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Críticas de Quique Martín
Críticas 504
Críticas ordenadas por utilidad
10
26 de febrero de 2024
339 de 440 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denis Villeneuve es un cineasta total. Y lo lleva demostrando muchos años. Si uno mira su filmografía se dará cuenta rápidamente que es uno de esos autores que es capaz de tocar multitud de temáticas y géneros y que se las apaña para hacerlo francamente bien en todos ellos.
“Polytechnique” e “Incendies” nos demostraron lo que el realizador canadiense era capaz de hacer con material dramático y francamente duro. Posteriormente, con “Sicario” y “Prisioneros” nos demostró que yéndose al territorio más del thriller y la acción también era capaz de salirse de la media claramente. Y, por último, el bueno de Villeneuve llegó al territorio de la ciencia ficción y nos dio las tremendas obras que son “La llegada”, “Blade Runner 2049” y la primera entrega de “Dune”. Películas tremendas, de lo mejor que se ha hecho en la ciencia-ficción contemporánea -con el permiso de Nolan, el otro gran cineasta actual del género- y una enorme carta de presentación para aquellos que dudasen de si un autor total como es el caso de Denis Villeneuve iba a tener problemas para embarcarse en proyectos faraónicos, de enorme presupuesto, y gran ambición -soy consciente de que me he dejado películas, pero quería coger las más representativas-.
Pues bien, con todo eso a sus espaldas Villeneuve nos trae su última película, la segunda entrega de “Dune”, que llegará a nuestras salas el próximo 1 de marzo, y con ella nos llega la que, para mí, es su mejor película hasta la fecha. Y creedme que no digo esto a la ligera de uno de mis directores favoritos.

“Dune parte 2” es una experiencia en sí misma. Si ya la primera a mí me pareció una obra maestra, con esta segunda entrega se me acaban los calificativos para poder hablar de una cinta cuyas imágenes me han dejado completamente extasiado. Desde el primer minuto, que arranca exactamente donde acababa la primera entrega, Dune no te suelta. Te agarra por la pechera y te arrastra hacia los desiertos de Arrakis para que sientas el calor en la piel. La falta de agua y lo árido del clima desértico -me encantaría poder ver cómo han recreado todo esto para que no se note absolutamente nada el CGI-. Y te traslada de esa forma porque las imágenes y la BSO de Hans Zimmer están al completo servicio de una narración que no solo es épica, sino que es profunda y conmovedora cuando hace falta.

Aquellos que hayáis leído la brillante novela de Frank Herbert sabréis hacía donde vamos, pero los que no lo hayáis hecho estáis a punto de entrar en lo que es el verdadero universo de Dune. Y es que, al dividir la adaptación en dos partes, esto ha permitido que toda la presentación de universo, personajes y problemáticas se queden en la primera entrega y que en esta segunda nos quede la evolución de los personajes, el verdadero conflicto, y la conclusión de varias de las tramas que se nos plantean en Dune.

