Buena suerte Leo Grande

Gran película que ilustra, conmueve y nos reconcilia con la vida.

Si a uno le cuentan a grandes rasgos el argumento, piensa: “Buen tema pero a ver quién le pone el cascabel al gato”, porque una película aparentemente centrada en lo sexual que no es ni tan siquiera erótica, requiere grandes dosis de sabiduría, delicadeza y ternura.

No es casual que sea una empresa femenina. La directora, Sophie Hyde, la guionista, Katy Brand y uno de los dos pilares en los que se asienta la interpretación —tanto monta, monta tanto—, Emma Thompson brillan a gran altura en sus respectivos cometidos.

Los personajes están muy bien construidos y hay tiempo para conocerlos bien. Ella es una profesora rigurosa, una madre con frutos agridulces como hijos y una mujer frustrada que nunca ha tenido un orgasmo. Él es un profesional de la seducción que concibe la relación con sus clientes/as en sentido amplio: conversación, delicadeza y destreza en las artes amatorias. Tiene una historia personal que se nos revelará en parte en el transcurso de la proyección, porque cuando la atracción física se convierte en otra cosa surge la necesidad de conocer la biografía de la pareja para humanizarla, individualizarla, personalizarla, conocerla, comprenderla y sentirla de una forma más profunda.

Es una obra en cuatro actos y los cuatro tienen personalidad propia. Se huye de lo repetitivo y se pretende sorprender dentro de las limitaciones de un cuarto de hotel.

La película es una oda a la vida, a que nunca es tarde si el placer es auténtico, a que todos tenemos derecho en nuestra existencia a unas migajas de felicidad y a que, por encima de los roles, de los estereotipos, de las fachadas están las personas. Unas personas cuyo mayor logro en su biografía es conseguir amar y ser amadas.

*Nunca es tarde

Nancy (Emma Thompson) ha decidido que ya va siendo hora de sentir lo que es un orgasmo tras haber enviudado de un buen hombre, pero aburrido.

Su caso es mucho más habitual de lo que imaginamos en la vida real. Sobre todo en mujeres de anteriores generaciones, habiendo recibido una educación extremadamente represora sobre el placer en la mujer. Únicamente apropiados serán los papeles asignados de esposas y madres.

Además, a esto hay que añadir la trasnochada idea de algunos hombres sobre un falso respeto hacia sus mujeres legítimas. Para divertirse y probar nuevas sensaciones eróticas estaban las otras.

En Good luck to you, Leo Grande, una cómoda y lujosa habitación de un hotel londinense será el escenario donde transcurre la mayor parte de la trama. Champán y mucha expectación le esperan a Leo Grande (Daryl McCormack), un atractivo y profesional gigoló. Aunque hoy en día se prefiere usar la expresión de "trabajador sexual".

Con humor y profundas reflexiones, ambos protagonistas se desnudarán en cuerpo y alma. Sus delicados movimientos serán captados con cámara en mano, para darle ese toque de intimidad y al mismo tiempo elegancia.

*Saltando barreras

La delicada paciencia de Leo Grande, junto a sus acertadas y tiernas palabras, harán que paso a paso, Nancy, vaya adquiriendo confianza en sí misma. No sólo se considera inexperta en esas lides, además siente pudor de su cuerpo ya maduro.

Son varios los encuentros, en diferentes días, los que harán conocer al espectador más afondo a estos personajes. Mucho más complejos y humanos de lo que aparentan. Sobre todo al joven Leo, quien esconde tras esa perfecta fachada de adonis, un hombre sensible. Tras el interrogatorio al que le somete Nancy, hace que algo se remueva en su ser.

Para Emma Thompson, el rodaje de Good luck to you, Leo Grande, ha sido todo un desafío mostrarse desnuda. Nunca hasta ahora lo había hecho ante las cámaras.

Y en verdad es una película diferente en ese aspecto, acostumbrados como estamos a ver cuerpos deslumbrantes de mujeres jóvenes. La simpatía, inteligencia e ingenio de Nancy, suple con creces su lozanía física.

*Conclusión

Estamos ante una soberbia Emma Thompson, revelando continuamente nuevos rasgos de su personaje, que de paso, aborda el tema de la represión sexual femenina.

