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Babylon

Drama. Comedia Ambientada en Los Ángeles durante los años 20, cuenta una historia de ambición y excesos desmesurados que recorre la ascensión y caída de múltiples personajes durante una época de desenfrenada decadencia y depravación en los albores de Hollywood.
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Críticas 189
Críticas ordenadas por utilidad
21 de enero de 2023
416 de 532 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hace un año me hubieran preguntado cuál era la película que más esperaba de 2022 o qué trabajo pensaba que iba a arrasar en los Oscars de este año, es muy probable que mi respuesta en ambos casos hubiera sido Babylon. Y a ver, nadie puede culparme. Babylon llegaba con un pedigrí prácticamente intachable. Con ese director, con ese elenco y con ese argumento, las expectativas eran enormes. Y por fin, llega el estreno y me planto en el cine. Solo doce personas en la sala, aunque no me sorprende, ya que la película ha sido un fracaso absoluto en la taquilla americana. Lo que no me esperaba era que, al acabar la proyección, solo quedáramos tres. El resto de espectadores, a lo largo del metraje, van abandonando la sala, algunos de ellos gritando improperios a la pantalla. Lo entiendo. Porque sí, Babylon, por mucho que me joda decirlo, es un desastre. Un desastre con méritos evidentes y varios momentos brillantes, pero un desastre al fin y al cabo.

Babylon es un delirio absoluto, el sueño febril de un adicto al crack que piensa, en su desvarío, que está creando la película definitiva sobre el Hollywood clásico pero cuyas pretensiones acaban colapsando de manera inevitable. Y es que la película corre el riesgo de descarrilarse desde la primera escena, desde que las imágenes sugieren la visión de un cineasta con aspiraciones elevadas pero el humor del guion parece salido de Dos tontos muy tontos. Babylon es nitroglicerina, y tal vez un gran realizador fuera capaz de mantener las riendas de una fórmula tan inestable durante, qué sé yo, una hora y media. El problema es que ni Chazelle va tan sobrado como cree ni Babylon dura una hora y media. Las películas deben ser tan largas como lo necesiten, y esta, lo siento mucho, no necesita extenderse durante tres horas, especialmente cuando tienes escenas tan reiterativas y que aportan tan poco y subtramas tan superfluas y que se comen tantos minutos de metraje.

¿Hay secuencias bien escritas? Claro que las hay, pero no son suficientes para compensar los excesos narrativos y la abultadísima duración. Chazelle, además, es incapaz de unir las piezas temáticas de la historia para crear una tesis consistente. Intenta ser al mismo tiempo una sátira sobre la industria, un viaje dionisíaco de sexo, drogas, baile y decibelios que a veces me recuerda a la Clímax de Gaspar Noé y, por si fuera poco, una carta de amor al cine (o de odio, a veces parece no tenerlo claro) y una reflexión sobre el poder perpetuador del celuloide, y eso, lo siento mucho, es pedirle demasiado a una sola película y tener una confianza excesiva en tus posibilidades como narrador. Al desarrollo de los personajes le falta fluidez, y muchos de ellos van entrando y saliendo de la historia de manera brusca y descuidada. El chocante contraste en tempo y tono entre una secuencia y la siguiente recuerda al motor de un coche en constante peligro de gripar. Cuando, en una decisión incomprensible, Chazelle da otro volantazo y entra Tobey Maguire en escena con un personaje tan pasado de rosca que parece un cruce entre el Joker y el muñeco Slappy, la cosa ya no da más de sí y la cinta se va a tomar por culo, esta vez de manera irreparable. Finalmente, el pretendidamente emotivo desenlace (donde Chazelle, de manera desconcertante y después de tres horas de enajenación, vuelve a cambiar de marcha) llega tan tarde y se ve venir tanto desde la mitad de la película que, cuando trata de aterrizar, ha perdido todo su impacto.

