Hay veces en las que un actor por sí sólo es capaz de elevar una película hasta lo más alto. Y si además hay buena dirección, realización y fotografía el resultado es redondo. Es el caso que nos ocupa. El mar es el auténtico protagonista y, por extensión, también lo es el planeta entero. Este interprete no actúa, no sigue un papel predefinido, solamente se nos muestra tal cual es. A lo largo del film la sensación es de completa integración con el entorno. Uno siente que realmente se encuentra junto a todas esas criaturas, nadando o buceando junto a ellas. El ritmo de la presentación es el adecuado, el que la naturaleza manda. No existe descripción de especies, ni de sus comportamientos, aquí la palabra espectador alcanza su verdadero significado. Solamente, de vez en cuando, se escuchan unas breves frases.Esto contribuye a la sensación de contemplación del espectáculo que tenemos ante nosotros. Si a todo ello le unimos el correspondiente mensaje ecológico, tenemos ante nosotros una pieza de obligado visionado para todo el que se considere amante de la naturaleza.