Cuando se desea ver una historia de amor diferente hay que buscarla en otros rincones, quizás en China aparezca una de esas donde ella baja la cabeza porque es muy tímida y él no tiene coraje para lanzarse a cumplir sus impulsos, la elegancia viaja a los 60, amantes de negocios y roces en pasillos estrechos, diferencia lo que se permite de lo que no y lo que se puede de lo que no, algunos en la vida ordenan y otros suplican, unos se quejan y otros callan.

La convivencia en un hostal (no entiendo porqué viven ahí) hace que la película sea directa, de gran potencia visual, muestra lo que ven los espejos y cómo van cambiando las personas al mirarse a ellos, es una historia cuya discreción llega a irritar, acostumbrados a ese cine donde siempre las personas se lanzan a por sus deseos, en este caso se entretiene en los bolsos y las corbatas, en el descubrimiento del abandono y la soledad y en la oportunidad de echarle picante a la comida, una vida a escondidas por tener los anillos en las manos equivocadas.

Encontrar signos de felicidad tras las complicaciones del matrimonio, ese es el reto, y demostrar que no es fácil, que siempre las personas se sienten responsables, de ahí esa cautela, pocas películas encuentran esta intimidad, con una banda sonora idónea pero reiterada y una protagonista con tal cantidad de hermosos trajes que no sé cómo le caben en ese pequeño apartamento donde pasan su tiempo, sin caer en la tentación de la llamada del deseo, seguir viviendo en la represión para demostrarse a sí mismos que son diferentes, que les vasta con el apoyo mútuo para mitigar momentáneamente sus desesperanzas, pero realmente se trata de un relato sobre dos personas incapaces por cercanas que se sientan de pecar, de vivir en secreto, de escapar juntos.