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María Rosa

Drama Con el propósito de conseguir a María Rosa, la mujer de la que está profundamente enamorado, Marsal asesina a un prestamista odiado por todo el pueblo y hace recaer las sospechas sobre su amigo Andrés, el marido de su amada. Encarcelado Andrés, Marsal se convierte en el protector de María Rosa mientras espera el desarrollo de los acontecimientos. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
10 de febrero de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una muy buena puesta en escena de una de las obras más aclamadas de Àngel Guimerà. El guión, aunque adaptado, mantiene viva la intención trágica de su autor original, con algunos giros que sorprenderán al público conocedor de la obra literaria. En algunas ocasiones suceden curiosidades extrañas que pueden despistar al espectador: puesto que la historia original transcurre a finales del siglo XIX, uno no se espera encontrar una radio en la película. Pero esto no es mas que fruto de la adaptación (y actualización) a los tiempos en los que se rodó la cinta.
Joaquim Sicart
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14 de noviembre de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anonadado por la tercera crítica que aquí aparece, me atrevo a escribir pocas líneas, que más valen quintaesencias que fárragos.
Única película de Armando Moreno, y es una pena, porque si hubiera hecho más como esta, el cine español de la época sería mejor.
Casi todo es bueno, pero hay cosas excelentes, Nuria Espert y la fotografía de Paniagua, con esos contrastes del blanco y negro, que es hermoso ver, sea cual sea la trama. Trama que está bien urdida, con un interés creciente.
También Rabal está de lujo, como todos, y ese veterano de Antonio Vico.
Me gustan esas películas rodadas en pueblos con personalidad y en interiores rurales.No hacen falta decorados, todo es directo.
No me ha gustado la música, que acompaña mal.
yoparam
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20 de noviembre de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Armando Moreno actor. Marido de Nuria Espert Hizo aquí su única película detrás de las cámaras. La historia de un hombre que urde un plan para acusar a un amigo de asesinato y quedarse con su mujer. Bueno la película puede pecar de misógina en algún momento. Aunque el final lo sea poco o nada. Nuria Espert aparte de hermosa esta espectacular como María Rosa. Paco Rabal es el hombre que pretende a María Rosa. El film visto hoy puede quedarse obsoleto. Pero sus buenos momentos,, su cuidada planificación, puede hacerle notable y un excelente film a reindivicar
Orson_Welles
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29 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta desconocida y algo oscura película está inspirada en la obra de teatro del mismo título de Angel Guimerá. La cinta cuenta cómo Marsal (Francisco Rabal), de noche y sin testigos, asesina a un hombre con el objetivo de culpar del crimen al marido de la mujer (Núria Espert) de la que está enamorado. El hombre inocente es condenado a cadena perpetua. Con Andrés encarcelado, Marsal se convierte en el protector de María Rosa mientras espera que se desarrollen los acontecimientos. Pero todo ello arroja sospechas de su amigo Salvador (Luís Dávila), un ex-preso que estuvo en prisión con Andrés.

Único largometraje de Armando Moreno, marido de Núria Espert y actor y director de escena. Aquí lo más destacado son las grandes interpretaciones de los actores principales y una fotografía lujosa y evocadora. En María Rosa hay un profundo drama con una intriga detrás, destacando la parte final durante la boda, la celebración nupcial y sobre todo la primera noche en la habitación donde se desarrolla el dramático final. El reparto principal es muy bueno, tal como Francisco Rabal como el hombre celoso que está profundamente enamorado, por eso asesina a un prestamista odiado por todo el pueblo, y Núria Espert como la fiel esposa que sigue completamente enamorada de su marido encarcelado.

El elenco de apoyo es francamente magnifico, como por ejemplo: Luís Dávila que hace un papel entre principal y secundario, Asunción Balaguer (quien se casó con Francisco Rabal), Carlos Otero, Antonio Iranzo y con mención especial para Antonio Vico como el viejo borracho que habla más de lo necesario, destacando las escenas de él junto con los recién casados cuando están sentados celebrándolo en la mesa, realzándolo todo la tensa partitura musical del compositor Ángel Arteaga.

Y la cinematografía en blanco y negro sobresale gracias al gran camarógrafo Cecilio Paniagua. Este último fue un experto fotógrafo que inicialmente trabajó como asistente del prestigioso camarógrafo Enrique Guerner. Su primera película fue ¨Una herencia de París¨ y su última ¨Los Restos del Naufragio¨, durante los treinta y cuatro años que las separan realizó un total de 81 películas. Trabajando para los más grandes directores de la época como Rafael Gil, Luís Lucia, José María Forqué, J. A. Bardem, Luís García Berlanga, en películas como: ¨Un traje blanco¨, ¨Siega Verde¨, ¨Jeromín¨, ¨La Vida en un Bloc¨, Un Día Perdido¨, ¨Amanecer en la Puerta Oscura¨,¨Sonatas¨, ¨Novio a la vista¨, y sobre todo en los años sesenta y setenta fue camarógrafo de múltiples producciones extranjeras que se ruedan en España, tales como: ¨Custer in the West¨, ¨100 Rifles¨, ¨The light at the edge of the world¨, ¨La Isla del Tesoro¨, ¨Conde Sandorf¨, ¨La última patrulla de la Legión¨, entre otros.