Y me diréis: "Pero vamos a ver, Dabi, si tan desastrosa te parece, ¿por qué coño le das el aprobado?". Pues bueno, porque aunque el guion sea un caos de tres pares de cojones, todo lo demás (que en un producto audiovisual hay que tener muy en cuenta) es de primerísima división, desde la suntuosa y explosiva banda sonora de Justin Hurwitz (colaborador habitual de Chazelle) hasta, como era de esperar, la exuberante fotografía (los travellings laterales, los impecables planos secuencia, el vigor en el movimiento de la cámara) y la cuidadísima puesta en escena. El montaje, detallista y de incandescente expresividad, es marca de la casa y remite a Whiplash en múltiples ocasiones. Y los tres actores principales (Margot Robbie, Brad Pitt y Diego Calva) están estupendos en sus respectivos roles. Eso sí, hay que hacer el esfuerzo de valorarlos por separado, porque cada uno va a su bola y parece estar en una película distinta, pero eso es no es culpa de ellos. De los tres, sobresale la intrépida labor de Robbie, que lo da absolutamente todo, saltando sin red desde el minuto uno e inundando la pantalla de pasión y energía cada vez que aparece en escena. En una película mejor, su interpretación podría haber sido icónica, pero por desgracia la confianza que deposita en el proyecto no se ve correspondida.

En resumen: a Damien Chazelle se le ha ido la olla. Le respeto mucho y creo que ha demostrado a lo largo de su filmografía que tiene un talentazo que flipas, pero aquí se le ha ido la puta cabeza. Ha apuntado demasiado alto y no ha salido bien parado. Le han salvado las virguerías que es capaz de hacer con la cámara, lo tremendamente bien que suena la música y la notable labor del reparto (mérito exclusivo de ellos, porque él ha sido incapaz de darles indicaciones apropiadas y de mantenerlos a todos remando en la misma dirección). Aun así, yo no me arrepiento de haber visto Babylon porque a pesar de sus defectos, es cine atrevido y la visión genuina de un autor ambicioso, y por muy imperfecta que sea, siempre me interesa más encontrarme algo así que sentarme dos horas delante de un producto prefabricado, inocuo y mediocremente regular. Pero no me parece un éxito. Igual si durara 40 minutos menos sería más indulgente y podría valorar más sus méritos, que los tiene, pero esas innecesarias tres horas se hacen difíciles de defender. Aprecio el intento, pero si lo que Chazelle pretendía era hacer la nueva Boogie nights, se ha quedado, en mi opinión, muy, pero que muy lejos.

Calificación: Pasable
Dabi
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19 de enero de 2023
271 de 354 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Damien Chazelle le conocimos -pese a que ya tenía un largometraje previo llamado “Guy and Madeline on a Park Bench”, que era una especie de proto “La la land”- por la formidable “Whiplash”. Cinta de 2014 con J.K. Simmons y Miles Teller que le valió para ganarse el reconocimiento de crítica y público y lanzar su carrera con apenas treinta años al situarle en el mapa mundial de los directores jóvenes a seguir de cerca. Posteriormente, llegó el bombazo de “La la land”, su Oscar a mejor director y la particular polémica del Oscar no ganado cuando todo el mundo esperaba su victoria -Perdió ante “Moonlight”- con el lio histórico de las papeletas. Después de su coronación en la gala, Chazelle decidió separarse de la música como temática vertebradora de su carrera -leitmotiv que compartían sus tres primeras películas- y nos entregó la más que correcta “El primer hombre”, que versaba sobre la vida de Neil Armstrong y que, a diferencia de sus dos últimos trabajos, dividió algo más al público.

El 20 de enero llega a nuestra cartelera su nuevo trabajo, Babylon, y con el también llega la vuelta del gran Chazelle al mundo de la música, el espectáculo y las historias de Hollywood. En este caso, nos narra la historia de un par de estrellas rutilantes del cine mudo -a las que dan vida Margot Robbie y Brad Pitt, ambos haciendo un trabajo sumamente espectacular que les valdrá nominaciones y, quizá, algún premio- que se ven enfrentados a los problemas que les provoca el cambio al cine sonoro con todo lo que esto va a suponer para sus carreras y su forma de realizar su trabajo.

