Quienes améis la buena música de ópera no fiaros de ese raquítico 5, 6 y disponeos a disfrutar con esta delicia de película, además de poder admirar un trozo casi incontaminado de Escocia.
La historia es predecible, pero qué más da. Está muy bien interpretada por una guapa y simpática gordita (¿se puede decir gordita o tengo que escribir la idiotez de con ligero sobrepeso? ) y un muy bueno Hugh Skinner en su papel de enigmático amante.
Y lo que se oye y casi da pena que no se oiga más: fragmentos muy conocidos de óperas que llevan haciendo la felicidad del público desde hace más de siglo y medio o antes o un poco después. Mozart, Verdi, Puccini, Bizet, Rossini.
Se me hizo corta.
Y por si fuera poco suena mucho la melodía de Can’t Help Falling in Love, de Elvis.