Dune parte 2 es una cinta colosal. Y, lo que es más importante, aunque sea una cinta con un marcado sello autoral, es también la prueba de que su director es lo suficientemente inteligente para conseguir que su reparto -repleto de nombres de increíble talento- sean los que más brillen en esta función. Villeneuve no tiene miedo al éxito, ni a que las actuaciones puedan opacar su trabajo, y deja que los actores y actrices que tiene brillen en cada una de las secuencias dirigiéndoles para sacar hasta el último gramo de talento que cada uno de ellos puede aportarle a la cinta.
Timothée Chalamet está ante uno de los papeles de su carrera y lo aprovecha. Su presencia, la forma en qué es capaz de intimidar cuando es necesario y de mostrar cierta vulnerabilidad cuando la trama lo requiere, es algo maravilloso de ver. Actores como Rebecca Ferguson, Bardem, Brolin o Walken están entregados a la causa y se nota simplemente en las formas en qué interpretan y en lo que son capaces de decir sus personajes con tan solo una mirada. Austin Butler tiene una joyita de papel y el jovencísimo actor es capaz de crear pavor no solo en sus enemigos sino en el propio espectador. Actrices de la talla de Florence Pugh y Anya Taylor Joy quizá destacan menos, por su reducido metraje, pero tengo la total confianza que ambos fichajes son pensando en una tercera entrega que adapte “el mesías de Dune” y que espero que podamos ver en algún punto. Por último, me he dejado para el final al corazón de la película y que no es otra que Zendaya. Se ha dicho mucho del talento de esta actriz y no seré yo el que llegue a descubrirla a estas alturas. Pero es francamente impresionante lo que Zendaya demuestra que es capaz de hacer aquí. Y, lo más increíble de todo, es que es capaz de hacerlo hasta sin palabras. Su personaje es el corazón de la película y uno de los “cambios” que Villeneuve introduce en su adaptación respecto de la novela. Si en la obra literaria la perspectiva es la de Paul Atreides aquí hay muchos momentos en que nosotros, como espectadores, vemos más la visión de Chani de todo lo que está ocurriendo. Y Zendaya, que es una actriz increíble, es capaz de encarnar todo ello con una solvencia admirable. Si queréis, cuando la veáis, fijaros en un momento que ocurre hacía el final donde hay distintas “miradas”, y fijaros en lo que se transmite ahí con lo que no se dice. Y en cómo lo hace la joven actriz norteamericana.

En cualquier caso, y por no extenderme mucho más, obviamente “Dune parte 2” sigue cumpliendo con lo que se le presupone: Ser un tremendo espectáculo que consigue impactar al espectador haciendo que sus casi tres horas de duración se pasen en un suspiro. Pero, también, es capaz de ser una cinta que invita mucho a la reflexión. No es casual que la cinta sea capaz de tocar de forma tan acertada problemáticas que se pueden perfectamente trasladar a nuestro día a día como el fervor religioso descontrolado, los fanatismos, los tejemanejes políticos y las múltiples formas de controlar a un grupo de personas. Sigo en spoilers, que no me cabe, pero no habrá ninguno

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quique Martín
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8
24 de mayo de 2022
236 de 274 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Joseph Kosinski (Oblivion, Héroes en el infierno) que él se enamoró de Top Gun cuando la vio en cines de niño. Y que lo que quería transmitir con esta secuela, es todo el amor que le provocó por el cine la primera intentando realizar un gran evento cinematográfico, en forma de blockbuster veraniego, que mantuviese la esencia de la original, pero realizando los cambios necesarios para actualizarla a nuestros tiempos y que los nuevos espectadores puedan vibrar en una butaca de cine con el espectáculo.
Sinceramente, después de ver la cinta, únicamente puedo limitarme a aplaudirle porque tengo claro que ese amor que sintió el Joseph niño está patente en cada una de las escenas de Top gun: Maverick.

Centrándonos ya en la cinta en sí, la película nos sitúa unos 30 años después de los eventos ocurridos en la primera entrega. Y la trama gira entorno a cómo Maverick debe entrenar a un grupo de elite de pilotos para realizar una misión prácticamente imposible. Entre los pilotos, está el hijo de Goose, hecho que provocará toda una serie de tensiones por el tipo de relación que ha llevado nuestro protagonista con él durante todos estos años.
Desde el minuto uno, cuando nos realizan la presentación de personaje de Maverick, nos damos cuenta de cómo de claro tiene el equipo tras las cámaras lo que se traen entre manos con esta cinta. Es una presentación que hará las delicias de los fans de la antigua (guiños, homenajes, etc.) y que para los que lleguen nuevos a la saga funcionará también ya que en muy pocos minutos te saben definir a la perfección quién es y cómo es Maverick.

