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Macarrones rating:
3
Drama Paris, year 1832. This is the true tale of the tumultuous love affair between two French literary icons of the 19th Century, novelist George Sand and poet Alfred de Musset. But their affair falls apart during an excursion to Venice, Italy where Musset is distracted by drugs and Sand by a handsome doctor.
Language of the review:
  • es
July 8, 2006
13 of 16 users found this review helpful
El imaginativo título que han colocado a la película en España nos puede generar expectativas falsas (a mí me recuerda a estos anuncios de señoras con pérdidas de orina, compresas con alas o tampones que no se mueven, no se notan). En realidad, trata sobre los amores entre Alfred de Musset y George Sand y, de haber alguna confesión, sería de él, ya que el guión se basa en su libro "La confesión de un hijo del siglo", pero parece que da más morbo que sea Juliette Binoche la que se confiese íntimamente. Bien.

La película va de amores volcánicos, adulterios, sufrimiento, literatura, esplín, etcétera, todo muy romántico y arrebatado, como corresponde. Sin embargo, por un fenómeno misterioso digno de estudiarse, todo el fuego que se muestra en la pantalla se transforma en plomo en el ánimo del espectador. Cuanto más se esfuerzan los personajes en sufrir, enfermarse, amarse, etcétera, más se aburre uno y desea que realmente les liquide una epidemia para que todos dejemos de sufrir. Esto -la transformación de la pasión en plomo- sucede porque la psicología de los personajes es muy poco convincente, su personalidad carece de atractivo y así vemos que se aman porque lo dice el guión, no por otra cosa. Como en muchas películas históricas, esta acaba siendo un baile de disfraces donde lo único interesante es ver qué sombrerito va a sacar la Binoche en la siguiente escena. El retrato que se hace de Musset y de G. Sand es así: él, un niñato malcriado; ella, un ama de casa que le da por escribir como le podría haber dado por el macramé. Ambos sienten una atracción mutua irresistible, Dios sabrá por qué. En el patio de butacas, el mundo de los mortales, no se entiende.

Por lo demás, Benoît Magimel es muy guapo y hace molinetes con el bastón con mucho garbo. Hacia el final se le ve un poco el culo (lo digo por si sirve de aliciente para el espectador desesperado).
Macarrones
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