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Cafarnaúm

Drama Ante un tribunal, Zain, un niño de 12 años, declara ante el juez. -¿Por qué has demandado a tus propios padres? -Por darme la vida.
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
20 de octubre de 2018
118 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistí a la proyección de Cafarnaúm de la directora libanesa Nadine Labaki, dentro de la sección informativa de la la Mostra de Valencia, Cinema del Mediterrani. Tenía cierta expectación por verla dada su premio del Jurado en Cannes 2018 y por sus películas anteriores, sobre todo Caramel, aunque alguna crítica leída después de los honores recibidos en Francia hizo que me impusiera una cierta cautela. Innecesarios, pues la película la considero impresionante.

Se trata de una producción muy dura pero bellamente filmada. Nos narra la vida de un chaval de Beirut, de unos 12 años, y cómo se desenvuelve en un ambiente de explotación infantil en varios ámbitos: familiar, laboral, social... Con algún momento en apariencia de documental, la trama discurre en la triste realidad de los suburbios de la capital libanesa vista a través de los ojos del joven Zain, aunque lo primero que sabemos de él es que quiere denunciar a sus padres por haberle traído al mundo. Y lo hace desde la cárcel y ante un juez. Ahí es cuando empieza la narración, en flashbacks, de su historia: la miseria económica y moral que le rodea y que a veces nos desespera y nos revuelve las tripas .Espeluznante.

El film es crítico con las tradiciones en un país de grandísimos contrastes: con los niñas como víctimas, con casamientos consentidos entre familias para quitarse una boca que comer; o con el rol que hombres y mujeres "deben" ocupar según se supone que es su lugar en esa sociedad, y que mediante las desgarradoras declaraciones de los padres pasas de la repulsión a la lástima infinita; o las situaciones que potencian la desesperación, la pobreza o la bajeza de algunas personas, siendo presa fácil de mafias y explotadores varios. Vomitivo.

También pone el dedo en la llaga a la hora de valorar la dignidad del ser humano independientemente de si tienes papeles o de dónde provengas o cuál sea tu situación. Hay un momento en que da igual que seas libanés o extranjero (por cierto, a veces olvidamos que hay inmigrantes sin papeles en todos los países del mundo, incluidos los del tercer mundo o en vías de desarrollo y en las condiciones en que viven). Tener un papel que indique quién eres puede decidir tu vida, aunque los sentimientos y actos de compasión o ayuda son independientes de tu edad, tu condición o tu nacionalidad. Y eso, que es la base de lo podía considerarse humanidad, es olvidado muchas veces por este mundo tan asquerosamente burocratizado.

La banda sonora de Khaled Mouzanar (cónyuge de Labaki y que colaboró también en sus películas anteriores) me parece excelente. Potente y desgarradora, las melodías refuerzan emocionalmente los momentos más duros del film, en el que no hacen falta palabras y la desesperación te pone un nudo en la garganta y te acogota el alma.

Hay quien ha acusado a la directora de recrearse en la "pornomisera" infantil de su país, de hacer un "Slumdog Millionaire" más duro y a la libanesa o situarse en una posición moral superior al acusar de ciertas prácticas del Beirut más pobre a la propia gente que puebla esos barrios de la ciudad, como si fueran directamente culpables de la sobrepoblación y su falta de recursos. Tampoco ha gustado que se incluyera ella misma en un papel muy secundario, de abogada de Zain, y por tanto dando a entender que se posicionaba como acusadora de esas prácticas. Sin embargo creo que es una película valiente y sensible, que consigue tirarnos a la cara una realidad de países de nuestro entorno mediterráneo y que explicaría lo que mucha gente busca cuando llega a las fronteras de Europa: dignidad, oportunidades para llevar una vida decente.