Una honesta y sincera exploración sobre los mitos en las relaciones al ir envejeciendo y el placer que se continúa sintiendo a pesar del paso del tiempo.

Good luck to you, Leo Grande es una película muy entretenida, en la que caricias y divertidos diálogos se van alternando con extraordinario buen gusto.

Magistral también el irlandés Daryl McComarck, quien demuestra que una simple conversación, quizá sea lo que una cliente necesite. Su irresistible magnetismo trasciende en su personaje, quien es bueno en su trabajo, y lo sabe.

Escrito por Irene Abecia Navarro

Buena suerte, Leo Grande demuestra varias cosas.
La primera es la enorme química que existe entre Emma Thompson y Daryl McCormack, y lo útil que es realmente rodar las escenas en orden cronológico (algo que rara vez ocurre; por si no lo saben, las películas y series no se filman en orden narrativo, sino que se suele priorizar la utilización de los escenarios, lo que implica un esfuerzo extra para los intérpretes, que pueden rodar un día una escena del comienzo de la cinta, y al siguiente otra que esté justo al final).
La segunda es la falta que hace que existan películas así, que abordan el sexo como algo tan natural, divertido y, sí, también emotivo e íntimo, especialmente en lo emocional y no sólo en lo físico.
La tercera es que esta historia podría perfectamente verse encima de un escenario, teniendo en cuenta que se sustenta casi por entero en dos únicos personajes y un solo escenario, la habitación de hotel. De hecho, la participación de la camarera es lo peor de la cinta, ya que no aporta nada y sólo sirve para apartar el foco de forma absurda de lo que de verdad importa, que es la relación entre Nancy y Leo.
La cuarta es que hay algo sanador y hermoso en historias como estas, que dignifican a las personas (y especialmente a las mujeres) de una cierta edad, abordando sus complejos, sus cuerpos imperfectos, sus inseguridades, y llegando a la maravillosa conclusión de que se puede seguir siendo impresionante, juguetón y curioso a cualquier edad y en cualquier circunstancia. Todo un alegato a favor de la autoestima y la autoaceptación.
Y la quinta y última es que Emma Thompson es un regalo. Valiente como pocas, se atreve a sus 63 años con un personaje único, que le supone unos retos como actriz que hubieran espantado a muchas de su quinta, y lo hace derrochando buen humor, ternura y mucha, mucha sabiduría. Para quitarse el sombrero.

Más que notable. Muy tierna y recomendable.

Lo mejor: Emma Thompson, estratosférica, su química con Daryl McCormack, y el valeroso e importante mensaje de la película.
Lo peor: La trama secundaria de la camarera no aporta nada.

Cuando los años van pasando y se mantiene el deseo, una buena opción es contratar los servicios de un profesional; es lo que ha decidido Nancy. Leo es educado, buen conversador, inteligente; su mayor atractivo reside en su edad, también en la capacitación para desempeñar su trabajo.

Con una estructura teatral, los diálogos y la interpretación de ambos la elevan, haciendo que olvidemos la diversidad de escenarios, frecuentemente necesarios para aportar fluidez. Se rodea de sensibilidad y afecto, transmitiéndolo con cierto cuidado... e incluso ternura.

Emma Thompson rondando los 63 años, cuando la rodó, se encontraba en el momento perfecto para resultar creíble en su papel. Daryl McCormack, con 29 aporta una exquisita ternura, aparte de un físico poderoso, no agresivo, totalmente adecuado a la función que cumple.

Nanci ha decidido contratar los servicios de Leo, un joven educado, inteligente, así como altamente cualificado para desempeñar su trabajo en el servicio de compañía. Emma Thompson con 63 años, se encontraba en el mejor momento para hacer creíble su interpretación.

Con estructura teatral, gestionada a través de unos diálogos ágiles, nada tendenciosos... Aporta solidez dramática, gran sensibilidad, ternura; en ningún momento se desliza por lo disruptivo, pese a lo escabroso del tema.

Daryl McCormack, nos regala su exquisita delicadeza, aparte de un físico potente y eficaz, no agresivo; totalmente adecuado al papel que le corresponde.