La estafa de los Logan

Preparación y ejecución de un atraco, contada con ritmo y humor, sorpresa final incluida. Buenos actores, Daniel Craig estupendo en un personaje muy distinto a James Bond.
Muy entretenida, es una película menor, pero con la de pestiños que estoy viendo, pasar un buen rato en el cine se está convirtiendo en un lujo, así que gracias al Sr. Soderbergh por pensar en el sufrido espectador medio.

Ameno filme que se puede encuadrar en el género de "grandes robos", bien dirigido por Steven Soderbergh, con aparente falta de ambición mayor, pero demostrando buen oficio y amor por sus personajes, que ya tenía callo con sus pelis de "Ocean's Eleven".
Fluida y con buen ritmo, y un humor no de carcajada pero sí de múltiples sonrisas, la peli transcurre con facilidad narrativa gracias a un buen guión a cargo de Rebecca Blunt, con estimables y sencillos diálogos y buen estudio de sus diversos personajes, entre los que destaca el compuesto por sorna por un Daniel Craig que se nota se lo ha pasado muy bien rodando la cinta.
Buena banda sonora donde suenan bonitas canciones, y un final "abierto" que podría causar sorpresas en un futuro... pero esa sería o será, quién sabe, otra película.
Está bien, no es una obra maestra ni puede que perdure mucho tiempo en la memoria, pero mantiene de forma entretenida el interés durante su (un tanto largo) metraje.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es

75/19(26/03/18) Muy entretenido pasatiempo realizado por Steven Soderbergh, que dijo que una de las cosas que lo llevó al guión (que inicialmente se le dio para que pudiera sugerir directores potenciales) fue que era el anti-“Ocean’s Eleven”; “Que era feista y rudo donde esas películas eran sofisticadas y glamorosas”, donde en la de 2001 eran elegantes vistiendo aquí lo hacen a modo clásico rústico-hillbilly, la antigua con guapos líderes (Brad Pitt o George Clooney), aquí lo son dos perdedores hermanos (uno con cojera, despedido de su trabajo de minero, con problemas para ver su hija; el otro un veterano de guerra que perdió su brazo en batalla y que ahora regenta un bar de carretera); en la primera el botín está en un glamuroso casino de las Vegas, aquí es robar la recaudación de una mundana carrera de coches Nascar; En la de 2001 los medios eran altamente tecnológicos y medidos con mimo aquí todo es más tosco y rudimentario; En uno de los momentos más alguien describe el atraco como “Ocean’s 7-11”. El líder del “heist” planea su objetivo mediante una lista de varios puntos en un folio que pega en el frigorífico (10 maneras de robar un banco). La vuelta al cine del realizador es un runforcover (Hitchcock denominaba así a proyectos no ambiciosos, frescos, triviales, y vitalistas), un divertimento que alcanza su sano objetivo de alejarnos un rato de nuestros terrenales problemas para sumergirnos en un relato de personajes con los que es fácil empatizar, aunque Soderbergh no sabe medir los tiempos y en el tramo final se estira demasiado, languideciendo y haciendo perder el vibrante ritmo ganado. El guión está escrito por la acreditación Rebecca Blunt, para algunos seudónimo del propio director, amigo de estos juegos (lo hace con la fotografía que se acredita él mismo bajo el alias Peter Andrews; y en el montaje con el Mary Ann Bernard), incluso se dice es el de su esposa Jules Asner, con lo que las similitudes con “Ocean’s Eleven” son más entendibles, en un argumento que navega por senderos muy comunes al sub-género (planificación del atraco; coordinación del grupo; ejecución del atraco; y giro final supuestamente sorpresivo), pero su aire distendido y alegre, mostrando gran cariño con sus personajes la hacen muy apreciable y recomendable. Incluso se puede ver una especie de revisión al gran film de David Mackenzie “Hell or High Water”, con dos hermanos referentes y sufridores de la América profunda que deciden tomarse la justicia por su mano contra un sistema que los oprime. La América profunda mencionada como epítome de la “White Trash”, y es que también la película hace un canto a ese singular modo de vida con sus concursos de belleza para niños, con sus competiciones de sacar manzanas con la boca de barriles de agua, o los lanzamientos de tapas de inodoros (cual herraduras), siendo como no su himno (el de la película) el “Take Me Home, Country Roads” (1971) de John Denver.

Desde que salió de un breve retiro del cine tras el lanzamiento de su biopic Liberace para HBO “Behind the Candelabra” (2013), Steven Soderbergh ha estado muy ocupado. Entre sus muchos proyectos, filmó, editó y dirigió dos temporadas completas del dramático drama médico de Cinemax “The Knick”, dirigió una obra de teatro fuera de Broadway llamada “The Library “, editó y filmó la secuela de stripper “Magic Mike XXL” , y lanzó una serie de ediciones de admiradores extraños de películas famosas, incluyendo “Heaven’s Gate” y “2001: A Space Odyssey”, más “Psychos”, una combinación espejada de ambos films, el original de Alfred Hitchcock y el remake de Gus Van Sant. Lo que comenzó como una jubilación rápidamente se sintió más como un hiato. Con “Logan Lucky”, Soderbergh ha vuelto al medio y a un género con el que se siente cómodo.