Nadine Labaki consigue transmitirnos una imagen de este duro mundo de forma sincera, sin endulzamientos ni justificaciones basadas en la tradición. Lo hace de una forma abierta y sin artificios, un puñetazo en la mesa, una ventana abierta a una realidad, que aunque giremos la cabeza, sigue estando presente. Y quizá ese sea el gran éxito de su realización, que a pesar de hacer que nos revolvamos en nuestro mullido asiento esperamos ansiosos el desenlace final,con la esperanza de que no sea tan terrible. Con alguna situación tragicómica la directora nos va haciendo digerir la tragedia aunque el final, quizá un punto "naive", nos suaviza la sensación que nos acongoja en todo el metraje. Como el último plano, donde el joven Zain, el protagonista, nos regala su única sonrisa en la película, pues se está haciendo su primer documento de identidad y no su certificado de fallecimiento.
jamacuco
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19 de febrero de 2019
116 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a comentar nada argumental sobre la película pues hay que verla, creo que todos los habitantes de este planeta, especialmente los millonarios y líderes políticos deberían ver aunque sólo fuera media hora de esta película, lo cual dudo mucho que suceda, pero lo que me parece desde luego lamentable es la gente que, les guste o no la película, que me parece sublime y maravillosa, una película que da sentido a la existencia del cine como arte, entretenimiento y medio de comunicación transmisor de valores, cultura, emociones y crítica social, diga que la película es una "pornomiseria" porque tiene a la lágrima fácil y tiene una pretensión de conmover al espectador y forzar a los ricos a ayudar a los pobres mediante alguna ONG... y mi pregunta es la siguiente: ¿Y QUÉ???? Creo que estas personas que opinan así de la película son personas que no ven más allá de sus narices, de sus vidas cómodas y reconfortantes, y sólo opinan de la película como producto cinematográfico, pero creo que en esta sociedad, cualquier producto reivindicativo que procura transmitir una realidad injusta y desigual donde los que más tienen miran para otro lado porque en la actualidad el ser humano sólo piensa para sí mismo y sus propios beneficios, hasta que la tortilla dé la vuelta y entonces toda pueda cambiar, me parece necesario para mejorar las vidas de estas personas aunque sólo sea un poco, y no creo que se pueda hacer una mala crítica a ello. ¿Y QUÉ IMPORTA SI PRETENDE CONMOVER AL ESPECTADOR Y REMOVERLE POR DENTRO Y QUIZÁS EMPUJARLE A QUERER CAMBIAR EL MUNDO? ¿ACASO ES MEJOR QUEDARNOS DE BRAZOS CRUZADOS? Lo que pasa que toda esa gente que estoy convencido que está formada por ancianos críticos bañados en oro y chocolate les importa un pito la vida de ZAIN y de cualquier ser humano que sufra algo, pues ellos estoy seguro que no han sufrido nada en la vida, porque sólo la persona que sufre algo fuerte en la vida es capaz de sentir verdadera empatía por los demás. Es triste, pero más triste es que si esas personas no quieren ayudar al próximo, al menos permitan que los demás queramos ayudar no manchando el buen nombre que tiene esta inmensa película. Y me da igual si gana el oscar o no, pues los OSCAR están bañados de arrogancia y prepotencia, premiando a auténticas bazofias cinematográficas donde sólo prima el hacer cine extraño y antiguo fomentando valores super ancianos o con tramas aburridas o de carga política, pues el cine emocional les parece ñoño y simple... dejando atrás las mejores joyas del cine de cada año. Pero si hay algo de verdadero valor en los premios OSCAR, desde luego debería ganar el premio a mejor película de habla no inglesa, aunque incluso debería haber estado nominada a mejor película principal y ganar ese premio, ya que ahora se aceptan películas de cualquier origen y lengua. DICHO QUEDA.
PEGASO
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14 de febrero de 2019
43 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ejercicio magistral de interpretación

Labaki está paseando por medio mundo a Zain Al Rafeea, el joven actor sirio que ofrece una lección magistral de interpretación pese a su corta edad. Su personaje emociona hasta a las personas más impasibles, viviendo un maltrato hacia su propio individuo que roza lo excesivo. Aún así, la directora con alta probabilidad es bastante delicada con respecto a lo que sucede en verdad en Oriente. Si bien es cierto que el filme sí que está siendo bastante laureado entre la crítica especializada, es sorprendente que el nombre del joven actor resuene tan poco fuera de los círculos cinematográficos más especializados. Este hecho ocurre al igual con otros papeles en películas internacionales de 2018, como el del actor Victor Polster en el filme belga Girl. Hay que seguir luchando porque el cine internacional importe más que el de un único país.

