Las imágenes con las que comienza la película nos ofrecen una idea muy clara de cuál va a ser la carta de presentación de los Coen: su impecable puesta en escena, que impregnará todo el filme para dotarlo de una factura memorable.

La película define muy bien cómo debía ser la vida de los cowboys en aquella época, sin necesidad de acudir a clichés ya vistos. La historia, como en los buenos clásicos del género, es simple: una niña que, guiada por una determinación que se transformará después en el motor de todo, contrata a un alguacil para vengar la muerte de su padre. No hace falta más.

Y no hace falta más porque el resto lo ponen las estupendas interpretaciones de su reparto. La primera aparición de Bridges prestando declaración es genial, haciendo uso de un recurso tan sencillo como un primer plano para que pueda pasar de parecer la persona más orgullosa del pueblo a estar realmente confundido por las preguntas que le hacen. Un personaje que deambula entre la línea del bien y del mal, honrado cuando lo decide y con un sentido del honor propio de su profesión.

Damon, cual si interpretase una burla de los papeles que le han dado fama, borda el papel de héroe ingenuo por el cual uno llega a sentir empatía a pesar de que no se sabe bien si habla en serio o en broma sin proponérselo. Su explicación de lo que significa ser un Texas Ranger no puede ser pasada por alto.

Y Mattie, qué decir de Mattie más que es el motor de la película. Una actriz desconocida que en ningún momento se ve intimidada por el plantel de estrellas que tiene a su alrededor merece ser destacada. Sin duda, y a pesar de que en algunos momentos pueda dar imagen de sabelotodo, tiene la valentía que se le supone (lo demuestra la primera noche en el pueblo) para conseguir su objetivo. Seguro que la veremos muchas otras veces de ahora en adelante.

Con un guión que combina las escenas cómicas con otras más serias y violentas, la película alcanza un equilibrio sin el cual probablemente se haría un poco larga. Los Coen saben de nuevo reinventarse para ofrecernos un producto de lujo.