Posteriormente, la película ya arranca con el argumento antes mencionado y ejecuta algo más que interesante y no es otra cosa que plantear una película con un claro tono crepuscular. Hasta el punto que ese tono traspasa la pantalla y da la sensación de que algunos diálogos nos hablan del cine de alto presupuesto actual, tan lleno de CGI y cómo Maverick (y Tom Cruise, que sigue sin usar dobles) es la bandera de ese cine que “ya no se hace”, muy artesanal y sin prácticamente uso de pantalla verde. Hecho que, dicho sea de paso, es completamente cierto. Se nota, y mucho, que se han molestado en rodar con pilotos reales todas las escenas aéreas dotando todo de un realismo apabullante que hará las delicias de gran parte del público.
Por otra parte, la película me ha parecido el ejemplo perfecto de cómo se debe hacer una secuela tantísimos años después. En lugar de darnos únicamente nostalgia a raudales (cosa ultra extendida en los días que corren) lo que hacen es colocar a la primera como si fuera un “tótem” cruzando referencias, imágenes y recuerdos de los personajes, pero utilizado todo como vehículo para entender las acciones de los personajes en el presente, dándole, por lo tanto, un claro sentido narrativo a esa nostalgia e integrándola completamente dentro de la propia trama.

Desde el punto de vista del reparto, no hay mucho que decir. Tom Cruise es una super estrella y él lo sabe y el director también y luce como tal durante toda la película. Jennifer Connelly está que se sale y la química entre ambos funciona a la perfección dando algunos de los momentos más divertidos de la película.

En conclusión: Creo que la cinta hará las delicias de los fans de la original y pienso que, en general, gustará mucho a todos los fans del cine de acción de los 80-90. Además, es una cinta de la que creo que Tony Scott (al cual va dedicada la película) estaría orgulloso. Es muy espectacular y muy épica cuando debe serlo, tiene momentos muy divertidos cuando necesita bajar el ritmo y es capaz de meter un poso dramático en la relación de los personajes que le sienta francamente bien. Más que recomendable su visionado. Es un blockbuster de los buenos.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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9
19 de enero de 2023
271 de 354 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Damien Chazelle le conocimos -pese a que ya tenía un largometraje previo llamado “Guy and Madeline on a Park Bench”, que era una especie de proto “La la land”- por la formidable “Whiplash”. Cinta de 2014 con J.K. Simmons y Miles Teller que le valió para ganarse el reconocimiento de crítica y público y lanzar su carrera con apenas treinta años al situarle en el mapa mundial de los directores jóvenes a seguir de cerca. Posteriormente, llegó el bombazo de “La la land”, su Oscar a mejor director y la particular polémica del Oscar no ganado cuando todo el mundo esperaba su victoria -Perdió ante “Moonlight”- con el lio histórico de las papeletas. Después de su coronación en la gala, Chazelle decidió separarse de la música como temática vertebradora de su carrera -leitmotiv que compartían sus tres primeras películas- y nos entregó la más que correcta “El primer hombre”, que versaba sobre la vida de Neil Armstrong y que, a diferencia de sus dos últimos trabajos, dividió algo más al público.

El 20 de enero llega a nuestra cartelera su nuevo trabajo, Babylon, y con el también llega la vuelta del gran Chazelle al mundo de la música, el espectáculo y las historias de Hollywood. En este caso, nos narra la historia de un par de estrellas rutilantes del cine mudo -a las que dan vida Margot Robbie y Brad Pitt, ambos haciendo un trabajo sumamente espectacular que les valdrá nominaciones y, quizá, algún premio- que se ven enfrentados a los problemas que les provoca el cambio al cine sonoro con todo lo que esto va a suponer para sus carreras y su forma de realizar su trabajo.

