de menos la pólvora y las masacres de pieles rojas o batallas como la de Little Big Horn. La madurez agradecemos las historias bien contadas y repletas de ideas con sentido.

John Ford nos vuelve a seducir con unos paisajes hermosísimos y perfectamente filmados. Nos vuelve a intrigar con sus primerísimos planos significativos y nos gana para la causa de una buena historia.

Y la hermana Ledeyard (Jane Darwell, otra habitual) tocando el cuerno, una delicia para los ojos y un tormento para los oídos.

Es John Ford. Un maestro.
FATHER CAPRIO
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14 de octubre de 2006
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wagon Master de John Ford es una película con un desarrollo argumental inicialmente simple que se va desplegando paulatinamente con delicadeza hasta enriquecerse mucho más de lo que parece.

La cualidad innata de Ford consistente en lograr momentos fugaces que condensan toda la intención del filme, en mostrar complejas relaciones humanas con una nitidez encomiable, en mostrarnos el oeste, en crear personajes inolvidables ( como el médico ) está presente en esta deliciosa película.Buen reparto, magnífica fotografía y un sólido guión respaldan estas virtudes.
Sereno filme de aire desenfadado, humilde pero que encierra una grandiosidad arcaica, de una pureza exquisita.
opera 0
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6 de enero de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El violento arranque de “Caravana de paz” contrasta con los personajes y con la trama expuesta en las siguientes secuencias: unos hombres asaltan un banco matando a un empleado. Todavía no han aparecido los títulos de crédito. El contraste viene dado porque los personajes que surgen a continuación, Travis Blue (Ben Johnson) y Sandy Owens (Harry Carey Jr.), son unos pacíficos tratantes de caballos, más inclinados a gastar bromas que a servirse de las armas, y porque ambos van a conducir la caravana de mormones hasta el valle donde piensan establecerse. También contrasta porque el film constituye en el fondo un canto a la vida. Sin embargo, el peso de esas imágenes iniciales se hace notar sobre la caravana como una amenaza presente en el aire, aún cuando nada haga pensar en la posibilidad de un encuentro entre los atracadores y el grupo de los mormones.

“Caravana de paz” es, probablemente, la película de Ford que depende menos del argumento: se trata de un viaje, de una reunión de deseos explícitos (más allá de los diálogos) en las miradas de los personajes, en el grano que transportan gozosa y esperanzadamente en sus carretas. Es sabido que Ford consideraba esta película su western más sencillo y puro, como también es sabido que el film no tuvo mucha difusión en su momento a causa de la falta de “estrellas” en su reparto; pero eso no significa que no estén presentes en él los principales elementos de las constantes del género, desde los forajidos hasta los cowboys, pasando por los indios.

Si es el más sencillo y puro, no se debe, pues, a una ausencia sino a la mirada del cineasta sobre lo que filma. La íntima y respetuosa relación que se establece entre Travis y Denver (Joanne Dru), cómo navajos y mormones saben comprenderse y danzar juntos en armónico conjunto. “Caravana de paz” es, a mi entender, el film más sencillo, que no simple, de los western rodados por John Ford. Quizá fue esta sencillez la que vieron en las universidades británicas de Oxford y Cambridge, cuando invitaron años después al ya anciano cineasta a que diera unas conferencias sobre tan ilustre monumento cinematográfico.
Antonio Morales
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