La película tiene dos partes bastante bien diferenciadas. En su primera hora y media, más o menos, asistimos al jolgorio y la desmesura. Ahí vemos una fiesta de unos treinta y cinco minutos donde Chazelle se luce como nadie con la cámara -planos secuencia, movimientos imposibles, juego con los desenfoques, etc.- y se nos muestra el mundo de excesos, drogas, libertinaje y sexo desenfrenado en que vivían muchas de las estrellas que copaban las portadas durante el periodo silente del cine. Y que continua, de alguna forma, en un rodaje de una película muda, que se produce justo después, donde vemos a muchos de los actores ir sin haber dormido, drogados y completamente pasados de frenada. Toda esta primera mitad de la cinta tiene un ritmo absolutamente frenético y endiablado y nos enseña algunas de las miserias de Hollywood, aunque siempre desde un tratamiento más de humor negro que dramático, haciendo que el espectador este dentro completamente de lo que propone la cinta sin ningún tipo de esfuerzo.
Pero, obviamente, Chazelle no solo quería contarnos una historia de fiestas y de rodajes caóticos, surrealistas y desenfrenados. Chazelle quiere contarnos prácticamente la caída de un imperio. Un cambio de paradigma. Y es ahí donde entra la segunda hora y media de película.

En esta segunda mitad de la cinta a lo que vamos a asistir -valga la redundancia- es a la caída del “imperio silente” contra el nuevo rey, el cine sonoro. Y para asistir a esa caída la película se va a agarrar, trazando una parábola, a la caída de las propias estrellas de un Hollywood que vivía en la abundancia y que ahora tiene que adaptarse, o morir en el intento. Esta segunda parte es, obviamente, mucho más dramática que la primera. También más seria, madura y, en ocasiones, cruel con sus personajes. Es por esto que tengo la sensación que puede que esta segunda parte no conecte con todos los espectadores que estaban subidos a la nube de diversión y desenfreno de la primera mitad y que, al igual que a los personajes, han bajado de ella de un derechazo en la mandíbula.

Para entrar en Babylon y abrazarla al completo debemos asumir que estamos realmente ante una historia de las sombras de Hollywood. De juguetes rotos. Y de los muertos que la industria ha ido metiendo bajo la alfombra siempre para seguir con su “Show must go on” particular. Por lo tanto, no esperéis aquí algo como “La la land” -película a la que vemos alguna referencia, con un Chazelle auto citándose que me encanta-, que tocaba las sombras de forma mucho más superficial. Aquí estamos ante un descenso a los infiernos claro y evidente que recuerda casi más al tono de decadencia que mete Darren Aronofsky a sus personajes, que al tono que solía manejar Chazelle antes de esta cinta.

Sinceramente, creo que “Babylon” es una enorme película. Y, al mismo tiempo, soy consciente de que es una película que va a provocar división y debate. Y, como ha dicho el propio Chazelle estos días, creo que es sano que lo haga. Cuando estamos ante una película que se mueve tan claramente en los extremos. Que tiene los cambios de tono y forma que ésta y que golpea tan duro a sus personajes, es lógico que todos podamos sentirnos confusos y/o a disgusto con lo que tenemos en la pantalla.
En mi caso, yo debo decir que compro completamente la propuesta y os invito a ir a una sala de cine a disfrutar del enorme espectáculo planteado por el realizador norteamericano y formar vuestra propia opinión al respecto. De corazón lo digo, creo que merece mucho la pena verlo en pantalla grande. Recomendadísima.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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21 de enero de 2023
132 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabes esa sensación cuando estás en la butaca de la sala con un una sonrisa y los ojos vidriosos? Vale pues ese es el gesto que he tenido en este último homenaje a la historia del cine, recordando lo que sentí el día que vi la película de recortes en "Cinema paradiso", Many sólo quería formar parte de algo más grande, y vaya que si lo hizo, aunque te quede un sabor agridulce por el descenso a los infiernos que a conllevado el camino de los 3 protagonistas, pero aún así ha cumplido su sueño y ha formado parte de una historia que sin el no se hubiese podido escribir. Pero vayamos por partes si?

