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España España · Ferrol
Voto de Sahar:
7
Thriller. Drama El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona. (FILMAFFINITY)
8 de noviembre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me fiaba de las buenas críticas porque Daniel Monzón siempre me pareció el niño mimado de la crítica por amiguismo (Monzón fue crítico de cine antes que director; todavía recuerdo sus críticas en "Fotogramas").

Pero esta vez sí: el siempre ambicioso y voluntarioso director (otra cosa eran los resultados) ha logrado parir una buena película. Sin duda superior a la descompensada "El corazón del guerrero", la pachanguera "El robo más grande jamás contado", y la fría "La caja Kovac".

"Celda 211" es un thriller contundente, trepidante y muy entretenido (mérito que se hace mayor durando casi dos horas y transcurriendo casi toda en un mismo escenario, gracias a la multiplicación de focos de atención).
Pero no es un producto comercialoide sin más, sino que ofrece una feroz crítica institucional, tanto carcelaria como gubernamental (el insufrible "si pero no…, no pero sí" que es el pan de cada día de nuestra vomitiva política), y brinda un estimable dibujo psicológico (que era en lo que más patinaba Monzón hasta ahora, siempre más preocupado por la trama y sus barroquismos que por los personajes y sus interioridades).
La película también se hace destacable por la escasez de precedentes en el cine patrio: las pocas incursiones en el género carcelario ("Entre rojas", "El patio de mi cárcel") evitaban el thriller y además suavizaban el panorama penitenciario (aquí ya te das cuenta de que no van a atemperar nada desde la primera escena).

Genial y completísima la interpretación de Luis Tosar, terrorífico y divertido (increíbles las virguerías que hace con la voz). El debutante Alberto Ammann está por debajo, y quizá se muestra demasiado templado dada su tensísima situación, pero les auguro a ambos sendos Goyas (protagonista y revelación). Muy interesante la relación que desarrollan, en la que cada uno se empapa del otro pero sin perder su propia idiosincrasia.

Si no acaba de dar el paso de lo notable a lo genial es debido al último acto, que no despega sino que "sólo" se mantiene.
Sahar
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