¿Qué tal, Pussycat? (¿Qué tal, gatita?)

Reconozco que este film de Clive Donner es una de mis debilidades; pero si hay dos películas que asocio con el espíritu de "los felices sesenta" son "¿Qué tal, Pussycat?" y "El guateque".
Ambas, curiosamente, son auténticas comedias (de esas en las que el espectador se llega a reír a carcajada limpia) y en ambas actúa el gran Peter Sellers; aunque en ésta que comentamos ahora forma parte del excepcional elenco de secundarios que consiguió juntar Donner en esta delicia de film: Woody Allen, Capucine, Paula Prentiss, Ursula Andress y el propio Sellers.
Y qué se puede decir de los protagonistas, los carismáticos y bellísimos Romy Schneider y Peter O'Toole, que parecen nacidos para encarnar los personajes que Donner les encomendó.
Pues mézclense con arte todos estos condimentos y el resultado será un film como "¿Qué tal, Pussycat?", que 46 años después de haberse realizado sigue dejando en el paladar del espectador ese dulce sabor de la felicidad que parecía asomar en el horizonte de aquellos maravillosos sesenta y que luego se malogró, pero eso ya es otra historia...

No se puede comparar a los grandes clásicos de todos los tiempos, pero es entretenida y cuenta con un buen reparto.

El guión es de Woody Allen, aunque tengo entendido que fueron cambiados algunos de los diálogos y que Allen no estaba muy de acuerdo con esos cambios en el guión, aún así se aprecia diferentes elementos en la historia que Allen repetiría en algunas de sus obras, la figura del psicoanalista, los mujeriegos y problemas con las mujeres...
El tipo de humor del film es más similar a los primeros films de Woody, como "Toma el dinero y corre" o "Bananas" por ejemplo, y supongo que a los espectadores que no les gusten sus primeras obras quizá tampoco les guste este film ya que está impregnado por el típico humor de los sesenta.

Para la versión española del doblaje algunos diálogos fueron cambiados, y bajo mi punto de vista fué un acierto, hacen el film más gracioso que en su versión original, también creo que los actores de doblaje españoles han hecho un buen trabajo con este film.

Muchas comedias antiguas dan miedo cuando el poderoso tiempo las coloca cada vez más lejos. Todos los usuarios habremos recurrido alguna vez a la típica frase "ha envejecido mal" o en referencia a las comedias, como es este caso, hemos aludido a un humor, el de antes, ajeno al de hoy. Yo opino que hay casos en los que el humor es universal, no es propio sólo de una época sino de todas, citar a Wilder o a Ernst Lubitsch (no en todos sus títulos) es dar los nombres más conocidos. Otras veces las risas no aparecieron ni en su momento, películas que no tienen gracia ahora ni antes. Dicho esto, recomiendo "¿Qué tal, gatita?" como comedia dignísima con un juego completísimo y con actores que 45 años después (se dice pronto) han sacado de mí una serie de risotadas que ni mi madre se lo creía. Mi recomendación, además de mi madre, es extensible a todo público con ganas de pasarlo bien y sin prejuicios, todo aquél buen amante de la comedia universal no se puede perder el pelucón del psiquiatra Sellers o el toque personalísimo en las apariciones de Allen.

En contra, O´Toole no brilla como debería (es algo personal quizás, lo veo y aparece en mi mente su turbante de Lawrence, y así no hay manera) y las "gatitas", todas ellas de muy buen ver, no enseñan ni un pezón, imperdonable. El final se alarga demasiado, las mejores carcajadas ya quedan atrás, pero aún así, su valoración merece mucho más que la media. Creo que el mensaje más importante es el de mi recomendación extensible, desde mi madre, a todo el universo, lo pasaréis bien

Hay películas para una tarde de lluvia, para el invierno, para el verano y para el recuerdo. Claramente para mí esta película cumple esas dos últimas categorías.

Siempre recordaré con cariño a “Qué tal Pussycat” por lo mucho que me hacía reír, ¡Qué bien me sentía siempre después de verla! Recuerdo que siempre era verano: las ventanas estaban abiertas y la luz era tenue para no atraer a los mosquitos. Olía a césped mojado y a lo lejos se escuchaban los aspersores de mi jardín funcionando.
Ya no había clases, quedaban dos maravillosos meses de sol y verano por delante hasta volver a empezar las clases en el odioso mes de septiembre.

“Qué tal Pussycat” es una comedia romántica de humor absurdo, donde se entremezclan Woody Allen, el psicoanálisis, las infidelidades, las cantantes de ópera con mala leche, las amigas especiales de James Bond, el Existencialismo francés y un sinfín de personajes a cada cual más extravagante, que viven un montón de aventuras por las cuales Jung mataría por analizar.

Michael (Peter O’ Toole) un cínico periodista, decide poner fin a sus constantes infidelidades a su novia, acudiendo a la consulta de un psicoanalista (¿Cómo puede ser Peter Sellers tan bueno?) que está aún peor que sus pacientes.

Por su parte, su novia Carole (bellísima Romy Schneider), harta de darle siempre oportunidades, decide tontear con poquísimo éxito con el inocente y buenazo de Víctor (¿Llegó a ser Woody Allen joven alguna vez?

Junto al periodista, su psiquiatra, su novia despechada, y el amigo enamorado de su novia despechada, se les unen toda la sarta de tentaciones de Michael (la poetisa chiflada, la paracaidista ligera de ropa y la millonaria insatisfecha), la vengativa mujer del psicoanalista, el marido de la millonaria, una banda de música, un terrorista existencialista, los padres de Carole…para acabar metiéndose todos en una habitación que nada tiene que envidiar al camarote de los Hermanos Marx.

Maravillosa comedia que te hará reír hasta el final. INOLVIDABLE

Lo mejor: Todo
Lo peor: Que no haya gozado nunca del reconocimiento que se merece.

Supongo que esto dependerá del tipo de humor que vaya con cada uno, pero yo me partí de risa durante toda la película, y al final hubo momentos en que creí reventar.

Todo es tremendamente absurdo. Un hombre acude al psiquiatra para dejar de ser un mujeriego y poder casarse con su novia a la que, de alguna forma, quiere de verdad. Por el camino tiene encuentros con la colección de mujeres más impresionante que ha habido en la historia del cine, cada uno respondiendo a un tipo distinto de belleza, pero todas con el denominador común de estar francamente mal de la cabeza. La poeta suicida (Prentiss nunca estuvo más guapa), la niña bien de naturaleza, ejem, tempestuosa (superelegante capucine, divertidísima), la paracaidista aventurera ("una amiga personal de James Bond"), alguna que otra bailarina de strip-tease, y para rematar el cuadro, Woody Allen por allí pululando, Romy Schneider como niña mona y novia ultrajada (esa es la palabra), y Peter Sellers, con una imagen que quita el hipo, y casado con una cantante wagneriana que se toma lo suyo en serio.

A todo esto hay que sumar una estética estrepitosamente sesentera (los trajes de Paula Prentiss son punto y aparte), una música también marcadamente de la época y una utilización de los colores un tanto alucinógena. Un cocktail de altura.

Es una locura de película, pero es de las pelis con las que más me he reído en la vida.