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Chagolate con churros rating:
7
Comedy. Drama Jacques Rivette's exciting and delightful romantic comedy finds the French New Wave giant on familiar territory. Namely: theater as life, life as theater, and the junction where both fold together in an expansive universe of cinematic space and time. The director of such remarkably modernist classics as Celine and Julie Go Boating and La Belle Noiseuse here takes on a story of romantically entangled Parisian actors mounting a production ... [+]
Language of the review:
  • es
March 12, 2010
12 of 14 users found this review helpful
Durante los títulos de crédito (blancos) sobre una sobria pantalla en negro, escuchamos un piano en directo con sonido ambiente. Parece ser un aula, pero aún nos falta información para saber que será el piano que una hora después veremos en las clases de danza que da Sonia (Marianne Basler). La música desaparece de escena durante el resto de la función (150 minutos en España o 220 minutos el montaje final estrenado en Francia) hasta que cae el telón y escuchamos la canción “Senza Fine” (original de Gino Paoli -y que siempre me traslada a mis impúberes veranos- interpretada para esta ocasión por Peggy Lee), con la que Rivette se befa (no sé si de él mismo o del espectador) del “problema” que parece tener con el reloj.

La ausencia de música podría ser algo anecdótico (puesto que ya son muchos los directores europeos que se han sumado a esta iniciativa de rodar sin música, exceptuando la diegética, como protesta a la burda injerencia de la música que hoy día tenemos que aguantar) pero Rivette será uno de los primeros en hacer uso de la ausencia musical.

Paralelamente a la obra de teatro (“Come tu me vuoi” de Pirandello) que se representa, surge bebiendo de la propia obra, la incertidumbre de Camille (Jeanne Balibar). El regreso después de tres años de Camille a París (lo que conlleva enfrentarse a su anterior vida y por ende a su ex-pareja Pierre (Jacques Bonnaffé) y los temas recurrentes en Rivette (teatro y libros) son los encargados de ir bordando esta comedia con tintes dramáticos (y esperpénticos) sobre el cruce de personajes e historias. Hace gala el francés, de su capacidad innata para ir desgranando el argumento al mismo tiempo que consigue enriquecer a los personajes con el paso del metraje. Para mí es sorprendente que hoy en día, películas de más de dos horas no caigan en lo reiterativo ni en las explicaciones forzadas. Tenemos una obra de gran empaque, donde no me sobra casi nada pero si me falta más mala leche en sus personajes.

Rivette dijo una vez que él siempre se proponía hacer películas de hora y media, pero que luego... ahh, luego... la libertad y la improvisación hacía que cantara eso de... “reloj, no marques las horas... porque voy a enloquecer...”

Sea medio improvisado o todo una falacia, el elenco de actores no sólo está a la altura del proyecto, sino que la supera con creces. Cada actor sabe naufragar con los distintos géneros que el director le propone. Quizás Bruno Todeschini desentone un poco, pero más que por demérito suyo habría que atribuirlo al enorme acierto del resto del reparto.

Al final, el teatro dentro del teatro, y una bonita alegoría que, tal cual nos canta Peggy Lee, nada acaba si uno no quiere.
Chagolate con churros
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