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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Drama Un día de verano, unos hijos vuelven a la casa familiar para visitar a sus ancianos padres. Los dos llegan con sus respectivas familias para conmemorar la trágica muerte del hijo mayor en un accidente ocurrido hace quince años. Aunque la casa y la comida familiar apenas han variado, el paso de los años permite observar ligeros cambios en cada uno de los miembros de la familia: el amor se mezcla con el rencor y todos guardan algún secreto. (FILMAFFINITY) [+]
2 de mayo de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso hacemos, caminar. La mayoría de las veces por pura inercia. Otras, sin saber muy bien donde vamos. También, porque tal vez no sepamos hacer otra cosa. El caso es que cuando nos paramos, o nos paran, tomamos conciencia de que quienes caminan a nuestro lado (algunos ya ni siquiera están) merecen más atención de la que les prestamos y que posiblemente lo que consideramos importante no lo sea tanto.
Así entiendo yo esta puesta en común de Hirokazu Kore-eda, esta reflexión suya, en voz alta, sobre el transcurrir sin prisas y sin pausas de la vida, tomando como ejemplo una familia del lejano Oriente que podía ser la de cualquiera, con sus defectos y virtudes, con sus grandezas y miserias, con sus amores y odios.

Buen cine de autor que aplaudirían los grandes maestros japoneses: Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu, Akira Kurosawa,....... con un dominio del ritmo, de los tiempos y de algunos planos en posición de tatami, que pueden convertir un salón de veinte metros cuadrados en un escenario dinámico que flota elegante, sin techos y sin paredes.
Ayuda mucho a la fluidez de la obra el sincero guión del propio director, tomando apuntes de su propia familia, de las cosas que hacemos sin querer y de las que pensamos que debiéramos haber hecho, cuando ya al reloj no le quedan granos de arena.

Si no fuera por el triste regusto que nos dejan la implacabilidad insalvable del tiempo, y los incumplimientos, esta película habría que encajarla en el género de preciosa comedia costumbrista. Toda la historia está revestida por un sutil envoltorio poético que, a veces, toma formas de mariposa amarilla; porque todos sabemos (aunque lo habíamos olvidado y no recordamos quien lo dijo) que estos delicados insectos que eran blancos, si aguantan el invierno tornan de color, posiblemente caminando hacia el sepia.
Sinhué
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