D. Chazelle es un genio, ya lo vimos en sus anteriores trabajos, pero creo que esta vez se ha superado, escribiendo una película que pasa desde la locura desenfrenada de "El lobo de Wall Street" a la caída sin frenos de "Booguie Night" perfectamente diferenciado en 2 partes y que, aunque es verdad que podría haber aportado metraje y que no es un descubrimiento saber que a Chazelle le cuesta poner fin a sus obras es un film más que disfrutable aún por su duración, y que de verdad que si hubiese durado 1h más hubiese seguido pegado al asiento como he estado.

1° parte. EL EXITO. - cerca de una hora y media de película donde es más fácil entrar y seguramente sea la mitad del film que todo el mundo pueda disfrutar, donde sobresale una Margot Robie (LeRoy) gigantesca capaz de eclipsar a cualquiera, (realmente todos están tremendos en su interpretación) y donde predomina la comedia y la buena fortuna con una fiesta en la que hay elefantes, enanos, botellas en cabidades indebidas, erotismo y montañas de farla al más estilo "Scarface", seguido por una rodaje en las montañas más frenético si cabe donde hay muertos reales y Brad Pitt borracho es capaz de hacer la escena más bonita del film (Se le posa una mariposa en el hombro? Jajajaja es increible) Margot Robie es capaz de sacar una lágrima en vez de dos y Diego Calva salva un rodaje de cientos de personas llegando en una ambulancia.

2° Parte. EL FRACASO. - La otra mitad del film adquiere un tono más dramático con incluso toques de terror o trhiller (Vease la escena de Maguire por las mazmorras y el momento en el que perdonan a Diego Calva en la casa de su camello, al más estilo Tarantino) y es que la ansiedad aumenta a medida que transcurre el film, es muy difícil aceptar los cambios y saber ponerte a un lado a las siguientes generaciones (lo vemos reflejado en la decisión del personaje de Pitt debido a la frustración de su Ego), y vemos también la clara crítica de Chazelle al sistema Hollywoodiense sumido por la falsa moral y la hipocresía.

3° mini parte. LA NOSTALGIA. - El desenlace pone la guinda nostálgica a este pastel, donde nadaremos en un mar de imágenes que nos llevan desde los hermanos "Lumiere" a "Avatar" pasando por grandes clásicos como "Cantando bajo la lluvia", "Terminator 2" y "Jurasick park" XD con luces estroboscópicas al más estilo Gaspar Noe en "Lux Aeterna" y una banda sonora que enmudece.

De verdad que igual no es una película para cualquiera, pero lo que es innegable es que esto es cine y doy gracias a Chazelle por haberme hecho partícipe de su historia y os animo a todos a ir a la sala y apoyar este tipo de cine, para que mañana más Chazelles puedan contar más historias como esta y no sólo tengamos en cartelera bodrios de la talla de Thor love and thunder o wakanda forever.

Os camelo ♡
Marco Alejo
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20 de enero de 2023
109 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la primera vez que vi el tráiler de Babylon la cosa no me dio buena vibración más allá de alguna ligera sorpresa: ¡Maguire ha vuelto! No tenía pensado ir al cine a verla, pero tengo un hermano experto en ganar concursos de preestrenos y por tanto queda feo decir “no” a una invitación. Efectivamente, Babylon es la peor película hasta la fecha de Damien Chazelle.

