El hijo de Drácula

Me encantaría meterle mano a un inventario de las películas en las que el Conde Drácula aparece, no con el objeto de valorar qué título es el mejor, simplemente por ganas de curiosear. Recuerdo haber visto al vampiro más famoso hasta en el oeste, ha aparecido en películas de humor, en animación, han habido Dráculas eróticos y hasta uno negro en plena efervescencia de la 'blaxploitation'. "El hijo de Drácula" no es una de esas que se hicieron rápido y corriendo, es una película seria que recoge lo esencial de las leyendas vampíricas y ofrece un producto muy correcto. Puede que el miedo que causara en esos años 40 a los espectadores hoy día es inexistente, pero eso no la hace peor. No, no da miedo, y las pocas veces que aparece Drácula no da la sensación de grandeza y esplendor que merece. Es una lástima que no se aprovechase como merecía un personaje tan atractivo.

Robert Siomak, que no es precisamente un don nadie en esto el cine, optó por darle más valor a la intriga derivada de la investigación que surge después de la aparición del conde en ese pueblo. La película es breve e intensa, una pequeña creación con unos efectos sobresalientes para la época. Todo se ha dicho y se ha visto ya sobre Drácula, este caso puede que no sea la mejor muestra, pero mantiene todo el interés y no decepcionará a aquellos que, como yo, miran tan a menudo para atrás. Ha valido la pena toparse con Lon Chaney J y su bigotito.

Antes de que existiese en Universo Cinemático Marvel, existieron los "Monstruos de la Universal", todo un catálogo fílmico de todos los monstruos clásicos con los que, lo que tenemos unos añitos, hemos crecido: Drácula, la momia, el hombre-lobo, el monstruo de Frankenstein y tantos y tantos otros. En raras ocasiones compartían pantalla, como vampiros y el hombres-lobo. Quizás la evolución artística y de mercadotecnia de este Universo fílmico nos puede ofrecer que nos deparará el futuro de la Marvel. Secuelas y secuelas de secuelas, personajes con cada vez menos interés, que repiten estereotipos, con menos medios y menos ideas, hasta llegar a los filmes paródicos de Abbott y Costello.

El hijo de Drácula se sitúa en una población mediana estadounidense, de esas que le gustan a Stephen King, quizás en el Sur, por eso de los criados negros. Este centroeuropeo es tan espabilado que para pasar inadvertido se hace llamar Conde Alucard (Drácula al revés) ¿No podía llamarse Conde Pepoff si no quiere levantar sospechas, como ocurre a partir del minuto 1? Lon Chaney tampoco es Bela Lugosi. No es que lo haga mal, pero parece un Drácula de Hacendado. Y encima una simple humana le toma el pelo.

Estéticamente el filme sí está logrado, con escenas en los pantanos bastante logradas. Los efectos especiales son entrañables, en especial el vampiro. Los personajes son novedosos, desde el doctor que se enfrentará a él, muy americano, al húngaro que hace de asesor. Hay un giro interesante en el filme y el mejor papel se le reserva al protagonista humano masculino, que hoy en día, sería detenido por violencia machista.

En fin, filme entrañable pero decadente, con una estirpe de Drácula bastante venida a menos. Por no tener, creo que no se le ven ni los colmillos.

He de reconocer que después de ver La Hija de Drácula, cinta que considero bastante mediocre, mis expectativas eran más bien bajas antes de mirar este film.

A pesar de esto, me encontré con una película bastante correcta y con elementos mucho más fieles al mito del vampiro, así como a la Drácula de 1931, de la que se supone es secuela.

La cinta es entretenida, tiene un buen rítmo, desde el principio juega con la intriga de la identidad del conde, que aunque podría decirse que es obvia, hace un gran juego en no confirmar quien es realmente hasta el último tramo.

Tiene algunas escenas de terror bien logradas, entiéndase que no asustan a nadie, pero si poseen la intención de hacerlo, además de esto mezcla tintes de romance, intriga, no cayendo nunca en la parodia.

Goza de un montaje bien preciso, y puedo equivocarme, pero presenta elementos del mito del vampiro que no habían sido explorados antes, al menos en las películas que he visto de antes del lanzamiento de esta. Me refiero a lo que llaman la alianza negra, a darle una mirada mucho más romántica que terrorífica al vampiro, lo cual como dije antes, en ningún momento cae en lo ridículo o en la parodia.

Las actuaciones son correctas, y el guión más allá de no ser ninguna maravilla, presenta detalles bastante originales, como comenté anteriormente.

En definitiva, El Hijo de Drácula es una película interesante y que vale la pena revisionar por todos los fanáticos de los monstruos, así como del terror clásico.

No soy yo de poner notas basándose en la época de su estreno pero en esta haré una excepción porque de verdad que una película del cuarenta y tres que sea tan disfrutable, tan moderna y tan bien hecha es que no hay muchas. Hay que destacar sobre todo los efectos especiales cuando aparece y desaparece Drácula, luego también sale el típico murciélago y si bien es verdad que se nota que es un muñeco también hay que decir que está hecho de manera que se note poco y salga poco en el plano.

Todo lo demás se lo lleva una buena historia, buenos actores, un corto metraje y un resultado final impecable. ¡Cómo me hubiese gustado vivir en esa época en el que se hacía un cine tan «naïf»! pero claro probablemente no lo apreciaría como lo aprecio ahora, igual para algunos Siodmark era el Michael Bay de la época y lo detestaban. También para despedirme decir que me llevé una decepción cuando me di cuenta de que no aparecía mi muy querido Vincent Price porque últimamente película antigua que veía salía.

Por todo esto que he contado en lugar de un seis le voy a poner un siete.

Entretenido film fantástico y de terror (supongo que en la época en la que se estrenó, claro...), con el insigne y entrañable personaje del conde Drácula.
Va de menos a más, comenzando siendo una peli más bien vulgar aunque con algún acierto, para llegar a una segunda parte más interesante y amena.
Al final deja un buen sabor de boca, gracias sobre todo a la buena mano de Robert Siodmark, más tarde autor de alguna obra maestra del cine de intriga y suspense.

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