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El azar

Drama Enfrentándose a un futuro incierto, Witek, un joven polaco estudiante de medicina, decide interrumpir temporalmente sus estudios y coger un tren e ir a Varsovia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2008
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta arranca mostrando, a modo introducción, fogonazos entrecortados de memoria; momentos grabados en la retina del protagonista, Witek, que ya nos avanzan lo aleatorio del tiempo, los recuerdos y, por extensión, la falsa firmeza de lo volitivo. Y lo hace distanciándose en un giro especialmente pesimista que no se involucra en lo narrado, presentando así un juicio crítico que, siendo rotundo en su enunciación, esquiva el “recao” con sutileza.

Witek escoge desde la seguridad del que cree poder decidir. Sin embargo, la existencia no se deja sojuzgar fácilmente y en la Polonia de la época, evidentemente, mucho menos. Las cartas, sean las que sean, están marcadas para un protagonista que no tiene más que una ilusoria autonomía, una voluntad marioneta de un azar que no es azar, es más bien consecuencia.

Se puede decir que la vida es un poco así en cualquier lugar del mundo, aunque otros no estarán conformes y protestarán…, pero independientemente de aspectos metafísicos, creo que lo interesante en esta cinta, vista hoy, es la idea de ese azar presentado como alegoría de un contexto social y político. Esa idea va más allá de chocar o no chocar con un vagabundo, coger o no coger un tren, etc. Kieslowski no reflexiona sobre el azar, al menos no como motivo fundamental, sino que instrumentaliza la casualidad para lanzar la acusación de que con la de países que hay en el mundo a Witek, y a tantos otros, le tocó nacer en una Polonia devastada y socialista. A partir de ahí, claro, tu voluntad deja de ser libre. No es autónoma, porque eso tan raro no existe en un país así.

No hará falta señalar que la cinta fue censurada, no podía el “partido” tolerar una carga de profundidad más demoledora, incluso, que una hipotética identificación del personaje protagonista con cualquier opción ideológica contraria al régimen.

Ya digo, no veo una reflexión definitiva sobre la providencia o la predestinación aquí, sino una originalísima forma de crítica política alejada del estilo plano de un, por ejemplo, Ken Loach. En Polonia, hagas lo que hagas, estás jodido; viene a decir Kieslowski.

Aunque seas comunista.
Bloomsday
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25 de febrero de 2007
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El azar, ese característico elemento dentro de las historias de Kieslowski, constituye en este caso un eje central, pues vemos como situaciones puntuales (el simple hecho de coger o no un tren) pueden alterar totalmente la vida de una persona.

Hay carga crítica contra el sistema político de su pais, pero se va más allá planteando con pesimismo la indefensión del individuo a otros niveles, por medio de la presentación de una sucesión de alternativas que van desde la militancia, la oposición clandestina o la neutralidad, confluyendo en que bajo cualquiera de ellas es difícil escapar al destino.

Se realizó en 1981 cuando aún no contaba con su coguionista Piesiewicz aunque fue prohibida hasta 1987, tiene una construcción compleja y magistral en la que se da más peso al diálogo que en sus otras obras maestras venideras, y está plena de esa personalidad que hace únicos y especiales todos los trabajos de este irrepetible cineasta que llenó de arte el mundo del cine.
Ennis
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8 de marzo de 2011
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kieslowski vuelve una vez más a una de sus obsesiones, el azar, las diferentes posibilidades y caminos que nuestra vida puede tener a causa de un pequeño instante, un día o una milésima de segundo pueden cambiar nuestra vida por completo.

Kieslowski analiza esos aspectos característicos de su cine tales como la moral y la fe en Dios, las casualidades de la vida, la religión, la infidelidad, en general, el alma humana y el destino del hombre, un destino que no depende de nosotros sino de pequeños momentos que pueden marcar nuestro destino.