Creo… pienso… que Chazelle ha querido hacer de manera intencionada su obra maestra, esa película de referencia ligada a él de por vida y por la que ser recordado siempre, ser su Padrino, su Psicosis, su Ciudadano Kane, su Centauros del desierto, su 2001: una odisea del espacio, su Pulp Fiction, su Viridiana, sus Siete Samuráis, etc. Y la ha jodido. Principalmente porque no cuenta absolutamente nada nuevo, todo se repite, por momentos se intuye cierto hilo conductor pero la mayoría de las veces son gags sueltos a modo de los especiales navideños de Martes y 13, pero sobre todo, tiene una duración absolutamente excesiva para lo poco que hay que contar. El ascenso y caída de personajes lo hemos visto mil veces en el cine. Los entresijos y lo que se cuece en las productoras y el mundillo del cine, también lo hemos visto. Los excesos y desenfreno de sus gentes, más de lo mismo. Y el cómo se hacían los rodajes, escenas y demás historias, pues también. Entre todo esto que ya sabemos de sobra, nos cuelan alguna historia de las que gusta a todo el mundo del tipo drama personal y amorío fallido, y todos contentos para darle a la historia un aroma más humano, cercano y transcendental.

Su prólogo es lo peor de la película con mucha diferencia. No es otra cosa que mostrar las excentricidades de una panda de borrachos drogadictos con mucho dinero donde, algunos de ellos, en su tiempo libre y en un estado de mayor sobriedad, eran capaces de hacer algún buen producto cinematográfico. Pero es que nada ha cambiado hoy en día. Seguimos teniendo los mismos excesos y desenfrenos, pero ahora esas gentes lo que nos dan son programas de televisión de mierda, músicas de mierda, opiniones de mierda, ideas de mierda… y más mierda. Chazelle intenta beber de varias fuentes a la hora de mostrar en algunas secuencias de su larga película su caos, su lujuria, su despiporre, su lado oscuro… pero lo único que consigue es que me vengan a la mente nombres como Martin Scorsese, Paolo Sorrentino, Stanley Kubrick o Gaspar Noé, pero en su versión de segunda división. La película es desagradable en varios momentos y ahora mismo no recuerdo haber visto en una misma película a gente bañada por completo en heces, mojada por una lluvia dorada o rociada por vómitos al más puro estilo de aquella gran obra maestra llamada Este chico es un demonio 2. El problema no es que se muestren esas cosas, o que se harte de enseñarme culos y tetas, penes, gente fea, deforme o extraña. El problema está en que eso me importe, me haga gracia o verdaderamente sea algo que ayude a construir una historia. Partiendo de todo esto que debería ser lo primordial, una historia interesante, un buen guión, una dirección a la altura, etc., todo lo demás que es secundario pasa a un segundo plano mucho más profundo. Todas las interpretaciones están bien, aunque sin destacar ninguna especialmente. Brad Pitt simplemente correcto, Margot Robbie no defrauda aunque ya voy echando de menos una película y una interpretación a la altura de Yo, Tonya, Manuel, el personaje de Diego Calva, parece que le dejan despertar en el último tramo del film, muy bien Spike Jonze y el mejor, sin duda, Tobey Maguire en lo poquito que sale y eso que si nos ponemos con las tijeras en la mano, toda su escena iría fuera porque me resulta un pegote para alargar más la cosa.

Algunos puntos positivos son que algunas escenas sí están bien, principalmente las más pausadas, la banda sonora a cargo de Justin Hurwitz, el habitual de Chazelle, la fotografía y también un buen montaje que suele ser algo marca de la casa. Y por supuesto, lo mejor, ese epílogo tomando escenas e imágenes prestadas de otras películas mezcladas con la propia y unos filtros tontos pero que quedan bien.

