Está claro que este debut en la dirección de Antonia San Juan tiene muchísimas limitaciones y defectos, y que la San Juan guionista es mucho mejor que la San Juan directora, que está más que discreta en esta última labor. Pero también tengo que admitir que me ha sorprendido porque mi expectativa era menor y al menos no me ha aburrido. Y porque hay momentos y detalles que me han gustado.

Uno de los grandes defectos es que es muy discursiva: la San Juan ha querido decir tantas cosas sobre su visión de la sociedad, la familia, la homosexualidad, las convenciones e hipocresía social, el papel de las mujeres en la sociedad, etc... que se ha pasado porque quedan en plan mitin, y aunque bastantes de estas ideas y reflexiones me gusten, no acaban de funcionar del todo por el tono pontificador con la están dichas y tratadas, o porque no te las crees en boca de ciertos personajes, sonando muy forzado. Pero aún así, está bien que las haya metido. El problema, como digo, es la manera en que ha decidido plantear esas ideas y reflexiones.

La puesta en escena, como apuntaba antes, es algo descuidada y torpe, de principiante total, a pesar de que Antonia San Juan ha dirigido cortometrajes antes.

Pero la sensación final, a pesar de todo lo dicho, no es del todo negativa ya que la propuesta tiene en general cierto interés y encanto. Y el guión, aún con sus limitaciones, tiene su punto, con situaciones entre algunos de los personajes muy curiosas, por la estructura que plantea la película en cuanto a sus encuentros y relaciones a lo largo de una jornada.