Menuda decepción es Todos mienten.
De alguien como Pau Freixas, responsable de la maravillosa Héroes o de Pulseras rojas, hay que esperar algo mejor.
El problema de Todos mienten no es sólo lo perdidos que parecen actores que no tienen ya nada que demostrar, como Leonardo Sbaraglia, Juan Diego Botto o Ernesto Alterio (cuesta imaginar qué vieron en esto como para animarse a participar), o que Eva Santolaria repita una vez más una interpretación que ha hecho ya mil veces (en Los misterios de Laura o, sin ir más lejos, en la mencionada Héroes), o lo mal que está una histérica y nada creíble Natalia Verbeke.
Lo peor de Todos mienten es que cuando llega el sexto capítulo tanto da ya el misterio del cadáver o el asunto del vídeo, porque los personajes no nos interesan nada, y lo que les ocurre es tan poco carismático y entretenido como ellos. Parece mentira que se pueda desaprovechar así un reparto tan potente y una publicidad tan omnipresente.
Un tiro al aire y una bala perdida para haber podido hacer un buen thriller dramático con toques de comedia.

Lo mejor: Irene Arcos, excelente. Es la que mejor sabe dónde está y la que mejor defiende su personaje.
Lo peor: Lo mucho que desaprovecha su potencial y lo nada Inter que resultan su trama y sus personajes.