La historia de la traición por 30 monedas y un beso, del peligro del ser humano más influyente y de su miedo, de su pasión, la de cargar con el peso del pecado de la humanidad para la eternidad, de aquí se pueden extraer conclusiones sobre en qué ha convertido tal figura la iglesia, esa figura tan universal tiene un origen, nunca volveré a mirar un crucifijo sin recordar esta sangrienta película, una nueva manera de verlo en un altar, conociendo su vida y no olvidar la brutalidad del ser humano.

El film se centra en la persona, con la dosis justa de lo divino, y con muy poco del profeta agitador, poco le importa a Gibson el porqué, todo es el cómo, el rey impartió disciplina y algunos discípulos acabaron malidtos, otros se sintieron indignos, pero para eso está la biblia, en "La pasión de Cristo" hay un espíritu de documental que también dibuja la sociedad como chusma, pero simplemente y muy por encima de todo es un testimonio real que va más allá de escuchar la verdad que propagaba, porque se siente, se siente cómo estaba preparado para la tortura, cada gota de sangre es pura tensión que obliga a reflexionar sea cual sea la postura del espectador como creyente.

El odio ante la blasfemia y el temor a la pérdida del poder lo pusieron en la cruz, pudo correr la sangre de mucha gente pero sólo corrió la de uno, nadie fué inocente, la película falla en profundizar sobre la toma de decisiones de unos y otros y hace perder credibilidad, pero deja claro que Jesucristo nuestro Señor fué un humano sacrificado por unos pensamientos que apenas exponen, tiene momentos épicos sobrantes, pero debe generar odio e impotencia en cualquier tipo de espectador.