Otra interpretación sublime es la de Yordanos Shiferaw, la actriz etíope cuyo personaje es conmovedor, en la búsqueda de una vida mejor fuera de su país de origen, y está lleno de complejidades. La relación creada entre ella, Zain y su propio hijo señala que a veces las familias no son sólo las personas de sangre directa, como muy bien demostraba este año también la japonesa Un asunto de familia.

Líbano y los problemas sociales

Labaki es valiente retratando la realidad de Líbano en el contexto de Oriente Próximo, un país anclado en el pasado. A pesar de que precisamente ha creado polémicas por su posible sensiblería fácil o el maltrato constante hacia los personajes, el filme sólo representa la molesta situación de mucha gente que gran parte de Occidente no quiere ver.

Pese a lo complicado de mostrar las miserias de un país en subdesarrollo, la realizadora libanesa intenta exculpar a su población de ciertos actos. La sociedad se ve empujada a ser como es debido a su forma de criarse. De igual manera, refleja multitud de denuncias sociales que las ONGs mundiales y muchos organismos vienen denunciando durante décadas. Entre estas nos encontramos los matrimonios concertados con menores de edad, la falta de escolarización, la explotación infantil, la violencia, las drogas, las trata de esclavos, la inmigración ilegal, las condiciones infrahumanas de vida… Verdades muy crueles mostradas al milímetro y que incomodan a muchas personas, que prefieren seguir cegadas ante lo que sucede.

Cafarnaúm está intrínsecamente ligada al drama de las guerras y de las cárceles. La sociedad libanesa vive sumida en un bucle de autodestrucción aupada por décadas de violencia en el país. Una vida con la que los ciudadanos se han criado durante su infancia y juventud. Niños que ahora son adultos pero postergan sus aprendizajes en sus propios hijos.

Pena y gloria

Pese a que la película está ganando mucho reconocimiento en festivales, premios y tiene una opinión profesional internacional favorable, es fácil escuchar críticas que la acusan de pornografía emocional. Si bien es cierto que Labaki castiga a los personajes hasta el extremo, no deja de ser la propia realidad que ella misma ha vivido. Un filme de denuncia necesario, hecho por una mujer y exigiendo el derecho de la defensa de la infancia, de las féminas y de los inmigrantes en Líbano.

La película fue presentada con largos aplausos entre los asistentes del pasado Festival de Cannes. De la misma manera, la cinta fue muy laureada en el Festival de San Sebastián, donde se quedó a una décima de conseguir el premio de público, que finalmente recayó en Un día más con vida. Posteriormente, Cafarnaúm ha sido nominada a diversos premios internacionales, como los Oscars, los Globos de Oro, los Bafta... Si bien es cierto que este año el cine de Europa, Asia y Latinoamérica ha sido muy bueno y películas como Cold War, Roma o La Favorita están cosechando todo el éxito internacional. No obstante, la directora oriental sitúa el cine de Líbano una vez más en el ojo internacional gracias a Cafarnaúm, con una mezcla de crítica social, realismo dramático y lucha por los derechos sociales.

Libreto oriental efectista

No se puede pasar por alto la excepcional fotografía del filme, basada en un toque verosímil en todo momento, así como la música con ritmos orientales y protagonista también en todo el largometraje. No es la primera vez que Labaki goza de tanta fama, pues el éxito la precede con ¿Y ahora adónde vamos? y Caramel. Este filme se produce bajo la producción de su marido Khaled Mouzanar, que aparte se encarga de la música.

El dramatismo de Cafarnaúm hace que la longitud de la cinta de 120 minutos pueda llegar a resultar pesada en algún momento. Sin embargo, el desarrollo de la misma funciona a la perfección, llevando al espectador donde la misma Labaki quiere. Esto hace que en los momentos álgidos sea imposible no sentir pena e incluso derramar alguna lágrima. Salir deprimido y pensativo del visionado no es una opción. Este mezcla de sentimientos sólo lo consiguen las grandes películas.

Conclusión

Cafarnaúm es una cinta real, cuidada, crítica y que denuncia cómo es la dura infancia de los niños y las niñas en Líbano: las condiciones de vida, la violencia, el trato a la inmigración… Nadine Labaki dirige excepcionalmente una vez más una cinta donde da a conocer a dos sublimes actores: el joven sirio Zain Al Rafeea y la etíope Yordanos Shiferaw.

