Creepozoides

Película entrañable del mediocre pero esforzado DeCoteau, hecha con cuatro duros y un guión muy justito. Ratas de plástico, austeridad de decorados y agujeros narrativos para un filme que, sin embargo, se consigue disfrutar gracias a su sabor ochentero y su sinceridad cinéfila, con claros ecos de largometrajes como ''Estoy vivo'' (el mítico bebé asesino) o, sobre todo, ''Alien''. Sin duda lo mejor lo tenemos en las transformaciones de algunos personajes, muy propia la de Jesse y muy influenciada por ''Posesión Infernal'' la de Kate, y en una banda sonora típicamente 80's y muy ''videojueguil''. En el apartado interpretativo siempre hay que destacar a una de las reinas del terror de los 80, que no es otra que Linnea Quigley, además de Ashlyn Gere (aquí con el seudónimo de Kim McKamy), actriz porno en los 90 (curiosamente, el desnudo le toca a Quigley y no a Gere). Sin contar las pegas narrativas, ''Creepozoides'' es una película simpática, una serie Z hecha con gracia que ocurre prácticamente en un único escenario, posiblemente uno de sus puntos fuertes. Casposa y orgullosa de serlo.

Todo aquel ser humano (o reptil según se mire) que quiera cuidar su dieta diária debería no menos echar un vistazo a esta película, posiblemente uno de los intentos más inteligentes de la industria cinematográfica de hacernos ver lo importante que es la ingesta de proteínas para nuestro cuerpo, ya que el mismo debido a la cantidad de ataques que sufre por medio de la contaminación, alimentación deficiente, etc, debe ser capaz por si solo de regenerar sus propios tejidos dañados y, en el caso de aquellos individuos que esten en fase de crecimiento, de poder transformar su estructura ósea, su organismo en general.

De modo pues, David DeCoteau aquí nos presenta a un ser que roza la perfección, que por casualidades de la vida nos recordará al monstruo de Alien, un organismo inteligente que en esta cinta deberá protegerse de un grupo de supervivientes de una guerra atómica nuclear que en 1998 asoló el planeta debido al enfrentamiento entre potencias (y menos mal que eso no ha ocurrido y estamos más cerca del ansiado y esperado Nuevo Orden Mundial), la batalla no será fácil, nuestros protagonistas deberán enfrentar las consecuencias de tener una carencia de proteínas esenciales para el cuerpo humano; En un laboratorio abandonado encontrarán las claves del por qué de este desorden de metabolismo puede producir seres tan horrendos como el que se nos presenta.

Y no hablemos de nuestras queridas y siempre agraciadas ratas, en un mundo tan caótico como el que aquí tenemos se hace esperar que estos animalitos muten en horrendos seres que, a pesar de comportarse como simples peluches, nunca deberán ser subestimados,
magnífica advertencia sobre las consecuencias que esta situación puede acarrear sobre la natalidad, menudo niñito nace, y esto es reflejo de el deterioro de nuestra estructura genética, del abuso de anticonceptivos, la viagra, etc... de modo que por favor tomemos nota.

Como digo la situación puede ser realmente espantosa, así que desde aquí transmito el mensaje que: Empezemos a cuidar nuestra alimentación y comamos de forma responsable, no abusemos del café, el alcohol, drogas, etc, hagamos algo de ejercicio físico, de la misma forma hagamos frente a las bombas atómicas y a las fábricas abandonadas, el miedo es el arma más poderosa que maneja la élite; Y en definitiva seamos adultos razonables y consecuentes y démosles a nuestros hijos un mundo mejor en el que no deban afrontar un problema de escasez de aminoácidos y un exceso por otra parte de ratas, bebés probeta, megatones y lluvia ácida.

La película que debería verse seguida a continuación de El Padrino.