A pesar de ser su primera película como director, Armando Moreno ofrece una dirección decente. Ganó Sindicato Nacional de Espectáculo: Núria Espert y Francisco Rabal en María Rosa (1965) y ganadora en 1964 del Premio del Sindicato Nacional de Espectáculo a la Mejor Película. Calificación: 7/10. Mejor que el promedio ordinario.
miguelan
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31 de julio de 2015
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
María Rosa comienza de la misma forma que termina otra notable película, La Busca: dos individuos en medio de la nada limando a hostia limpia unas asperezas que al espectador le son desconocidas; dos jóvenes anónimos probando el tacto de la cara del otro a puño desnudo; dos figuras misteriosas de las que una de ellas se llevará un navajazo más pronto que tarde. Ambas películas son del mismo año, ambas suponen el debut de sus directores, ambas se nutren del material de respetados autores de aquí (Ángel Guimerà y Pío Baroja) y ambas hablan de la pobreza y de las bajas pasiones en el marco del cenar currusco de pan con trozo de pezuña y vaso de agua la vez que mejor. No obstante, mientras que el director de La Busca -el tuercebotas madrileño Angelino Fons- viera su filmografía expandirse con una tanda de bodrios a cada cual peor sin que nadie pusiese freno a su caída en barrena, Armando Moreno no volvería a hacer cine en su vida, quedando María Rosa a modo de rareza de la que sólo se suele destacar su condición de pionera en aquello de rodar cine directamente en catalán en este país, obviando de forma alegre Augusto M. Torres y demás historiadores invidentes del cine nacional toda una serie de virtudes que, de tan acusadas y numerosas que son durante su metraje, podrían convertirla alegremente en La Noche Del Cazador española.

María Rosa, así muy resumida, es un Bizarre Friendzone Triangle. Ya mirando más de cerca toca una serie de elementos indisolubles al ser humano bastante amplia en cuanto al espectro de los mismos que abarca, pues desde la fidelidad a la muerte que va su recorrido, no sin hacer peaje antes en cosis tan guays -y a la vez tan complejas- del tipo del silencio cómplice, el odio al poder, la amistad, la libertad de elección sexual y el límite de lo que se estaría dispuesto a hacer por poseer lo que se desea más allá de que esto plantee consecuencias bien chungas sobre otros. El peaje, al realizarse siempre por carreteras rurales españolas, incluye jailaits de aquí de ahora y siempre, a saber: el chismorreo, el farfulle, la envidia, el Fuenteovejuna mal (ese fuenteovejunismo que se da callando toda una población a la vez por no inmiscuirse en algo que ni fú ni fá a sus vidas aunque ello comporte que su puto silencio suponga el enjuiciamiento, condena y muerte de un cabeza de turco), el vino, la miseria, el hambre y toda esa serie de cosas que nos siguen haciendo acreedores de la peor de las suertes por conocer Las Hurdes y decidir seguir haciendo exactamente lo mismo décadas después. Algunas de las secuencias más de quedarse flipando surgen de ese cebarse en la quintaesencia del folklore y vicios del español, destacando la de las señoras del pueblo costero bajando una cuesta vestidas de riguroso luto -en contraste con la blanca cal de las fachadas-, los encuentros entre Francisco Rabal y el misterioso Carlos Otero tratados siempre a lo Sergio Leone (el componente Puerto Hurraco del genoma español, esa probabilidad uno de movidote cuando confluyen dos varones enfrentados por cualesquiera razones) y una soberbia escena donde mientras va caminando el Rabal lo que eran sus pensamientos en off –a punto de derivar en flashback para presentar a su personaje y contextualizarlo de cara al espectador - se ven desplazados por los marujeos en torno al encarcelamiento del marido de Núria Espert que se supone proceden de cada una de las casas que recorre. Chismorreos exactamente extrapolables a la intimidad de cualquier hogar de hoy día –ya sea hablando en alto a la tv o publicando loquefueres en una red social- al hilo de un controlador aéreo encausado por sedición, el conductor de un Alvia que hace el Madrid Pontevedra una única vez sólo en la vida, la reforma del código penal de cara a dar luz a yung prisión permanente revisable o lo guapa que está siempre en Julio María del Mar Blanco y lo malo que era el asesino de Pedralbes .

María Rosa lo que tiene, sobre todo, es un personaje principal complejísimo, imposible de analizar en sus actos y mucho menos predecir en su rumbo. Un personaje que se a próxima a la realidad lo que no es ni normal precisamente por ello, por poder encajar en tipologías sociológicas, fenomenológicas y psicológicas sólo a ratos, no de contínuo. Una señora devota esposa y que guarda escrupuloso luto –de atuendo y de coño- responde a lo que no molestaría a los férreos valores nacionalcatólicos a mediados de los sesenta, sí, pero ese personaje a la vez, aunque todo ello encaje dentro de un modelo patriarcal de libro, merecería un aplauso de cualquier movimiento de lucha por los derechos de la mujer en la actualidad, ya que si ella hace todo lo que hace es por decisión propia, sin injerencia ajena alguna. Tanto es así que por mucho que el entorno y las circunstancias pesen, que lo hacen, no le importa ser autosuficiente –y por ende fiel a unos principios suyos, inalienables ni por la terca y miserable realidad- buscándose la vida y mucho menos llegado el momento reprochar a todo el pueblo uno por uno en su puta cara cuando van a llorar su enviudamiento que si ella anda así, que si su marido se ha suicidado, es porque todos ellos, los fuenteovejunas cobardes antes referidos, lo han permitido con su silencio. Esa secuencia convierte el reproche sobre cada compaisano de la doña en un zoom violentísimo a la cara de cada uno de ellos, en un puñetazo, algo que también usaría Angelinos Fons con otra intención en la secuencia del zoo sobre los animales y los pechos de Emma Penella de La Busca. En ambos films dentro de una filmación de las que se denominan clasicorras, por lo que su efecto, además de no preverse ni de coña, resulta mucho más impactante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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