La película tiene dos partes bastante bien diferenciadas. En su primera hora y media, más o menos, asistimos al jolgorio y la desmesura. Ahí vemos una fiesta de unos treinta y cinco minutos donde Chazelle se luce como nadie con la cámara -planos secuencia, movimientos imposibles, juego con los desenfoques, etc.- y se nos muestra el mundo de excesos, drogas, libertinaje y sexo desenfrenado en que vivían muchas de las estrellas que copaban las portadas durante el periodo silente del cine. Y que continua, de alguna forma, en un rodaje de una película muda, que se produce justo después, donde vemos a muchos de los actores ir sin haber dormido, drogados y completamente pasados de frenada. Toda esta primera mitad de la cinta tiene un ritmo absolutamente frenético y endiablado y nos enseña algunas de las miserias de Hollywood, aunque siempre desde un tratamiento más de humor negro que dramático, haciendo que el espectador este dentro completamente de lo que propone la cinta sin ningún tipo de esfuerzo.
Pero, obviamente, Chazelle no solo quería contarnos una historia de fiestas y de rodajes caóticos, surrealistas y desenfrenados. Chazelle quiere contarnos prácticamente la caída de un imperio. Un cambio de paradigma. Y es ahí donde entra la segunda hora y media de película.

En esta segunda mitad de la cinta a lo que vamos a asistir -valga la redundancia- es a la caída del “imperio silente” contra el nuevo rey, el cine sonoro. Y para asistir a esa caída la película se va a agarrar, trazando una parábola, a la caída de las propias estrellas de un Hollywood que vivía en la abundancia y que ahora tiene que adaptarse, o morir en el intento. Esta segunda parte es, obviamente, mucho más dramática que la primera. También más seria, madura y, en ocasiones, cruel con sus personajes. Es por esto que tengo la sensación que puede que esta segunda parte no conecte con todos los espectadores que estaban subidos a la nube de diversión y desenfreno de la primera mitad y que, al igual que a los personajes, han bajado de ella de un derechazo en la mandíbula.

Para entrar en Babylon y abrazarla al completo debemos asumir que estamos realmente ante una historia de las sombras de Hollywood. De juguetes rotos. Y de los muertos que la industria ha ido metiendo bajo la alfombra siempre para seguir con su “Show must go on” particular. Por lo tanto, no esperéis aquí algo como “La la land” -película a la que vemos alguna referencia, con un Chazelle auto citándose que me encanta-, que tocaba las sombras de forma mucho más superficial. Aquí estamos ante un descenso a los infiernos claro y evidente que recuerda casi más al tono de decadencia que mete Darren Aronofsky a sus personajes, que al tono que solía manejar Chazelle antes de esta cinta.

Sinceramente, creo que “Babylon” es una enorme película. Y, al mismo tiempo, soy consciente de que es una película que va a provocar división y debate. Y, como ha dicho el propio Chazelle estos días, creo que es sano que lo haga. Cuando estamos ante una película que se mueve tan claramente en los extremos. Que tiene los cambios de tono y forma que ésta y que golpea tan duro a sus personajes, es lógico que todos podamos sentirnos confusos y/o a disgusto con lo que tenemos en la pantalla.
En mi caso, yo debo decir que compro completamente la propuesta y os invito a ir a una sala de cine a disfrutar del enorme espectáculo planteado por el realizador norteamericano y formar vuestra propia opinión al respecto. De corazón lo digo, creo que merece mucho la pena verlo en pantalla grande. Recomendadísima.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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6
5 de abril de 2023
184 de 235 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que llevamos años viendo adaptaciones de videojuegos a la gran pantalla ya estamos curados de espanto. Hemos visto desde excelentes adaptaciones -como por ejemplo la reciente “the last of us” en HBOMax- a otros productos que no hay por donde coger como “Monster hunter”. Así que, al menos yo, ya me acerco a este tipo de productos sin tener ni idea de si me voy a encontrar algo bueno o un completo desastre saca cuartos. Y he de decir que, en esta ocasión, es de esos casos que ni una cosa ni la otra.

