Una interesante fusión del cine antibélico con el alma de cada soldado y con la naturaleza que los rodea; una cinta grabada con la cámara arrastrándose por la hierba a pie de campo como cualquier otro personaje y una fotografía espectacular, esos pocos segundos que duran los planos de la fauna y la flora e incluso de los nativos son de enorme importancia para el director y se suman a la poesía del resto de la película, sin duda lo mejor y lo mas innovador, aparte de unas cuantas referencias a la naturaleza y al comportamiento del humano con ella, un acierto.

Unas escenas bélicas bien grabadas, sin llegar a montar toda la violencia que se suele en estos casos, pero si que es verdad que, aunque en conjunto sea una cinta casi apolítica, ciertas escenas son de las comunes en las que los amarillos deben estar poco entrenados, están ya asentados en la isla pero no aciertan ni una; lo del búnker y los siete americanos como ejemplo.

También hay un interés en resaltar la diplomacia, la justicia militar, las ansias por escalar en los rangos militares, las decisiones de los superiores o la mentira que les hacen vivir a los soldados.

Si que es cierto que se pasa mucho tiempo en unas narraciones demasiados metafísicas, pero a mí me han llegado en global porque cada soldado tiene sus pensamientos y estos se contradicen claramente, es la condición humana que se pone a prueba en medio del fuego abierto; hablan a sus almas del temor a la muerte, las frustraciones, aspiraciones, de encontrar su propia isla dentro de la guerra y acto seguido sobre sus secuelas mentales, cuya causa han sido esas duras batallas, esas experiencias en las que han tenido que asesinar o ver como mueren sus compañeros en sus brazos, un film poético que puede llegar a cansar, pero que intenta tratar a los soldados como chavales que se ven envueltos en ese conflicto, que según se alistan están en el campo de batalla, en comparación con altos mandos que llevan años sedientos por esta guerra.

"La delgada línea roja" busca el equilibrio entre la naturaleza y el hombre, entre éste y su alma y otros humanos y muestra el desequilibrio de la guerra, trata de explicar el momento en el que el hombre perdió la bondad, el momento en el que el hombre no ve la riqueza de la naturaleza, sino el obstáculo que supone la selva para atacar al enemigo, no es capaz de asimilar el paraíso en el que vivimos, sino que esa isla es "la roca", están encerrados en una tumba; no es capaz de reconocer que necesitamos sus recursos, pero sí que sin agua nos desamayamos.