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Macarrones rating:
2
Language of the review:
  • es
January 7, 2009
86 of 121 users found this review helpful
Esta película carece de todo rigor histórico. Esto no es un reproche: un artista es muy libre de manipular la historia y sería absurdo reprocharle a Shakespeare las libertades que se toma en «Julio César» o «Ricardo III». Vicente Aranda no ha rodado, pues, esta película con un propósito biográfico, no quiere ilustrar de forma fiel ni exacta la vida de Juana, reina de Castilla, sino que ha tomado su figura como excusa para contarnos otra cosa. ¿Y qué quiere contar Aranda? Lo de siempre en su cine: que el sexo es una fuerza aniquiladora, un incendio en un bosque –nuestro cuerpo– atizado por vientos que lo inflaman (nuestras fantasías). Vivimos devorados por las expectativas y allí donde depositamos nuestras esperanzas de plenitud y felicidad, fracasamos. El sexo es una fuego arrasador que nos consume, nos calcina.

Esta idea, por supuesto, es simple, histérica y exagerada. El exhibicionismo de Aranda se parece al de los que cuentan chistes verdes tras un banquete. El sexo, en los labios de ciertas personas pierde todo encanto, toda poesía y todo interés. Es lo que pasa con las películas de Vicente Aranda. Podríamos admitir sus premisas si nos las supiera exponer con garra, con talento, con fuerza o con belleza. Pero su cine –al menos, para mí– carece de atractivo porque es falso y torpe. El guión de esta película es una caricatura. Las actuaciones, pésimas (Pilar López de Ayala se llevó un goya como podría haber ganado un jamón serrano, una chochona o un perrito piloto, porque debieron de rifar el premio entre los asistentes a la gala de los goya; con todo, su actuación es la mejor de la película). No hay una sola imagen memorable, una frase que no suene falsa, nada emociona ni sorprende. Es un cine bochornoso por su torpeza. Carece de verdad, de talento, está mal hecho, mal dicho (la mitad de las frases no se entienden), todo es feo, burdo, rígido y disparatado.

«Locura de amor», la vetusta película de Juan de Orduña, es cien veces mejor. Aquellas escenas en las que «Juana la Loca» quiere homenajear a su predecesora (la entrada de la reina en la catedral de Burgos para defender sus derechos, por ejemplo) demuestran la diferencia abismal de talento, de calidad, de aliento artístico.

Lo siento.
Macarrones
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