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Un día volveré (París Blues)

Romance. Comedia. Drama Narra las desventuras románticas de dos norteamericanos que son músicos de jazz y tocan en un club nocturno de París. Ram va a la estación de San Lázaro a esperar al gran trompetista Wild Man Mooer. Allí conoce a dos turistas, Connie y Lillian, y las invita a ir al club donde toca. Por su parte, Wild Man le ha prometido que hará llegar su partitura a un importante empresario. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
25 de enero de 2012
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El valioso director Martin Ritt, una de las víctimas de la famosa caza de brujas, se marchó a Europa unos años y con muy bajo presupuesto, pero con la inestimable ayuda de un gran grupo de amigos que había hecho en Hollywood, realizó un ramillete de buenas películas entre las que se encuentra "París Blues".
Historias de amor entrecruzadas que sirven de hilo conductor para introducirnos en el legendario ambiente de los clubs de jazz parisinos de los cincuenta y los sesenta, donde tocaron muchos de los mitos de este género musical.
Película recomendable para los amantes del buen cine y del buen jazz.
lisufelligus
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12 de marzo de 2010
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
El jazz como leitmotiv

La sonrisa de Armstrong. Sus ojos saltones. Los carrillos llenos de aire dispuestos a soplar pura energía por su legendaria trompeta. Una imagen difícil de olvidar. Sin duda la escena del film.

Las partituras de Duke Ellington, terriblemente melancólicas. "Mood Indigo" como paradigma de ello. Un digno padre del Blues.

En el jazz están las raíces de cualquier género musical moderno, y como ante cualquier madre sólo hay dos cosas que se pueden hacer cuando levanta la mano para pedir la palabra: oírla y venerarla. Aún recuerdo la primera vez que escuché aquel disco de Miles Davis que me demostró que hay tantos tipos de azules como uno quiera ver en el cielo.
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Localizaciones ¡Oh la la!

Para observar todo lo que puede ofrecer Paris lo mejor que puede hacer el visitante es pasear por Montmartre hasta llegar a lo más alto de su colina, donde le espera el Sacre Coeur y una de las vistas más impresionantes de la ciudad de la luz. Ahí es donde uno se da cuenta de su gran poder de atracción. Un lugar para perderse. Un lugar para olvidarse de los problemas creados al otro lado del Atlántico.
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Los protagonistas

Newman y Poitier (¿es posible reunir a una pareja mejor?) interpretan a dos músicos locos autoexiliados. Felices, siempre y cuando nadie les recuerde porque tuvieron que dejar su casa. La nostalgia es algo que puede hundir hasta al más grande de los mortales. Connie y Lillian intentan hacerles comprender que no es posible vivir toda una vida huyendo de unos problemas que nunca se irán, pues no hay kilómetros en el mundo que consigan distanciar al cuerpo de los problemas del alma. La conciencia les atormenta, por diferentes motivos…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Favio Rossini
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28 de noviembre de 2007
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película.
Ha notado el paso del tiempo y algunos aspectos de guión han quedado un poco desfasados, sobre todo en lo que concierne a la trama de Poitier y la sombra de los 60's, aunque éste está tan bien como de costumbre. Al igual que Newman, que vuelve a desempeñar el tipo de papel que tan bien se le daba, el de personaje hastiado, malhumorado y malencarado. No es, ni mucho menos, una de sus mejores interpretaciones pero vaya, cuánta clase. En el apartado musical la película brilla con luz propia, con música de Duke Ellington y un apoteósico cameo de Louis Armstrong en un club de jazz.
En conjunto, bastante entrañable
Peter Gabriel 77
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30 de octubre de 2011
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Banda sonora de un tal Duke Ellington.
- Cameo de otro tal Louis Armstrong.
- Poitier, un descubrimiento.
- Paul Newman en uno de sus registros de altura: el de personaje malencarado, amargado por sus propias circunstancias, talentoso y sin embargo de vuelta de todo, aunque su complejidad interior permita ver que una parte de él querría llevar otra vida distinta de la que se ha labrado. Recuerda un poco al Eddie Felson de El Buscavidas (por cierto, del mismo año), aunque en esa otra película se define mejor la linde entre drama y comedia.
- Los tugurios parisinos de los 60, y más concretamente Montmartre. Humo, aire cargado, droga, artisteo frustrado, entorno lóbrego. Decadencia, sí. Pero no de ese tipo de decadencia autocomplaciente que puede llegar a resultar cargante hasta el asco. NO es un alegato intelectualoide, cuando fácilmente podría haberlo sido.
- JAZZ.