El azar o Cita a ciegas es un película del gran director polaco que se compromete con su época sabiendo que esta película probablemente será censurada y lo fue, claro está, pues ataca de lleno al comunismo pero no solo hacia el comunismo y sus duras maneras de tratar al hombre sino de todo sistema político que mira por el interés personal y no por el bien social, de como todo son frases bonitas y bellas pero que en realidad solo se mira por un interés personal y egoísta.

Tres historias y un solo destino, por desgracia y por pesimista que pueda ser el final es más real que la historia, todos tenemos un mismo destino pero la búsqueda de la felicidad dependerá de nosotros, ser felices o no dependerá de como sepamos jugar las piezas de nuestro juego, a veces dependerá de nosotros a veces del destino, lo que está claro que todos los caminos llevan a un solo fin.

El cine de Kieslowski es puramente complejo, nada fácil y no tiene una sola lectura, las interpretaciones de la historia son muy diversas y todas acertadas.
Leyendo las dos anteriores críticas a ésta puedo ver que ninguno de los dos se equivocan y que sus apreciaciones son muy acertadas pero diferentes.

En la película de Kieslowski no solamente puedo leer su crítica política o su crítica social y religiosa, sobre todo leo un análisis del alma humana en un amplio abanico de posibilidades, su cine es tan complejo como la vida misma.

Alejada de la poesía de su Decálogo o su gran Trilogía, el gran director polaco busca y busca la manera de comunicar esa filosofía marcada en parte por ese régimen comunista.
Su cine se mueve entre el realismo y poesía, o quizás sabe hacer poesía de ese realismo duro que marca la mirada de sus gentes, una mirada triste, llena de dolor de terror pues ese es el sentimiento vivido durante el comunismo, el terror, un sentimiento que hoy en día se sigue viviendo a pesar de que el sistema desapareció pero no ha desaparecido esa generación que vivió el terror y el miedo.

El cine de Kieslowski va siempre mucho más allá de contar una simple historia, el cine de Kieslowski habla del hombre y de un hombre de una época marcada por un régimen bastante agotador.
manuel
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30 de mayo de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres maneras de vivir la vida. La fácil, dentro del régimen; sin importar lo que suceda con los (las) demás, teniendo las espaldas cubiertas. La chunga, en la clandestinidad; disimula, que te pillan; menos mal que la vieja se enrolla... Y la anodina, sin destacar, sin hacer ruido; haciendo, al fin, el viaje soñado. O no, que... nunca se sabe.
Mr. Nobody plantea una situación similar, pero la infraestructura de Dormael le permite hacer una película más atractiva, al menos, visualmente.
amarmol
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18 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Witek (Boguslaw Linda) emite un grito interminable. Ha perdido la ilusión, deja la carrera de medicina, necesita poner tierra de por medio. Tras el exilio de infancia para estudiar en Dinamarca, la posterior muerte del padre años después. Los acontecimientos marcan de por vida, y la responsabilidad del propio individuo que intenta gestionar lo mejor que pueda los giros del destino. Witek buscará la figura paterna en cada una de sus vivencias paralelas, en Varsovia será el veterano comunista ya de vuelta, en la segunda el sacerdote organizador de la resistencia, en la tercera el Decano de la facultad.
Tres giros distintos en una película trifásica confluyen bajo el sentimiento trágico del director polaco. El determinismo atenaza a los personajes, de fondo la Polonia comunista de principios de los ochenta, y la lucha del sindicato Solidaridad que propició poco después la caída del régimen prosoviético.
En un plano de pesadilla, regueros de sangre en un hospital, unas medias rasgadas, y el recuerdo eterno de la madre que murió en el parto. Más que preocuparse por lo exterior, el director polaco mira hacia adentro, la ruptura ineludible y la seguridad de que no hay vuelta atrás, la posesión momentánea al asir la felicidad y, en un parpadeo, la pérdida.
Tres viajes en busca de respuestas, tres circunstancias, y una mujer ilumina cada una de ellas. La atmósfera y la relación entre personajes tan lograda como siempre en la obra del polaco, con la música en esta ocasión de Wojciech Kilar.
firetomb
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