Kasbah

Prosigue Barroso con "Kasbah" una trayectoria sólida y sin fisuras, a la par que sin concesiones, destilando en cada película el influjo de una personalidad definida y de un estilo propio. Vamos, que se nota que hace las películas que quiere y sobre lo que quiere.
"Kasbah" se desarrolla en Marruecos y tiene de protagonista absoluto a un Ernesto Alterio espléndido, que justo el día antes de embarcar y regresar a España, ve como todo se le complica al desaparecer la hija de su turbio jefe... Vuelven los conflictos paterno-filiales a guiar en buena medida una trama que navega entre la intriga, el dram psicológico y una road-movie, con algunas ráfagas kafkiano-surrealistas. Y "Kasbah" trata también del destino, de la búsqueda de un lugar en el mundo, de una identidad. Algo que este cineasta parece que en el mundo en que trabaja ya lo ha encontrado.
Hay pequeños boquetes de guión y un notable trabajo de Pepe Sancho.

Con un arranque muy interesante, la película nos adentra en una trama de suspense inquietante y muy lograda, dentro de la laberíntica medina de Marrakesh.
Pasado un rato, empieza a delirar... pasado un rato más, el guion pasa del abuso de la serendipia (o casualidad cutremente repetitiva), a la tomadura de pelo directa. Y todo esto, para culminar con un final estupidísimo (en lo que a Pepe Sancho se refiere)
Alterio carga sobre sus hombros todo el peso de la película, y sale bastante más airoso que el director y el resto de los actores. Por que, ya digo que lo de Pepe Sancho es demasio pal body, aunque este hombre siempre borda a cualquier tipo con mala hostia, y la Verbeke viene y va sin ningún sentido y como puesta de perico hasta las cejas (su personaje es directamente el de una mujer gilipollas, sin más, que las hay, no pasa nada). A Lucía Jiménez sólo la vemos unos minutitos con unos pelos inefables, y de Elena Ballesteros mejor no hablar...
LO MEJOR: Ernesto Alterio y darte un rulo por Morocco (qué país de contrastes)

Una historia tan inverosímil que llega a lo insultante. Ernesto Alterio va de sobrado, tirando dinero por todas partes.

¿Qué hace paseándose por ese mercado con una joven irresponsable, cuando el lugar le irrita y no le trae buenas vibraciones?

La chica desaparece de día en lo que él estaba comprando un plato decorativo. Se hace de noche, el tío pasa por un montón de lugares, y la sigue buscando... con la molesta pieza cerámica en la mano.

Con todo lo malo que le va pasando, los diversos incidentes con los habitantes autóctonos, el tipo va y confía una y otra vez en todos esos estafadores que solo le engañan y le quieren sacar el dinero y él como si nada.

Mariano Barroso (Extasis) rodó íntegramente en Marruecos ésta híbrida mezcla de drama, comedia negra y película de aventuras en que narra la odisea de Mario (Ernesto Alterio), un joven español que trabaja en una empresa extractora de Manganesio a las órdenes de su padrastro (Adolfo Fernandez) a quien odia por haber abandonado a su madre antes de fallecer cuando él era todavía un niño. Obligado a prolongar su estancia para vigilar a su recién llegada e irresponsable hermanastra Laura (Elena Ballesteros) y tras su inesperada desaparición, a Mario no le queda más remedio que ir en su busca en un país que creía que conocer después de permanecer y trabajar más de cinco años.

Una trama, como ya he comentado antes, propio de un film de aventuras en que el director catalán nos presenta a unos personajes en una tierra hostil para ellos y que juegan un papel fundamental en ese choque de culturas que se produce en unas tierras desérticas y áridas como las que hay en el Norte de África para profundizar en una singular “road movie” en que no faltan, entre otros compañeros de viaje, a una soñadora Natalia Verbeke con ganas de descubrirse a sí misma y un Pepe Sancho uniformado suciamente ocmo brutal ex-legionario coin ganas de recuperar sus viejos tiempos de novio de la Muerte. Una película entretenida y no falta de sentido del humor.

Aunque bien rodada, la trama es tan exigua que no da para una película de 95’, por lo que llega a hacerse aburrida, casi tanto como el desierto.
Ernesto Alterio soporta toda la película con profesionalidad. Y las apariciones de José Sancho, aunque esporádicas y algo inverosímiles, demuestran también la calidad de ese actor.
Las mujeres están aquí como simple floreros.
Respecto a la filmografía de Barroso supone una cierta caída después de Extasis e incluso después de Los lobos de Washington. La culpa es del guión, muy flojo.