La Mary

Protagonizada por Susana Giménez y el recordado boxeador Carlos Monzón. El relato aborda la psicología e interacciones de quien da título al epígrafe que, proviniendo de una barriada humilde, es conciente por un comentario desafortunado de que vino al mundo, digamos, "por un descuido" lo que, aditado al hecho de su rígida educación y, quizá una propensión natural la van transportando hacia la psicosis. Tiene una fogosa relación con "El cholo" (Monzón) de origen modesto al igual que ella. Muchos de los encuadres son afortunados, el film destila algo esencialmente artístico pese a que quizá pudiera ser algo más claro la motivación de la tragedia, aunque puede ampararse suficientemente en los moldes fácticos enunciados. Es de un curso bastante agradable en general y las actuaciones son aceptables.

Hay películas -como ésta- que no pueden ser juzgadas o criticadas solo como producto cinematográfico más o menos artístico o comercial. "La Mary" tuvo una enorme repercusión local y regional, porque en ella aparecen dos íconos argentinos -uno consagrado al momento del estreno, y otra a futuro-. El, Carlos Monzón: campeón mundial mediano, el más grande boxeador del país y entre los más destacados de la historia mundial en su peso, quien con cero dotes actorales y ninguna formación en la materia, desempeña un papel tosco, pero digno. Y ella, Susana Giménez: a partir de allí, devenida progresivamente en diva y máxima figura de la T.V., cine y teatro argentinos, quien con los años adquiere fama internacional.
Quizás lo más curioso, paradójico del film sea que mientras tantas obras maestras se han perdido en la memoria del cinéfilo, ésta perdura hasta nuestros días como un referente de erotismo heterosexual cuasi explícito que a la postre convirtió en matrimonio a los protagonistas. Y así también, como recuerdo fílmico de quien terminara muerto tempranamente en un accidente de ruta en su provincia, tras purgar una condena por el femicidio de una esposa posterior a su partenaire en el film.
Poco para destacar de La Mary cinematográficamente. Pero mucho para reconocerle como hito popular de la cultura argentina, por su vigencia en el imaginario colectivo.

Recordada por su componente erótico, "La Mary" resulta ser un producto más que una muestra de escenas sexuales entre dos íconos argentinos como lo son Susana Giménez y Carlos Monzón. Mary es una joven modista a quien se le atribuye un poder de clarividencia desde niña, luego de evitar que su padre y sus amigos fallecieran en un accidente al no poder abordar el bus hacia el trabajo. Debido a su fuerte educación religiosa y al enterarse que nació "de casualidad", creció con la idea de llegar virgen al matrimonio, condenar el aborto y no tener hijos. Un día, se enamora de El Cholo, un boxeador que trabaja en una abastecedora, y tras casarse, empiezan los problemas y las tragedias con su familia.

La película goza de buena ambientación, uso de colores y vestuarios austeros, casas y costumbres acorde a la clase social de los personajes; de esta forma, se observa cómo celebran matrimonios y año nuevo de manera recatada, contrastando con, por ejemplo, el hotel donde los protagonistas pasan su noche de bodas. Aún así, la personalidad de Mary queda un poco corta al ser eclipsada por las secuencias de corte erótico con El Cholo, lo que puede llegar a desviar la atención del espectador; ella es una mujer posesiva, que no desea compartir a su marido con nadie y que vaticina muertes sin que nadie le crea. Podrían haberse dedicado más escenas a su lento deterioro mental.

Susana Giménez cumple bien en su papel, mientras que Carlos Monzón hace lo que puede, ya que su voz tuvo que ser doblada por un actor profesional debido a que no se le entendía nada de lo que hablaba, y constantemente se ponía nervioso en las escenas con la que sería su pareja. Los complementan un buen reparto de secundarios que encarnan a familiares y amigos de los protagónicos, y hay que destacar especialmente la actuación de los tres niños al inicio.

A pesar que se podría haber potenciado la carga psicológica de los protagonistas, queda un producto bastante potable y bien hecho. Recomendable para quienes gusten del realismo mágico.

El eje central de la memorable novela, es la personalidad obsesiva de su protagonista, que fabrica sus profecías a la medida de sus rígidos códigos morales, y a partir de allí, fuerza su cumplimiento.
La película tergiversó e ignoró el sentido que el autor quiso transmitir, y limitó el argumento a la historia de amor, aderezada con un festival de nudismo a cargo de la estrella que la interpreta.
La elección de un ex boxeador sin dotes de actor para el protagónico masculino, es un elemento más que autoriza a concluir que se trata sólo de un producto comercial.