Kirikú y las bestias salvajes

Obviamente sería una auténtica sorpresa que “Kirikú y las bestias salvajes” llegase al nivel que alcanzaron Michel Ocelot y Bénédicte Galup con “Kirikú y la bruja” siete años antes.
Resulta difícil calcular en un supuesto medidor del morro si este anexo es un simple ‘bonus’ para sacar más pasta a los padres cuyos niños conocieron a este simpático e inteligente renacuajo, primo no reconocido y africano de Garbancito de la Mancha y Pulgarcito, capaz de salir victorioso de cualquier contrariedad cotidiana gracias al sentido común.

Personalmente me interesaba saber más sobre la relación matrimonial entre el superdotado y ya crecidito Kirikú y la ex-bruja y profeminista Karabá. No que me contasen una multitud de pequeñas historias que ocurrieron entre la clavada y extirpación con dientes de la famosa espina de “Kirikú y la bruja”.

Pero en estos tiempos en los que cine infantil ha alcanzado un reconocimiento por su potencial en taquilla gracias a las posibilidades y alardes de la animación 3D y no por sus olvidables y clónicas historias y personajes, se agradece que un relato sencillo con dibujos relativamente realistas no busque las habituales ostentaciones visuales sino una narración que hereda los valores de los cuentos de siempre evitando la ñoñería y el ridículo habitual.

Recomendable para los más pequeños. Completamente descartable para los mayores aunque sin perder de vista a sus creadores.

Sí, vuelven esos dibujos que tenían algún tipo de contenido, y valor didáctico, que eran útiles para los niños, y los no tan niños, además en las tradicionales dos dimensiones, sin perder encanto, pero que no por ello tratan temas de menos actualidad, por ejemplo el gobierno del miedo y la desinformación, cosa que se mostraba un poco mejor en la primera parte. Todo esto mostrado de la mano de este peculiar y original niño con ideas de adulto pero corazón inocente.

¿Por qué?

a) Para que pueda hacer turismo subido a la testuz de una jirafa sin dañar las cervicales del animal. O sea, por amor a la fauna.

b) Para poder disfrazarlo de fetiche sin que llame la atención por su tamaño. O sea, por exigencias del guión.

c) Para ahorrar unos eurillos en el vestuario. O sea, por problemas de presupuesto.

d) Para aprovechar el filón del personaje. O sea, por la pasta.

Es común encontrarnos anaqueles y convenciones dedicadas a la animación japonesa y estadounidense al por mayor, donde los conocedores y fanáticos se reúnen para estar al tanto de las novedades y tendencias del género tanto en impresos o vídeo. La presencia de otras naciones en el campo de los dibujos animados se vuelve escasa y desafortunadamente son opacadas derogándolas a nichos cerrados y de poco acceso.

Kirikú y las bestias salvajes es uno de esos pocos ejemplares franceses que en cuanto a técnica se ve sencilla, pero con respecto a guión hacen grandes aportaciones con sus anécdotas que resultan ser bastante entretenidas y sobre todo didácticas para cualquiera. Con ausencia de violencia, sentido de la responsabilidad y solidaridad, Kirikú nos enseña como afrontar la adversidad y construir en equipo las soluciones, con espíritu optimista y relegando las posibles limitantes.

De está forma los países de la comunidad europea tratan brindar otra concepción de la animación, lejos de la violencia con respecto a la japonesa o a la perfección de técnica y mercadotecnia con nulos argumentos de la estadounidense.

Recomendable para familias, profesores y todos aquellos a cargo de la formación infantil de hoy y siempre.

Secuela de la original cinta dirigida por Ocelot en 1998, en esta ocasión se abandona un arco argumental definido (primer error) para narrarnos aventurillas sueltas de Kirikú mientras medía cuatro centímetros, antes de casarse con la bruja Karabá al final de la cinta anterior. Nada más empezar la película da esperanzas de encontrarnos ante un 'add on', un 'bonus' o un añadido interesante a la obra anterior que, si bien era buena, quizá podría pecar de ser algo corta y dejar con ganas de un poquito más.

Desgraciadamente, las subtramas que abarcan este recopilatorio de cuatro fábulas son bastante estúpidas, y la intención de la cinta original brilla por su ausencia: es decir, que donde antes teníamos una cinta tan digerible para adultos como para infantes, ahora se dirige sólo a los más pequeños, provocando bostezos generales en el grupo cuya edad supere los 10 años. Las odiosas canciones de "Kirikú es el mejor, nosequé y nos salvó" salen cada poco y no queda más remedio que darle al fast forward en el DVD, por que hacen sangrar a los oídos, y como el guión es tan ñoño y malo, la cinta carece de todo interés. La animación sigue al nivel de la cinta anterior, eso sí, pero no merece la pena de todas formas.