Me centro más en lo negativo y no puedo suspender la película. En estos tiempos toda la parte técnica, que se realiza francamente de manera extraordinaria, así como todo lo que tiene que ver con vestuario, maquillaje o diseño de producción, entre otros, salvan muchas veces películas que en su fondo no dan para más pero su “vestimenta” las hace mayores y más interesantes. Y me empieza a tocar los cojones este tipo de cosas, pero esto también es parte del cine y trato de valorarlo. Lo ideal sería que todo fuese al unísono, parte artística y técnica, y no que la técnica tape las vergüenzas de la artística. Porque al revés, el cine está lleno de auténticas obras de arte: 12 hombres sin piedad, El halcón maltés, La soga, El tesoro de Sierra Madre, Perversidad, Rashomon, La ventana indiscreta, El salario del miedo, Solo ante el peligro, Testigo de cargo, Senderos de gloria, Fresas salvajes, Sed de mal, La evasión, Toro salvaje…
Travis Bickle
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20 de enero de 2023
72 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes incluso de excavarse la ruinas de Babilonia, la ciudad era ya una leyenda y un símbolo mitológico usado como alegoría de la lujuria y la maldad. Y ésta es la Babilonia que intenta reflejar Damien Chazelle en esta producción de cine dentro del cine para definir su visión del Hollywood de fundamentalmente los años 20 y 30 despidiéndose de la historia en los años 50 con ensoñaciones de imágenes sobre un futuro que estaría por venir. La metáfora babilónica se vuelve especialmente reveladora en dos secuencias hechas una hacia el comienzo de la película en una fiesta de magnates del mundo cinematográfico que más pareciera una gran bacanal en una lujosa mansión, y la otra cerca del final en un tétrico submundo subterráneo a las afueras de la ciudad.

Ambas, aunque interesantes en su ambientación y especialmente la primera llena de colorido artístico, están salpicadas de algunos excesos que en ocasiones resultan desagradables por demasiado explícitos sin en realidad ser necesarios para la trama más allá de intentar provocar al espectador. Se echa de menos más sutileza para reflejar esto en lugar de tanta elocuencia. Más allá de eso, la película funciona mejor en sus secuencias más clásicas y menos alegóricas llegando a tener también escenas realmente muy buenas y con fuerza dramática que en ocasiones están sazonadas de cierto humor sarcástico. Por referirme a alguna destacaría también dos realmente brillantes; la probablemente mejor protagonizada por el personaje de la actriz Nellie LaRoy, maravillosamente interpretada con mezcla de lucha, autenticidad, rebeldía, explosividad e inseguridades por Margot Robbie en la recreación junto a otros varios personajes del rodaje de una película de transición del cine mudo al sonoro; y la otra una intensa conversación entre el personaje del actor Jack Conrad, también interpretado con mucha solvencia en su excéntrico cenit y su reflexivo declive por Brad Pitt, y una periodista veterana representada por Jean Smart con uno de los diálogos en mi opinión más valiosos del filme cuando él acude a hablar con ella tras leer un artículo de prensa.

Los dos protagonistas Nellie LaRoy y Jack Conrad, junto a un tercer personaje llamado Manny Torres e interpretado por el actor mexicano Diego Calva, componen los tres principales papeles del filme que sirven como hilos conductores a tramas que se entrelazan pero que se desarrollan en paralelo componiendo un amplio mosaico de situaciones que al mismo tiempo que describen a los protagonistas y sus andanzas, van destapando un mundo hollywoodense que se mueve entre las ilusiones, la locura y la sordidez, entre el éxito y la decadencia. El elenco de actores secundarios realizan en general muy buenos trabajos y varios tienen su pequeña historia, destacando quizás entre variopintos caracteres el del trompetista de jazz Sidney, con una notable labor de Jovan Adepo.

Aunque la película no es un musical, la música tiene cierto protagonismo y la banda sonora no deja de ser también destacable. Así que esto unido a una ambientación y fotografía que lejos de pasar desapercibidas suponen una explosión visual y sonora, a un montaje de diferentes historias mezcladas que sin ser fácil resulta bastante efectivo, y a las citadas interpretaciones de mérito, hacen que a pesar de ciertos altibajos en el guión y a algún exceso, la película resista la larga duración que pasa las tres horas manteniendo el interés en todo momento.

Con personajes de ficción pero inspirados en personas reales como la controvertida estrella "it girl" Clara Bow o el carismático galán romántico del cine mudo John Gilbert enfrentado al golpe que le da la llegada del sonoro, las vidas fusionadas ente el celuloide y el papel cuché son reunidas por Chazelle con fantasía y más dramatismo que alegrías en una superproducción del Hollywood contemporáneo sobre el viejo Hollywood, donde eternos permanecen luces, cámara y... ¡acción!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro
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