Vuelvo a ver “Creepozoides” 33 años después de aquel lejano día en que la alquilé en un videoclub de la calle Vallespir en Barcelona. Y volver a verla ha representado toda una experiencia, aunque no me atrevo a decir que ha sido una experiencia tan agradable como imaginé. Ciertas películas con las que te emocionabas de joven hoy en día carecen de todo encanto excepto el hecho de que son el reflejo de una manera de narrar y de unos gustos cinematográficos de esa época. Al fin y al cabo, las películas más comerciales (como esta) son las que están enfocadas a conseguir la mayor recaudación posible en el menor tiempo, renunciando a cualquier gasto innecesario aun a costa del resultado artístico. Pero más allá de todo eso, la principal causa de mi desencanto ha sido comprobar que “Creepozoides” ha envejecido mal. Se nota demasiado la falta de recursos, la falta de guion, la falta de oficio y la falta de escrúpulos. Este explotation de decenas de películas de la época (coge de aquí y de allá sin pudor) apenas tiene sentido en su conjunto. Este subproducto de la Full Moon de Richard Band tiene todos los defectos de la época (y de la productora) y escasas virtudes. Aquí solo interesan los desnudos, el gore y que esto parezca ciencia ficción aunque en realidad solo sea un puñado de malos actores en un decorado cutre perseguidos por ratas de plástico, tipos vestidos con disfraces de alíen y un bebe animatrónico que causa vergüenza ajena. También hay que ser justos: si no tenías un gran presupuesto, en aquella época ajena a los CGI no había nada más que hacer. “Creepozoides”, como los juegos de ordenador de la época, llamaba tu atención cuando veías su carátula en el estante del videoclub. ¡Ciencia ficción, mujeres desnudas y un bicho tipo Alien! ¿Qué más se podía pedir? Recuerdo que la vi con agrado, en aquella época todas las películas de género cruce de sci-fi con terror eran parecidas. O sea: no me pareció tan mala porque todas eran igual de cutres y divertidas.

Por desgracia, 33 años después, “Creepozoides” sigue siendo igual de cutre pero ya no divertida. Volverla a ver ha sido transportarme a aquella época, ese es el único valor que le he encontrado.

Imagino ahora a un joven nacido en pleno siglo XXI viendo “Creepozoides” por primera vez. No quiero ni pensar sus comentarios. Ciertas películas las criticamos dependiendo de la época en que las vemos así que supongo que esta crítica hubiese sido más amable hace años, con quien suscribe más joven y con el VHS de “Creepozoides” bajo el brazo. Pero estoy haciendo la crítica ahora, en el 2020 y solo puedo decir una cosa: menuda mierda de película.

Aunque lo digo con una sonrisa cómplice dibujada en los labios, eso sí.

Cuando uno se enfrenta a una película de este tipo no espera ver una obra maestra, sino algo cutre para ver en grupo y reirte. Esa era mi idea cuando vi por 3 euros el DVD de Creepozoides con una portada que no es la de la imagen, sino una en la que sale uno de los tres bichos de la película, más concretamente el "bebé mutante", por llamarlo de alguna manera.

Me hubiera sorprendido mientras veíamos la película al no verse satisfechas mis espectativas si no fuera porque acabamos dormidos. La película es mala, pero no mala que te rías, sino mala de verdad. Durante una hora y diez minutos el Creepozoide (una especie de primo cutre de Alien) va matando gente de las formas más aburridas jamás imaginadas. Tan solo se salva la banda sonora, ochentera 100% y que te hace esperar lo que no vas a ver; los efectos especiales, que están bastante logrados para que solo contaran con tinta de calamar; y unas cuantas escenas, que comento en el spoiler, y que son lo que hacen merecer un 2 y no un 0 a esta película.

Película de estantería de videoclub. Solo hay que ver el cartel del filme. Si con eso no lo alquilaban un montón de adolescentes salidos, no lo alquilaba nadie. Un tío cachas protege a las que parecen sus hembras, ligeritas de ropas y muy neumáticas, de un monstruo tipo alien. ¿Y que nos ofrece el filme? Pues una producción de serie Z, con un monstruo cutre, una rubia mítica-Linnea Quigley- que se nos despechugará para gozo de los espectadores, y tres matados que de macho-alfa tienen más bien poco.
En un mundo postapocalíptico unos desertores se esconden de la lluvia ácida en unas misteriosas instalaciones científicas, que parecen abandonadas, pero que las habita un monstruo baboso, de esos que comen gente. Con evidentes referencias a "Alien" como el diseño del bicho, el numerito de la comida y los respiraderos, este es un mediocre filme de terrorcillo que sabe explotar sus muy escasos medios. También homenajea a "Está vivo" en su parte final. Rodado en un local de trasteros de alquiler, corriendo por sus pasillos llenos de puertas, en un almacén y poco más, entretiene por más que esté plagado de agujeros de guión e incoherencias con los personajes. ¿Porqué se transforman unos sí y otros no? Los efectos especiales, para los pocos medios que disfrutan, son bastante decentes, en especial el animatrónico del tramo final, en el que parece que se dejaron todo el presupuesto. Y como guiño cinéfilo, en la pantalla verde, cuando aparece la lista de los científicos, uno de ellos se llama "Roger Corman".
Serie Z. Pero muy Z. Sólo para fanáticos de aquellos años.