Cuando tu vas a un festival de cine de terror a ver una película cuya sinopsis trata de una familia caníbal, automáticamente piensas en sangre, miembros descuartizados, situaciones extremas...en definitiva, un festín gore para saciar la sed de muchos que como yo disfrutamos de este maltratado género. Si encima, la película no viene de Hollywood sino de México, la cosa promete ya que eliminas de un plumazo todos los clichés y tópicos que acostumbramos a ver en el cine que viene del Norte de América, donde los litros de sangre que se vierten están milimétricamente contabilizados, no vaya a ser que se ofenda el personal.
Desgraciadamente a los pocos minutos de la proyección, uno se empieza a dar cuenta que en realidad estamos más ante una película sociológica sobre una familia desestructurada que ante un divertimento de sangre y acción. La muerte del padre y líder del clan supone un duro revés para el hijo mayor de la casa, que tendrá que hacerse cargo de llevar "comida" al resto de sus hermanos y a una madre totalmente posesiva y rematadamente loca, que humilla constantemente a su hijo. A partir de ahí, somos testigos de un estira y afloja de tensiones familiares, más propias de la telenovela de la tarde que no de una película que pretende despertar en el espectador un mínimo interés con respecto al tema supuestamente principal, que es el canibalismo, o por lo menos eso nos vendían en la promo.
En fin, por mi parte me pareció un soberbio aburrimiento, un fraude y una frustración total por esperarme algo que no era. Pero vamos, viendo la fría reacción del público, creo que muchos opinaron lo mismo.