Después de ver, un poco por casualidad y por amor al País Vasco, la línea invisible; decidí continuar con el resto de obras de Mariano Barroso. Y a pesar de tener varias películas en su haber, se le ensalza por el día de mañana como su obra magna.

Y visto, lo visto, entiendo en retrospectiva las críticas que se lanzaron contra la línea invisible, que pesaba un poco de simpleza y generalizar. El día de mañana es justo lo contrario, es ambición pura y dura. Instaura el modelo de miniserie de 6 capítulos, con una estructura perfecta.

La historia sabe construirse y contarse en distintas etapas. Genuinamente, a través del protagonista dibuja un mosaico de Barcelona y España en una periodo altamente cambiate. Los últimos respiros de la dictadura y la transición es un tema recurrente en el cine español, pero la serie sabe ser lo suficientemente profunda para dar contexto a todos. Narrativamente mide los tiempos, haciendo que la historia ni se estanque, ni se pare en ningún momento; creando dos partes diferenciadas en el Ecuador de la serie.

La relación principal entre los protagonistas me resulta muy interesante por su toxicidad, y a la vez, lo veraz que parece. Los personajes secundarios también tienen trabajo, están muy bien construidos, ya que se conocen y entienden sus motivaciones. Al final, para mi se convierte en lo mejorcito de la producción de Movistar, representando una miniserie ejemplar.