Venciendo falsos pudores.

La confrontación de dos personajes:

Él, Leo, Daryl: tan bello, distinguido en el porte, joven, apuesto, cultivado, con viveza, con sentido del humor, sensible, algo impulsivo, con improvisación, dado a las sorpresas y al juego, sabe usar su mirada pícara e inquietante;

Ella, Nancy, Emma: entrada en años, sintiéndose tan mayor, está marchita, apesadumbrada, es pudorosa, culta, muy planificadora, centrada en su organización, odia las sorpresas, está encorsetada y arrepentida de la falta de pasión en su vida, con una mirada hastiada, descrédula, que busca la charla y satisfacer su curiosidad intelectual más que la física.

A lo largo de la película, encerrados en esa habitación de hotel, esperamos lo que desde el principio se intuye como una explosión a los 60 años de una mujer de esa naturalidad en el sexo reprimido hasta entonces; sin embargo el momento tarda en llegar, pasando por posturas descaradas y situaciones de humor súbitamente devenidas en momentos de tremenda honestidad dramática y recuerdos a menudo autoindignantes; en lugar de encontrarnos al instante con momentos de pasión física desenfrenada, éstos se hacen esperar y, mientras tanto, vamos obteniendo vaivenes constantes como en un torbellino de revelaciones en los que el alma deplora.

En esos intercambios dialécticos, en los que él se desenvuelve muy bien con picardía, ligereza honesta, humor y destreza manejando situaciones, acaba de vez en cuando bajando la guardia y saciando la curiosidad de la vetusta profesora, desembocando a veces en instantes algo crueles emocionalmente, a veces pícaros, a veces con traumáticos recuerdos, a veces de descubrimiento físico. Para ella, Nancy-Emma, instantes de reconocer, de asumir que su vida ha tenido un encorsetamiento permanente, hacia ella misma y de ella hacia los demás, en ocasiones a sus alumnas, una renuncia a sus ilusiones y fantasías en favor de un marido muy digno, respetuoso, convencional y aburrido. Para él, Leo-Daryl, instantes de exposición de su intimidad, saliendo del personaje de fantasía creado para ser prostituto, rememorando sus traumas de infancia familiares, sus avatares, el juego de salir y entrar entre la verdad-realidad y la falsedad-ilusión.

Es valiente, es original, las actuaciones y el guión están muy bien trabajados, así como la luminosidad y los estudiados planos de los rostros y los cuerpos de la pareja. Planos divinos que parecen irradiar luz.
Entremezcla dosis de humor con dosis de drama de forma muy sabia, a la vez que reivindica la madurez y la vejez en la mujer, la visibiliza y la reivindica.

Emma Thompson es muy valiente al llevar adelante un papel como este. Reivindica toda una generación de féminas que no se atrevieron a gozar de sus cuerpos, la sociedad les imponía un pudor incluso en la intimidad de sus parejas, que no permitían aflorar la genuina identidad sexual, interesarse por su placer y sus cuerpos, transpirando aflicción y desconsuelo por todos sus poros. Reivindica el descubrimiento del cuerpo, el atrevimiento sin pudor, la naturalidad de la sexualidad, el goce íntimo del propio cuerpo, del que sentirse orgullosa a cualquier edad y disfrutarlo.

Emma está espléndida, lleva su papel con una naturalidad, adaptabilidad y naturalidad pasmosa. Se atreve a mirarse en un espejo totalmente desnuda mostrándoselo al público, irradiando belleza y seguridad y transmitiendo esas sensaciones al público, que siempre viene muy bien recibirlas siendo mujer. El último plano es sublime. Aceptación, que no resignación, del propio cuerpo y del paso del tiempo.

Daryl McCormack, en su papel de prostituto está sensacional. Además de ser guapo, guapísimo, tener el cuerpo de un dios griego mejorado con su piel mestiza, está primorosamente filmado por la cámara de la Directora, Sophie Hyde, que trata su fotogenia como una obra de arte. Es un muy buen contrapunto a Emma Thompson, que sin él no luciría tanto. Es como si Leo fuera transmitiendo a Nancy parte de su glamour, de su luminosidad y belleza casi élfica, a lo largo de sus encuentros en la habitación de hotel, a través de sus conversaciones e intercambios de fluidos.

Un disfrute de película, en las interpretaciones, los diálogos y sus planos.

La película no es feminista en el sentido de contraposición al machismo. No hay confrontación de los personajes mujer-profesora y hombre-puto, por mucho que éste sea idealizado. La película es una reivindicación de la mujer como persona, con sus propias especificidades y con sus diferencias, que la enriquecen.

Ella reconoce que sus faltas o carencias no son realmente imposiciones externas sino que vienen originadas por su falta de valentía, de su no atrevimiento a contravenir las normas sociales.

La Seguridad Social debería prescribir Leo Grande ¡!!!!! LeoGrandón en cápsulas ¡!!