El libreto se toma su tiempo en describir y delinear a los personajes, detallando las motivaciones de cada uno, lo hace con ternura, pero sin caer en el azúcar, un puñado de tipos fracasados, con sus vidas cojas y mancas, que no pierden la esperanza de alcanzar su propio Sueño Americano, esto hace que conectemos con ellos, en sus infortunios y sus ilusiones, sabe el director en su nutrido elenco de personajes darle a cada uno su espacio para definirse y explotar su vis cómica o dramática. Tiene Soderbergh el éxito de edificar un aire festivo de felicidad contagiosa (esto bueno en sí, pero negativo a la hora de emitir intensidad), construyendo un microcosmos con sus propias características sureñas, en un entramado que se desarrolla en increscendo rítmico. Siguiendo el camino ya marcado en tantas otras, donde se reúnen un grupo diferente de figuras con su propio cometido dentro del robo, pero el guión sabe serpentear algunos clichés, pues en este caso apenas sabemos nada de lo que va a suceder, aquí nos vamos enterando mientras acontece, sobre la marcha, con lo que la capacidad de sorpresa es ingeniosa, sin saber hacia dónde va: Por supuesto que es predecible, pero tampoco busca la profundidad o lo original, pero es que solo busca ser un producto escapista, con hábiles y en algún caso geniales dosis de humor (el gag en prisión durante el motín sobre “Juego de Tronos” es maravilloso y delirante; la pelea en el bar que acaba de modo flemático con un coche ardiendo; o el de los hermanos paletos debatiendo sobre los motivos morales sobre el robo; o el del brazo protésico absorbido;…), ello sin caer en lo guiñolesco, fluyendo esta comicidad con naturalidad y realismo.

Puede pecar de algunas situaciones alargarse demasiado, de que a algunos personajes se les da demasiada cancha en detrimento de otros que hubieran requerido más metraje, ejemplo Katherine Waterston y Hillary Swank ejemplo de lo insustancial, y los hermanos Bang de lo escaso; Y está entre las taras ese ya mencionado final extendido en un anticlímax, buscando sorprender, no siendo conscientes de que es pegarse un tiro en el pie, en este segmento, desinflándose peligrosamente.

Da la sensación que, tras pasar unos años y después de abandonar su refugio catódico, Steven Soderbergh ha tenido la determinación de volver a la gran pantalla y no permitirse a sí mísmo errar en el intento. Aquí estoy yo. Nunca me fui.

Así que, para su objetivo, ha decidido dejar a un lado la experimentación y la gaseosa y con una sonrisa de autoconfianza se ha preparado para entregarnos de nuevo uno de sus trucos favoritos.

Resultaría tremendamente sencillo sintetizar el visionado del último juguetito cinematográfico de Soderbergh como el reverso redneck y desprovisto de glamour de la saga Ocean´s y el tiro no iría mal dado. La cosa es tal, que el agua le salpica hasta a un Daniel Craig con aires de malote en una maniobra de casting que cae sobre los dos pies y los brazos en alto.

Se hace inevitable recordar la trilogía sobre la ejecución de un sesudo atraco planificado en un escenario estupendamente singular, donde transita esa fascinante galería de personajes dotados de química y en la que acompañaba en todo momento una banda sonora que te convertía en cómplice de todo lo que ocurría. Pero este hermanito menor tiene su propia personalidad.

La fórmula, como uno podría figurar, está dominada con soltura por el maestro, así que, una vez más, tenemos la oportunidad de asistir a una exhibición de ritmo, precisión, carisma, ideario estético y piruetas de guión marca de la casa que hará las delicias en cualquier sesión palomitera fuera de pretensiones.

En su recorrido, y como si de un viejo y estilizado automóvil de los setenta se tratara, la máquinaria se toma su tiempo para arrancar e ir subiendo de revoluciones para, progresivamente, llegar a la velocidad de crucero con el motor aullando alegremente y el brazo reposado en la ventanilla mientras uno recuerda aquella estupenda canción de Mac Rebennack y compañía.

La Suerte De Los Logan, ejercicio de estilo en toda regla, cumple en todos los apartados de sobra y se permite incluso regalarnos algunos instantes en los que las piezas encajan de tal manera que ocurre ese pequeño milagro del goce cinematográfico.


https://140kmh.wordpress.com

Steven Soderbergh vuelve en un thirller / comedia que bien nos hace recordar a una de sus películas, ya que aunque si la analizamos no tienen demasiado en común la marca Steven Soderbergh está muy presente.

Steven Soderbergh será el director que pase a la historia por tener en su haber una de las películas con más reposiciones, y aunque también tiene alguna que otra decente película, la gran pantalla últimamente se le está resistiendo.

La suerte de los Logan, cuenta con un reparto de lujo que intentan llevar a cabo un robo perfecto. Película con metraje reciclado con un rebozado de risa que lo que provoca es precisamente lo contrario. La cinta, aunque mantiene buen ritmo y levemente es entretenida, no ofrece al espectador nada nuevo. Un sofrito de chistes reusados, una trama sin gancho que se guarda un as en la manga que no entusiasma y un ritmo acompasado que puede inducir a la siesta.

Con estos ingredientes, Steven Soderbergh buscar en el espectador la complicidad de una película carente de ambiciones que por lo menos ofrece una estética y fotografía muy cuidada.

Su reparto tampoco logra salir de lo bochornoso, ninguno de ellos, convence en unos personajes poco perfilados, sin trasfondo que bien pueden estar rellenos de algodón ya que no son capaces de transmitir nada al espectador.

Como conclusión podemos decir que Steven Soderbergh cae en sus divagaciones, y nos presente una película domingera, prescindible, previsible que simplemente sirve para entretener a un bajo nivel al espectador.

Lo mejor: Consigue tener una excelente fotografía.
Lo peor: La trata carece de ingenio
Recomendada: NO

@cineypunto