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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
8
Drama Dos hermanos a los que separó una tragedia familiar, cuando eran niños, siguen sufriendo hoy las secuelas y los traumas de una infancia triste y oscura: la vida de Nick gira en torno al alcohol y a la violencia; su hermano pequeño es padre soltero y se esfuerza todo lo posible para proporcionarle a su hijo una vida mejor. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera gran noticia: Thomas Vintenberg ha logrado su mejor película trece largos años después de Celebración (Festen), obra maestra sin opción a réplica. Y lo ha logrado adaptando una novela de igual título, que no sólo conecta con las precupaciones del autor por la familia y cierta teoría determinista (la creencia de que los fallos de los padres siempre tienen un correlato en las frustraciones de los hijos), sino con todo el cine danés que hemos podido ver esta década, al menos el poco que llega a las salas españolas. Hablamos de películas empeñadas en destapar la parte truculenta de un país que se considera el súmum de la excelencia en educación, cultura de lenguas y solvencia económica. Von Trier, Bier, Vintenberg y otros tantos, aparcado ya el Dogma 95 (que algún día volverá, no lo duden), hablan de lo mismo: las telarañas de un tejido social que también se ha creido sus virtudes y ha acabado por dar una burguesía enquistada que vive de espaldas a la marginalidad y a las injusticias que suceden dentro y fuera del norte europeo.

Si algo define Submarino en contraposición a Después de la boda o a la mismísima Celebración es la atracción por un entorno marginal poco explorado en esta cinematografía que tanto nos atrae. Esta es la historia de dos hermanos marcados por un episodio que vivieron en su infancia y que ahora continúa en una ciudad que nieva. Uno ha heredado el alcoholismo de la madre, el otro se encierra en el baño cada dos por tres para que su hijo no vea cómo se inyecta su dosis de heroína. Así de crudo es este submarino que viaja a conciencia a las cloacas del bienestar y al epicentro de un trauma infantil no superado. Pero Vintenberg no siente gozo por el lado feo de su monstruo. Él mismo ha declarado que su película es esperanzadora, y debemos creerle. Estos dos hermanos tienen su corazoncito, y la cinta no deja de ser esa recurrente historia que se repite: el tío que se preocupa por su primo de la misma forma que veinticinco años atrás cuidaba de su hermano menor. Vaya, hay mucha luz en este retrato de drogadicción, culturismo, prisión y frío. Estéticamente triste y oscura, pero nunca de una truculencia gratuita. Una de esas películas que pasó de puntillas por la cartelera y que vale muchísimo la pena recuperar, ni que sea por la vía de la descarga.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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