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España España · Madrid
Voto de Lis:
6
Drama Verano de 1957. El expiloto de carreras Enzo Ferrari está en crisis. La bancarrota acecha a la empresa que él y su esposa, Laura, construyeron de la nada diez años atrás. Su tormentoso matrimonio se encuentra en medio de una gran crisis, mientras lidian con la muerte de su hijo. En esta crucial etapa, Ferrari tomará decisiones arriesgadas apostándolo todo en una única carrera que atraviesa 1.000 millas a lo largo de toda Italia: la Mille Miglia. [+]
29 de febrero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente, y aunque Enzo Ferrari/Adam Driver sale permanentemente en pantalla, la memoria a quien no pierde de vista es a Penélope Cruz/Laura Ferrari.
La retina fija esa imagen desolada, crispada permanentemente, de su personaje.
Es cierto que te da la sensación de disfraz, parece que le han puesto pelucón y algún cojín bajo la faja; sin embargo, esos primeros planos, la forma en que se mueve. Que mira, te atrapa para siempre. Gran mérito, si no el principal, es suyo.
Las interpretaciones de ambos están compensadas. También Driver hace un buen trabajo; el resto, simplemente cumple.
Los biopics  tienen el dudoso honor de ser reproducciones de seres más o menos legendarios. En este, Ferrari es mítico por la marca, la exigencia que imprime a sus pilotos. Poco más. Un tipo oscuro del que no se cuenta casi nada. Detrás del constructor vemos al hombre, sí, pero opacado por esas gafas negras que ocultan lo que mira y a quien. No transmite pasión, sino una fría y férrea determinación ante el triunfo.
Luego hay esbozos de compasión, en ella se delatan mucho más con esas transacciones bancarias. Tampoco parece que el amor le nuble la ya triste visión de lo que ocurre a su alrededor.
La madre está magnífica. Sus pocos diálogos son la pincelada exacta de cómo que esa buena señora debía de ser.
Las carreras. Creo que están bien rodadas, pero a estas alturas hay borrones que no se pueden pasar por alto:  los accidentes. Estos se perciben sobre todo en la figura del que va, ya cadáver, dentro del bólido siniestrado. No solo se distingue que es un muñeco, sino que la cámara se recrea en él. Supongo que hoy en día hay técnicas mejores o, al menos, se pueden disimular esos fallos groseros. Michael Mann es un experto en cine de acción y sus anteriores películas así lo demuestran.
Es una película entretenida, amena, con ganas de ver más, pero la historia, como todas, tiene un final y aquí se sintetiza en unos cuantos párrafos de los muchos que, seguramente, contiene la biografía de los Ferrari.
Lis
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