¿Hace falta decir más?
Peliculero2
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3 de mayo de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la vida es posible encontrar hombres (y sobre todo mujeres), capaces de dejar su profesión y cualquier sueño por seguir a una mujer (o al hombre) que les apasiona. Para estas personas, amar y/o sentirse amado(a), lo es todo y sienten que vale la pena dejar cualquier otra cosa para preservar esta condición. Pero también hay hombres (y un buen número de mujeres) a quienes su profesión pareciera ofrecerles todo lo que desean de la vida y no están dispuestos a cambiar su sitio, para ellos privilegiado, por ninguna persona que se cruce en su camino. La amarán si se conforma con el pequeño espacio que ellos(as) pueden hacerle en su comprometida labor diaria, o de lo contrario, le dirán adiós, quizás con extrañeza, pero sin remordimiento.

Frente a estas perspectivas, surgen algunas preguntas: ¿Es mejor seguir al amor o seguir a la profesión?, ¿Quién es más sensato?, ¿Quién ha tomado la mejor decisión para su vida? Las respuestas podrían ser muchas y muy diversas según sea a quien se pregunte, pero en lo que a mí respecta la respuesta es una sola: Habrá elegido mejor el que, con su decisión, se sienta profundamente satisfecho.

De origen estadounidense, Ram Bowen y Eddy Cook, son dos amigos entrañables que viven del jazz como compositores e intérpretes… y ahora se han radicado en la capital de Francia donde pareciera que han encontrado un feliz ambiente y una nueva fuente de inspiración. Trabajan en un club nocturno, y aunque no les falta una que otra chica, su interés está profundamente centrado en la creación de nuevas piezas con las que esperan completar un disco.

Entonces, llegan a París dos nuevas turistas originarias de su tierra, y aunque en sus planes está visitar los más mencionados espacios de la capital francesa, cuando conocen a los chicos, enseguida estos se convierten en lo único que anhelan conocer.

Para la impulsiva Lilliam, es una historia de amor de esas que surgen con una intensidad inimaginable, aunque Ram es de esos chicos que no quiere verse atrapado por ella ni por nadie. Para Connie, es un romance sentido pero racional y su meta es volver a sus raíces a un muchacho que considera desarraigado. Su manera muy particular de asumir estas relaciones, da para una experiencia muy particular y muy humana donde la vida se muestra en su pluralidad y en su glorioso encanto cuando el jazz, marca Duke Ellington, entra en escena para darnos momentos inolvidables, sobre todo cuando con la entrada de Wild Man Moore (el gran Louis Armstrong), éste y los chicos, interpretan “Battle royal”, un tema de impacto al que nadie podrá resistirse.

Con guión de Jack Sher, Irene Kamp y Walter Bernstein, basados en la novela de Harold Flender, el director Martin Ritt, vuelve a lograr un filme de fresco magnetismo con un reparto que se sentiría fuertemente impulsado tras su aparición en esta película. Paul Newman y Joanne Woodward (la que, entonces, fuera su esposa en un matrimonio que duraría hasta la muerte de aquel, 50 años después), resultan estupendos jugando al amor sin sostén (en ambas acepciones) y Sidney Poitier junto a Diahann Carroll, lucen encantadores queriendo ser, cada uno, lo que con gran fuerza les dicta el alma.

Título para Latinoamérica: “PARÍS VIVE DE NOCHE”
Luis Guillermo Cardona
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