La película pasa con más pena que gloria. Ni es para los amantes del motor y las escuderías, pues apenas se adentra en el tema, ni para los curiosos de la vida del creador de la marca y su complicada vida familiar, pues no hay apenas profundización en los caracteres, que están difuminados, apenas esbozados. Ni Adam Driver- que al menos no hace de galán como en otras, papel para el que no está dotado- ni Penélope Cruz la salvan. Hay poco diálogo, poco que interpretar y poco que comunicar. Se hace larga, pues sigue la tendencia actual de sobrepasar las dos horas y se la puede seguir mientras se piensa en otras cosas, se levanta uno del sillón si está en casa o hasta da una cabezadita. No se pierde nada, pues al retomar la trama uno se percata de que se ha perdido poco.