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Voto de Vivoleyendo:
5
Aventuras. Acción En esta tercera entrega, el padre del protagonista (Harrison Ford), Henry Jones, también arqueólogo (Sean Connery), es secuestrado cuando buscaba el Santo Grial. Indiana tendrá que ir a rescatarlo y, de paso, intentar hacerse con la preciada reliquia, que también ambicionan los nazis. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2007
24 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
No coincido con la elevada puntuación media que se le da a esta película. Para mí no es mejor que las anteriores, si cabe es aún más mediocre, pues la chispa que pudieran conservar las otras, aquí se ha perdido ya definitivamente.
Si acaso, gana algo con la siempre respetable y refrescante presencia de Sean Connery, y Harrison Ford se comporta, como siempre lo hace. Sigue haciendo del mismo arqueólogo-aventurero simpático y chulillo, con elevada autoestima y pasión por jugarse el pescuezo alegremente, como el que no quiere la cosa, como el que se va a dar un inofensivo paseíto a la luz de la luna.
Por otro lado, me planteo algunas preguntas sin respuesta:
-¿Por qué las chicas "Jones" (exceptuando a la del arca perdida, que tenía más personalidad) suelen ser pijas tontitas hechas en serie? La de esta película parece una barbie oxigenada con mala leche. Y ya el colmo, cuando hasta el más despistado se daría cuenta en seguida de cuál es el Santo Grial entre todos los cálices falsos (no hay que ser un Sherlock para darse cuenta, oigan), va la tía y la caga. No se puede ser más idiota. Y, por supuesto, el listo de Indi demuestra su cerebro eligiendo el cáliz correcto. ¡Qué dificultad! Madre mía, les saldría humo de la cabeza. ¿Es que no podían haber rodado una escena más tonta?
-Ah, y los efectos especiales son más bien tirando a malos. Aquí Spielberg ni siquiera se molestó en hacer como que se preocupaba por dejar hecha una película decente visualmente hablando. En ese aspecto, las dos anteriores la dejan en pañales. Y si no, fíjense en lo del tío del final, cuando se transforma tras beber el agua del cáliz. Pésimo y risible. No convence ni a un bebé.
A finales de los 80 Indiana Jones ya se iba quedando pasadito, y una repetición más de sus consabidas aventuritas resulta cargante. Si las dos primeras, al ser yo más pequeña, conservaban todavía cierto encanto, esta última ya no me dijo nada. Ya se me había caído el velo e Indi había pasado de ser un héroe a ser un chuletilla con alergia a ser un ratón de biblioteca. Ah, y con padre incorporado.
Vivoleyendo
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