Las buenas intenciones

Aunque deslavazada en su realización, y algo dispersa narrativamente, esta modesta película argentina, incluida en la programación del D'A Film Festival que se puede ver en Filmin estos días, consigue algunos buenos momentos en el retrato familiar que muestra, por la naturalidad y frescura de sus actores y por la autenticidad con la que se percibe a ese bohemio padre protagonista y su relación con sus tres hijos.

Y en el tramo final, principalmente en esa conversación con la hija mayor, cuando ambos saben que las cosas van a cambiar en su vida y relación, por las circunstancias que se avecinan, aparece una emotividad que eleva el conjunto de esta sencilla pero bienintencionada -efectivamente- pequeña película.

'Las buenas intenciones' es la ópera prima de la directora argentina Ana García Bleya. Cuenta la historia de un matrimonio roto, donde la madre es más severa y exigente mientras el padre es un dejado de la vida. Sus 3 hijos alternan entre la vida ordenada y pulcra de la madre (en la que apenas entramos) y la vida completamante caótica del padre. Todo esto cambia en el momento que ella propone llevárselos a vivir a Paraguay.

El guión es interesante, con momentos más dramáticos y otros mucho más desenfadados, aunque personalmente, a mí no termina de engancharme. En general el metraje fluye bien, aunque el ritmo avanza un poco a trompicones. No ayudan las grabaciones caseras que intercala la directora. Estas grabaciones tienen el objetivo de aportar realismo a la trama, algunas de estas grabaciones son caseras y otras son grabaciones de los propios actores, pero creo que en general no aportan demasiado.

Las actuaciones son buenas, a destacar la de Amanda Minujín en el papel de Aman. Mención especial al apartado musical.

A modo de homenaje y de cierto modo como documento autobiográfico, se desarrolla esta ópera prima argentina que se soporta en recuerdos que quedaron grabados en cinta, y que rememoran fragmentos de infancia para recrear la historia de una familia que enfrenta una situación fortuita, que desequilibra aún más la poca estabilidad familiar y afecta los intereses de sus miembros.

La película decide volcar la mirada a la relación de los pequeños con su padre; un personaje particular, anclado en la entusiasmo de la juventud y con una vida desordenada y libertina, que representa esa juventud tardía y el espíritu libre de tantos que están más cerca del arte, y de la música. La cercanía de la mirada permite al espectador observar un amor especial y distinto por sus hijos. Esta relación se construye de manera eficaz con una estupenda naturalidad que le otorgan a la película una aire de agrado y diversión.

La estupenda actuación de la hija mayor y su encanto brindan el soporte necesario para mantener no solo la atención sino la empatía tanto por la historia como por sus personajes. Y en esa misma línea aparece la música como catalizador, como enganche, como narrador. En ese juego ingenioso entre material de archivo, música e historia, se va tejiendo una bonita memoria y un gran homenaje a ese papá diferente, criticado quizás, y curiosamente simpático.

Si hay algo que valorar de esta opera prima son las actuaciones, a mi gusto muy buenas. el film nunca decae ni se torna aburrido, una historia simple genera empatia y llega a lo mas profundo, no queda mas que felicitar y pedir más películas con esta impronta.

Una película plagada de verdad y de talento natural para que la música no solo no moleste, sino que potencie los momentos y confiera a las escenas un filtro de nostalgia. La actuación y la dirección de la niña es el motivo por el que volvería a ver esta película, en ella hay tanta verdad que si duda, dudas con ella, que si sufre, sufres con ella. Su nula pretenciosidad ensalza aún más a esta crónica de la infancia.