John buscaba un contacto extraterrestre (C)

Un corto sublime y muy tierno que muestra cómo un dolor afectivo se transformó en una búsqueda de extraterrestres de algún modo sanadora. John Shepherd, la persona en cuestión, que pasó 30 años tratando de “contactarse con extraterrestres (aliens)”, cuenta en el minuto 6 de este documental que su padre lo abandonó cuando él nació, y que tuvo muy poco “contacto” con su madre ya que ella no era muy parecida a él; dice: “No es que ella fuera ajena (alien) sino que era diferente”. Esta frase lo explica todo. Ese profundo deseo de “contactarse” con esa persona “ajena” lo transformó en tres décadas de búsqueda de extraterrestres a los que les enviaba música porque consideraba que era un “lenguaje universal”. John tampoco podía contactarse realmente con las personas del pueblo por lo que, de algún modo, el alien en realidad era él mismo. Un film impecable, conciso y muy humano. Para ver y disfrutar.

Un pequeño tesoro escondido en Netflix. Empieza como una história universalmente rara para acabar haciendo un retrato particular lleno de humanidad , ternura y esperanza. Para aquellos que no han perdido la esperanza en el amor.

Alguien dijo que los ángeles existen en la música. Bueno, pues cuando John pregunta ¿hay alguien ahí?,
lo hace lanzando miles de obras musicales de su extensa y exquisita discoteca. En este cortometraje John nos cuenta su gran intento de conectar con vida más allá de la tierra y no tan allá. Es una historia enternecedora.
Y la voces en castellano de Manu Sañudo y Carlos Pando están de lujo. De nuevo hay que celebrar que el doblaje está muy cuidado como en La Ciudad del Miedo.

Siempre fue un solitario. Una vida marcada por una familia disfuncional. Criado por sus abuelos. Fascinado desde niño por lo que había "allí afuera" como Iker Jiménez. Si bien Iker esa curiosidad le llevó a hacerse periodista y dedicar toda su vida a buscar respuestas, en el caso de John, le llevó a querer contactar, de manera científica, con los alienígenas. Así, autodidacta, construirá un equipo de seguimiento y buscador de señales interespaciales en su casa, como el proyecto SETI, pero artesano y pagado por él mismo. Treinta años. Y su vida le pasará por en un soplido. También sabremos como ese sueño/obsesión al que consagró su vida, condicionaría sus relaciones. Con todo, hay un final feliz. O, al menos, eso parece.

Interesante cortometraje. Y como decía una bebida de refrescos "El ser humano es extraordinario".