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Voto de Jark Prongo:
8
Drama Con el propósito de conseguir a María Rosa, la mujer de la que está profundamente enamorado, Marsal asesina a un prestamista odiado por todo el pueblo y hace recaer las sospechas sobre su amigo Andrés, el marido de su amada. Encarcelado Andrés, Marsal se convierte en el protector de María Rosa mientras espera el desarrollo de los acontecimientos. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2015
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
María Rosa comienza de la misma forma que termina otra notable película, La Busca: dos individuos en medio de la nada limando a hostia limpia unas asperezas que al espectador le son desconocidas; dos jóvenes anónimos probando el tacto de la cara del otro a puño desnudo; dos figuras misteriosas de las que una de ellas se llevará un navajazo más pronto que tarde. Ambas películas son del mismo año, ambas suponen el debut de sus directores, ambas se nutren del material de respetados autores de aquí (Ángel Guimerà y Pío Baroja) y ambas hablan de la pobreza y de las bajas pasiones en el marco del cenar currusco de pan con trozo de pezuña y vaso de agua la vez que mejor. No obstante, mientras que el director de La Busca -el tuercebotas madrileño Angelino Fons- viera su filmografía expandirse con una tanda de bodrios a cada cual peor sin que nadie pusiese freno a su caída en barrena, Armando Moreno no volvería a hacer cine en su vida, quedando María Rosa a modo de rareza de la que sólo se suele destacar su condición de pionera en aquello de rodar cine directamente en catalán en este país, obviando de forma alegre Augusto M. Torres y demás historiadores invidentes del cine nacional toda una serie de virtudes que, de tan acusadas y numerosas que son durante su metraje, podrían convertirla alegremente en La Noche Del Cazador española.

María Rosa, así muy resumida, es un Bizarre Friendzone Triangle. Ya mirando más de cerca toca una serie de elementos indisolubles al ser humano bastante amplia en cuanto al espectro de los mismos que abarca, pues desde la fidelidad a la muerte que va su recorrido, no sin hacer peaje antes en cosis tan guays -y a la vez tan complejas- del tipo del silencio cómplice, el odio al poder, la amistad, la libertad de elección sexual y el límite de lo que se estaría dispuesto a hacer por poseer lo que se desea más allá de que esto plantee consecuencias bien chungas sobre otros. El peaje, al realizarse siempre por carreteras rurales españolas, incluye jailaits de aquí de ahora y siempre, a saber: el chismorreo, el farfulle, la envidia, el Fuenteovejuna mal (ese fuenteovejunismo que se da callando toda una población a la vez por no inmiscuirse en algo que ni fú ni fá a sus vidas aunque ello comporte que su puto silencio suponga el enjuiciamiento, condena y muerte de un cabeza de turco), el vino, la miseria, el hambre y toda esa serie de cosas que nos siguen haciendo acreedores de la peor de las suertes por conocer Las Hurdes y decidir seguir haciendo exactamente lo mismo décadas después. Algunas de las secuencias más de quedarse flipando surgen de ese cebarse en la quintaesencia del folklore y vicios del español, destacando la de las señoras del pueblo costero bajando una cuesta vestidas de riguroso luto -en contraste con la blanca cal de las fachadas-, los encuentros entre Francisco Rabal y el misterioso Carlos Otero tratados siempre a lo Sergio Leone (el componente Puerto Hurraco del genoma español, esa probabilidad uno de movidote cuando confluyen dos varones enfrentados por cualesquiera razones) y una soberbia escena donde mientras va caminando el Rabal lo que eran sus pensamientos en off –a punto de derivar en flashback para presentar a su personaje y contextualizarlo de cara al espectador - se ven desplazados por los marujeos en torno al encarcelamiento del marido de Núria Espert que se supone proceden de cada una de las casas que recorre. Chismorreos exactamente extrapolables a la intimidad de cualquier hogar de hoy día –ya sea hablando en alto a la tv o publicando loquefueres en una red social- al hilo de un controlador aéreo encausado por sedición, el conductor de un Alvia que hace el Madrid Pontevedra una única vez sólo en la vida, la reforma del código penal de cara a dar luz a yung prisión permanente revisable o lo guapa que está siempre en Julio María del Mar Blanco y lo malo que era el asesino de Pedralbes .

María Rosa lo que tiene, sobre todo, es un personaje principal complejísimo, imposible de analizar en sus actos y mucho menos predecir en su rumbo. Un personaje que se a próxima a la realidad lo que no es ni normal precisamente por ello, por poder encajar en tipologías sociológicas, fenomenológicas y psicológicas sólo a ratos, no de contínuo. Una señora devota esposa y que guarda escrupuloso luto –de atuendo y de coño- responde a lo que no molestaría a los férreos valores nacionalcatólicos a mediados de los sesenta, sí, pero ese personaje a la vez, aunque todo ello encaje dentro de un modelo patriarcal de libro, merecería un aplauso de cualquier movimiento de lucha por los derechos de la mujer en la actualidad, ya que si ella hace todo lo que hace es por decisión propia, sin injerencia ajena alguna. Tanto es así que por mucho que el entorno y las circunstancias pesen, que lo hacen, no le importa ser autosuficiente –y por ende fiel a unos principios suyos, inalienables ni por la terca y miserable realidad- buscándose la vida y mucho menos llegado el momento reprochar a todo el pueblo uno por uno en su puta cara cuando van a llorar su enviudamiento que si ella anda así, que si su marido se ha suicidado, es porque todos ellos, los fuenteovejunas cobardes antes referidos, lo han permitido con su silencio. Esa secuencia convierte el reproche sobre cada compaisano de la doña en un zoom violentísimo a la cara de cada uno de ellos, en un puñetazo, algo que también usaría Angelinos Fons con otra intención en la secuencia del zoo sobre los animales y los pechos de Emma Penella de La Busca. En ambos films dentro de una filmación de las que se denominan clasicorras, por lo que su efecto, además de no preverse ni de coña, resulta mucho más impactante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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