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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
7
Animación. Aventuras Tintín, un joven periodista dotado de una curiosidad insaciable, y su leal perro Milú descubren que la maqueta de un barco contiene un enigmático y secular secreto que deben investigar. A partir de ese momento, Tintín se verá acosado por Ivan Ivanovitch Sakharine, un diabólico villano que cree que el joven ha robado un valioso tesoro vinculado a un cruel pirata llamado Rackham el Rojo. Pero, con la ayuda de Milú, del cascarrabias ... [+]
12 de noviembre de 2011
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De pequeño disfruté con todos los cómics de Tintín. Ya no recuerdo con nitidez qué elementos pertenecen a qué historietas, pero sé que el film que nos brinda Spielberg es una perfecta mezcolanda del universo Tintín, un fiel retrato del espíritu tintinófilo con un uso exquisito del 3D. Sólo faltó Tornasol para ser la perfecta conjunción de los personajes, los paisajes y la esencia aventurera de los volúmenes que servidor, como tantos otros de tantas otras generaciones, devoraron con gusto.

Acercarnos a Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio desde la nostalgia es algo inevitable. Los propios Spielberg y Jackson han construido su película desde esa melancolía romántica, rescatando el niño que siempre llevaron dentro. La primera escena es una clara declaración de intenciones: Tintín paga por un retrato con las formas del dibujo analógico de los cómics, y acto seguido el protagonista centra su mirada en la maqueta del Unicornio en miniatura, detonante de todo lo que vendrá. Los directores nos están diciendo que el Tintín que conocíamos quedó atrás y que su obra es 'el mismo Tintín', a la vez que 'otro', mejorado por la técnica y elaborado desde la fascinación infantil todavía vigente por las viñetas de Hergé. Por eso Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio, aunque pensada como espectáculo tridimensional, es claramente un ejercicio de nostalgia cinéfila y cinematográfica. La trama transcurre de la forma más pura y minimalista. Su acción es claramente naïf. Su humor es gráfico, visual, directo, elegante y universal. Es un blockbuster a lo grande pero a la vieja usanza que casi podríamos imaginar como cine mudo; o todavía mejor, como fotogramas con bocadillos pintados en los que perviven los rayos, centellas, gritos e hipos del malhumorado Capitán Haddock. La perfecta unión entre lo añejo y lo moderno, lo cinematográfico y lo literario, lo comercial y lo autoral.

En un momento en que cualquier película aparentemente blanca o familiar contiene escenas de violencia o sexo explícito, Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio demuestra que otra experiencia audiovisual es posible, y que seguramente ya se hizo. Pocas obras destilan tanto amor y tanta pedagogía. Nos recuerda que algo se ha hecho mal en el cine de las últimas décadas. Me parece sublime que los encargados de articular este discurso sean los padres de la ficción norteamericana de ahora (Jackson) y siempre (Spielberg). Lástima que ya no sea tan inocente y que no pueda disfrutar a pleno pulmón de esta gran película. El Rey Midas y el señor de la Tierra Media nos recuerdan que crecer es la mayor insensatez, lo más antinatural. Afortunadamente la edad no invalida mi admiración por Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio: llegué tarde para considerarla una obra maestra, pero reconozco que es la única gran 'película de aventuras', en el sentido más estricto y puro, de lo que llevamos de milenio.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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