Héroe por accidente

Vaya por delante que no tengo madera de héroe ni creo que, a estas alturas, jamás la llegue a tener. Pero, a veces, la imprevisible contingencia de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado puede empujarte a actuar como tal. Supongo que eso mismo me sucedió a mi mismo cuando ayer tarde tuve que socorrer a una muchacha en pleno ataque epiléptico. Bueno, a decir verdad, no tengo ni repajolera idea de si era un ataque epiléptico o no, pero tenía toda la pinta. La chica estaba en el suelo, rígida como una tabla y padecía fuertes convulsiones. Su rostro estaba amoratado, casi azul, y sus estertóreos jadeos indicaban claramente que se estaba ahogando. Varios clientes y empleados del comercio en el que trabajo la rodeaban, pero nadie hacía nada. Solo se oían gritos y carrerillas por los pasillos. “¡La lengua! -decía uno- ¡se ha tragado la lengua!”. “¡Hay que abrirle la boca!” –decía otro- “¡Se está muriendo, coño!”. Pero nadie hacía nada. Su madre solo decía “¡mi hija!, ¡es mi hija!”, pero poco más.

Casi sincrónicamente, el cliente más decidido y un servidor nos arrodillamos a su lado con el propósito de abrirle la puñetera boca. Las primeras tentativas fueron un verdadero fiasco. La muchacha tenía las mandíbulas cerradas como un cepo para osos y no había cojones a separárselas. “¡Se nos va, se nos va!” gritaba alguien. “¡Cagon dios!” –pensé- “¡hay que abrirle esas fauces, joder!”. Agarré una gruesa revista que alguien me pasó y tiré de su barbilla hacia abajo. Su dentadura se entreabrió unos milímetros, pero no lo suficiente para poder encajarle el lomo de la revista. Mi tosca maniobra le causó una pequeña herida en la comisura, pero seguí forcejeando dispuesto a incrustarle sí o sí esa puta revista entre los dientes. Afortunadamente, el segundo intento fructificó y conseguí que sus agarrotados maxilares cedieran lo justo para que mordiera esa improvisada cuña. Instantáneamente, ese milagroso resquicio abasteció nuevamente de aire a sus pulmones y su respiración recobró, poco a poco, el ritmo normal. El rostro de la chica se descongestionó y su confusa mirada recorrió la de los presentes hasta que se clavó en la mía. Lo más probable es que la pobre no supiera qué coño le había pasado pero, ¡Dios, jamás la mirada de una desconocida me había dicho tantas cosas!.

Veinticinco minutos después llegó el ambulancia.

(sigo en spoiler por problemas de espacio)

Sin duda lo mejor de la película es el protagonista; expresivo, no necesita hablar -tampoco le dejan- y, sin embargo, muestra todo lo que pasa por su cabeza. Tiene momentos realmente simpáticos y una correcta actuación de Andy García, pero, sin dudarlo, lo mejor (y lo único por lo que la recomiendo) es sin duda Dustin. Geena sigue sin convencerme.

Pelicula entretenida.

Una peli incomprensiblemente ignorada por la crítica; para mí es una de las comedias más divertidas de los 90, que tampoco es que fuera una década especialmente brillante, pero que dio sus pequeñas joyas. Divertida, bien interpretada, con un guión ágil y dinámico que no deja cabo suelto, capaz de mantener la atención del espectador hasta el final. Por cierto, un final que me encanta.

Hoffman estupendo, como siempre. El resto del reparto tampoco desmerece, aunque destaca la impagable presencia de Joan Cusack. Una historia sencilla pero no exenta de un profundo lado crítico. Retrata perfectamente el mundo de la televisión, lleno de ambiciones desmesuradas, falta de escrúpulos y sensacionalismo. Muy recomendable. Al menos la risa está garantizada.

Un hombre de dudosa reputación se convierte en un héroe anónimo al salvar la vida de varias personas tras un accidente de avión. Un amigo suyo, al ver el gran interés de los medios de comunicación en recompensar al héroe anónimo, se hace pasar por el y recibe todos los elogios y recompensas. Sobre este argumento Stephen Frears monta una comedia agradable y entretenida que sugiere además una crítica (eso si, muy ligera) a los medios de comunicación de masas y su poder de influencia. La película cuenta con un gran reparto donde destacan Andy García, Geena Davis y, especialmente, Dustin Hoffman, que se convierte de largo en lo más interesante de la película.

Se merece un premio a la perseverancia. Tiene ya 18 años (como pasa el tiempo!!!), y es una película que sigue apareciendo, que sigue programandose aquí y allá, en canales temáticos de cine, incluso en canales generalistas. Y es extraño, porque lo que suele pasar es que una película tiene su momento, luego desaparece por completo, y veinte años después, reaparece para contentar a los nostálgicos. Tiene entonces su segundo momento de esplendor en TV o en DVD. Ésta, como digo, no ha llegado a desaparecer. Es un mérito, y significa que, a pesar de sus detractores (que los hay), a pesar de ser ignorada por la crítica, es una película que tiene su legión (pequeña o grandes, vete a saber) de admiradores. Me cuento alegremente entre ellos. Digo "alegremente" porque es un auténtico goce si tienes la suerte de conectar con la peli (compadezco a los que la desprecian, pues no saben qué se pierden). Las interpretaciones están fantásticas, en la mejor línea de la comedia americana, exageradas y desvergonzadas. Te meten en su mundo en seguida. Aplausos para Hoffman, como casi siempre. Combina la comedia con pizcas de drama a la perfección, haciendo siempre creíble al personaje. Un aplauso también a los secundarios, personajes de comedia puros, imprescindibles en las comedia americanas desmesuradas como esta. El guión es verdaderamente redondo, fiel también a la herencia Wilderiana, con ese tono franco y honesto, donde todo es posible. Divertido, nunca decae, avanza como una locomotora, moviendo a la perfección todos los hilos, y se resuelve con brillantez. En algunos momento, recuerda a "El gran carnaval", de Wilder, y las referencias a Frank Capra son evidentes. La crítica social es también evidente, no pretende mayores lecturas, nos hace un retrato de la sociedad occidental, de todo su montaje, de como nos manipulan, nos fabrican a las estrellas, nos engañan, y picamos como tontos, porque lo único que nos interesa es estar tranquilitos delante de la tele, comiendo palomitas. Nos gusta opinar de todo, nos gusta criticar, nos gusta emocionarnos con las historias reales, y del mismo modo que buscamos villanos para linchar, también necesitamos héroes. Así es nuestro mundo de opulencia: una gran farsa de la que somos cómplices en tanto que consumidores. Somos tan crédulos, que parece que nos gusta que nos engañen.
Es una película simpática, divertida (y mucho), con sus pizcas de drama, con su dosis de espectáculo, con diálogos buenos, con buenas interpretaciones... La peli es lo que muestra, y no pretende más. Frears no suele engañar a sus espectadores. Y su habilidad para llevar a cabo un buen guión, está contrastada.
Y para terminar los elogios, ahí va el mejor que se puede hacer a una película: RESISTE EL TIEMPO! Y eso que no ha dormido en el olvido a la espera de nostálgicos. Ha estado en la brecha durante 18 años! Toda una heroina!