El padrino nace de una interesante - y astuta -  operación: abordar una historia de gánsters como un drama shakespeariano. Las familias mafiosas neoyorquinas son reinos en El padrino, y un tema fundamental en cualquier monarquía es el de la sucesión, que Shakespeare abordó frecuentemente (El rey Lear, Ricardo III). También sucede esto en El padrino. Vito Corleone duda entre sus hijos. El mayor, Santino, es impulsivo y violento y el segundo, Fredo, pusilánime. El benjamín, Michael, inteligente y estudioso, no entraba en los planes de su padre, pero el chico se implicará más de lo que hubiera querido en los asuntos de su familia a partir de una guerra con una familia rival. Francis Ford Coppola aporta un adecuado tratamiento solemne, consiguiendo grandes momentos de cine al combinar con talento el intimismo con la espectacularidad. Mención aparte merece Marlon Brando: es tanto el carisma que imprime a su Vito Corleone, que este - un breve papel - se convirtió en un icono del cine.