Super Mario Bros, que llega a nuestra taquilla el 5 de abril, es una película cuya clara intención, ya desde el inicio, es la de apelar al fan de los videojuegos de Nintendo. No han pasado ni cinco minutos de cinta que ya hemos visto a los dos hermanos fontaneros pegar saltos con una cámara que se mueve lateralmente -como en el videojuego clásico- mientras van pasando obstáculos con distintas acrobacias. Esto, obviamente, era esperado por todos y se disfruta viéndolo mientras oímos temas musicales que hemos oído cientos de veces mientras jugábamos. Además, creo que está bien que se de al fan lo que espera recibir.
Pero, y ahí va mi primera queja con la película, no puedes estar haciendo lo mismo cada dos por tres. Porque lo poco gusta y lo mucho acaba por saturar.
Uno de los principales problemas que le he visto a esta película es la tendencia a quererte vender los videojuegos. A veces se siente como si estuvieras viendo un anuncio publicitario muy bien hecho y con mucho dinero detrás, pero que te aleja emocionalmente de la cinta porque te sientes más un cliente que un espectador. Alguien podría decirme que productos como “La LEGO película” también eran como una especie de anuncio de hora y media que buscaba que comprases toda la tienda de lego al acabar para montarte tu propia película en casa. Y tendrían razón en decirlo, pero también es cierto que la LEGO película venía respaldada por un guion mucho más eficiente y arriesgado que el de super Mario.

La película que tenemos entre manos tenía ante ella un reto. Al venir de unos juegos que no tienen prácticamente nada a nivel narrativo -como le ocurría a “League of legends” cuando decidieron convertir su juego en la brillante serie de Netflix “Arcane- tienen la posibilidad de inventar. De explorar el universo. De crear y expandirse con infinitas posibilidades. Y, aunque es evidente que han construido un universo vivo y rico, con muchísimas opciones que explorar, no lo han regado lo suficiente con una historia potente que te haga transitar por él con más ganas y atención.
Aquí básicamente tenemos la historia de un villano muy villano -permitidme la redundancia y la broma- llamado Bowser que quiere conquistar el mundo y conseguir a la princesa Peach – a la que da vida en la versión inglesa una fantástica Anya Tylor-Joy que le da un estilo muy chulo al personaje y que “se roba el show”- que se encuentra en su camino a los hermanos Mario y Luigi que intentarán pararle los pies.
El esquema, como podéis observar, es muy básico. Y su desarrollo no es mucho más complejo que esto. Al final, estamos en una película que ha apostado más por la forma que por el fondo y esto se nota en el guion. Que es muy básico y que parece más la excusa para ir enseñándonos distintos mundos y videojuegos por los que transitar que algo más complejo. Seguramente, como ya ocurría con la primera entrega de “Minions” la apuesta de la compañía es más por los pequeños que por los adultos que van a acompañarlos y de ahí la simplificación de las tramas. Quizá, simplemente, yo no soy el target de la película. Pero bueno, creo que es importante señalarlo, igualmente, para que sepáis que os vais a encontrar.

En el apartado visual, eso sí, el largometraje animado por Illumination Entertainment no decepciona en ningún momento y luce musculo en cada escena. Tanto en las “set pieces” rápidas de combate o de “plataformeo”, como en la creación de universos y localizaciones, la película destaca y se sitúa muy por encima de la media de la animación típica. Hay una sensación de mundo enorme que descubrir detrás de cada plano que es fácil quedarse atrapado ahí y los más fans de la cinta estoy seguro que se van a enamorar de este universo que, preveo, será más y mejor explorado en próximas entregas de la franquicia.

En cualquier caso, y por no extenderme mucho más, creo que había que pedirle más a esta película. Pienso que, aunque estamos ante una cinta divertida, de metraje muy comedido -apenas 90 minutos- y que va a gustar a los muy fans de la saga, acaba por pecar de ultra conservadora y no arriesga prácticamente nada, otorgándonos una historia excesivamente sencilla y apostándolo todo al talento que tienen para animar y crear mundos coloridos y preciosistas. Tengo la total certeza de que los más pequeños se lo van a pasar bomba viéndola, pero tengo muchas más dudas con lo que van a sentir y pensar los adultos que los van a acompañar a las salas.

Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
Quique Martín
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9
30 de octubre de 2021
157 de 195 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último duelo es una herida abierta, un golpe certero al pecho del espectador dónde se nos invita a que nos asomemos a algo tan intrincado y difícil de determinar (y que sigue de rabiosa actualidad) como es la veracidad de una historia y las implicaciones, diferencias y matices que se producen cuando varias personas relatan unos mismos hechos de forma diametralmente distinta.
Al final, la verdad y los hechos pueden ser unos concretos, pero las vivencias e intereses de cada persona son múltiples y, a nadie se le escapa que influyen en qué contamos y qué no contamos sobre algo que nos avergüenza o nos hace peligrar en nuestra posición o status.

En esta "el último duelo" Ridley decide que su eje central, sobre el que piensa asentar toda esta historia, es precisamente algo tan complejo, pero simple al mismo tiempo, como esa dicotomía: la verdad real vs "la verdad" de cada protagonista.
Partiendo de una historia "contada tres veces" (Recurso que puede lastrar un poco el ritmo del metraje, aunque no lo suficiente como para sacarnos de la cinta puesto que las pequeñas variaciones son la absoluta clave de lo que se nos va a contar aquí) el bueno de Ridley construye un andamiaje desde el que decide hilvanar una historia que sucede en el siglo XIV pero cuyos ecos es fácil que nos retrotraigan al presente.
Y es que, ahí, creo que es dónde más brilla esta cinta y dónde se demuestra el grandioso trabajo de los guionistas (Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener) construyendo este viaje que sirve para trasladarnos al pasado pero que, como todo buen guion, funcionaría de forma atemporal. Esto, al menos conmigo, ha conseguido que al salir de la sala de cine, pueda reflexionar y comentar sobre lo que acababa de ver. Y consigue, también, que como espectador me plantee algunas preguntas sobre las que, quizá, no obtendré respuestas pero que, al menos, me hacen ser más consciente de el mundo en el que estoy viviendo. En mi opinión, sólo por esto, ya merece la pena su visionado, si vamos con cierto espíritu critico. Si alguien está esperando una peli de acción y caballeros (aunque tiene escenas de lucha, tremendamente bien rodadas y violentas) creo que se estará equivocando de sala ya que no es eso lo que nos encontramos aquí.
Pienso que "el último duelo" es una de esas películas que no se contentan con ser "únicamente" una buena película, sino que buscan ir un poco más allá e invitan al análisis y la reflexión con nosotros mismos y con nuestro entorno. A pensar si escuchamos a los demás o sólo las verdades que podemos asumir.

En cuanto al resto de apartados técnicos. A nivel de dirección, puesta en escena, y fotografía nada que objetarle. Además, si podéis, fijaos en cómo usa de bien la iluminación con velas, jugando siempre con las luces y sombras (en una parábola, creo que intencional, sobre verdades y mentiras, luz y oscuridad).

Por otra parte, hay que hablar del reparto. Y aquí, me gustaría detenerme para alabar el magistral trabajo que hace Jodie Comer en esta cinta. Creo que ella se roba toda la peli y que brilla bastante por encima de sus compañeros. Esto no quiere decir que tanto Matt Damon como Adam Driver hagan malos papeles, que va. Están ambos tremendamente sólidos. Pero considero que ella está un puntito o dos por encima a niveles dramáticos.

Poco más que añadir, creo que estamos de enhorabuena porque hemos vuelto a tener aquí al Ridley de su grandes trabajos (Quizá no tan arriba cómo en Gladiator pero, desde luego, a mucho más nivel que en el reino de los cielos o Robin Hood) y que esta peli es una de esas que, desde luego, dará mucho que hablar. Grandísima propuesta
Quique Martín
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