Pese a que algunos se han mostrado críticos por su excesividad, el filme es enternecedor, efectivo y necesario. ¿El resultado? Multitud de premios y reconocimientos y entrar en la lista de las mejores películas de Oriente Próximo de las últimas décadas, coronada por directores como el iraní Asghar Farhadi y poca presencia aún de mujeres. Sin duda, la realizadora libanesa aún tiene muchos más regalos que ofrecernos, pues ya nos lo ha demostrado con su corta pero fructífera carrera.

Escrito por Miguel Ängel Romero
https://cinemagavia.es/cafarnaum-critica-pelicula/
Cinemagavia
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3 de marzo de 2019
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante. Magnéticas imágenes que te atrapan y no te dejan ni respirar. Y cuando por fin puedes tomar aliento, el nudo que tienes en el estómago se lía y se lía más... Y el sufrimiento te mantiene pegado a la butaca, con ganas de escapar todo el rato. Patética historia, contada a un ritmo desenfrenado y que utiliza un guión contundente que es un directo a la conciencia, a nuestra conciencia de seres humanos encarcelados en este mundo injusto en el que nuestra impotencia por cambiar las cosas nos obliga a vivir. Un rotundo 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el franciscano
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13 de marzo de 2019
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estos últimos años, casi todo el cine proveniente de El Líbano me ha parecido de lo más interesante e instructivo que se ha podido ver en salas comerciales, realizado en lo que conocemos como ‘Oriente Medio’, una de las zonas más conflictivas e ingratas tanto de la segunda mitad del siglo XX como las primeras décadas del XXI, crisol irresoluble de culturas, religiones e ideologías que nos muestran las muchas contradicciones y conflictos que asolan nuestro atribulado presente y que tiñen de sangre y congoja nuestros días y bañan de pesimismo y desolación nuestro futuro. Se nos presenta aquí una recargada y caótica coctelera con algunos de los temas que impregnan nuestros insomnios diarios: la maternidad mal entendida (o entendida como fuente de recursos crematísticos), la inmigración ilegal o alegal, la trata de seres humanos como mercancía, el trabajo infantil (en vez de poder asistir a la escuela y así formarse para romper la aciaga esclavitud de la pobreza) y los abusos lacerantes a la dignidad humana…

Quizás se le pueda reprochar a su directora y coguionista, Nadine Labaki, el haber querido meter demasiadas cosas durante el desarrollo de la trama, pero también es verdad que la vorágine que se despliega ante el espectador como un confuso mosaico nos permite escrutar la complejidad de un mundo al borde del infierno, lleno de privaciones, anhelos, decepciones y sueños, donde la mugre cotidiana aún nos permite atisbar cierta bondad natural inmarchitable en los corazones de sus sufrientes protagonistas, donde el amor y la compasión son las piezas indispensables que nos permiten salir adelante pese a la adversidad y el dolor en que vivimos. Este exceso de problemas e historias nos permite escudriñar la complejidad del mundo actual, donde todo parece poderse comprar o vender sin ningún remordimiento moral ni atisbo de misericordia, donde nada que no tenga un precio tiene valor alguno. Exceptuando solo la honestidad.

Nada de lo que vemos puede considerarse novedoso o inaudito, aunque en realidad lo más reseñable estriba en la fuerza y ternura que rezuman sus imágenes y la verdad que desprende su protagonista infantil, hilo conductor de este descenso al averno, atravesando la podredumbre inmisericorde que nos anega y la fortaleza personal que nos redime. El catálogo de calamidades y desdichas que sufre y padece no busca la complicidad sensiblera u oportunista ni pretende invocar el gimoteo quejumbroso y dócil de la víctima, sino que nos abofetea con rabia y desesperación, como un grito colérico de resistencia e ira ante la crueldad e indiferencia de un mundo insolidario, desmemoriado e injusto.

No gustará a quienes vayan al cine para evadirse del hedor ordinario. Pero gustará a quienes se preocupen por sus semejantes y quieran comprender sus infortunios.
antonalva
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