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Besson es un tipo curioso: su deuda con el cine americano de acción es evidente, estilo que le ha valido el apodo de el cineasta francés mas internacional, pero ese apropiamiento de un cine de acción demasiado peliculero es lo que siempre falla en sus películas. Uno no puede creerse los argumentos a veces demasiado excéntricos de sus películas, por lo que mejor es dejarse llevar a veces por el absurdo de sus propuestas. Aqui tenemos un referente demasiado paródico como es Kingsman (que incluso intenta imitar en un par de escenas de acción, aunque sin esa maestría), pero si aquella evidentemente no se tomaba nunca en serio a si misma, aquí por el contrario parece que Besson intente ofrecer una película de espías de corte clásico, aderezado con escenas de acción que por su inverosimilitud y exageración te sacan completamente de la peli.
Y no es una mala película si uno no espera mucho de ella. Cine de acción con una estructura narrativa que la diferencia del resto de propuestas. Entretiene y engancha, pues el hábil recurso de los giros narrativos y los flashback explicativos (a pesar de todo, estos flashbacks nunca sobran, y son plenamente justificables, por lo que no se hacen pesados) confieren al film un tono de un cineasta que juega con las expectativas del espectador. Y no falla nunca, inclusive en el final, cuando sabemos de sobra que todo tiene que dar un ultimo giro definitivo.
Sus fallos son demasiado notorios para tenerlos en cuenta, a veces importa mas el conjunto que no pequeños detalles que a fin de cuentas son solo parcelas de un todo mucho mas ambicioso (como por ejemplo la escena del fotografo que la protagonista golpea, una escena ridícula que solo tiene justificación como trampa para el espectador, para que la depresión de la protagonista no nos suene tan forzada, y no intuimos el giro de despues).