Peter es propietario de un gimnasio que trata a sus empleados y clientes más como su propia familia que como el director de un negocio. No les va a cobrar mensualidades a sus clientes, si no pueden pagar. Esta manera de trabajar hace que entre en bancarrota, lo que es aprovechado por su rival White, otro propietario de gimnasio, pero completamente lo opuesto que Peter, para sacarle del negocio. Para salvar el negocio necesitan 50.000 dólares y el premio al campeón de balón prisionero parece ser la única manera de reunirlo a tiempo.
Lo que primero sorprende en esta comedia es que Ben Stiller no hace de protagonista. Ese sitio se lo deja a Vince Vaughn, el cual no da la talla. Seamos sinceros, es muy soso. Apagado y sin brillo son otros calificativos que me vienen a la cabeza cuando pienso en él, y no ayuda nada cuando Ben aparece en pantalla, pues su actuación tan sobrecargada, aun empeora la impresión que genera Vince.
El guión de esta comedia es como el de tantas otras donde se reúne a un grupo de gente que no tiene futuro en la vida y se les da un objetivo que parece imposible de alcanzar. Lo hemos visto incontables veces, pero al menos se agradece que traten de sorprendernos con inesperados cambios de rumbo en los hechos. De todas formas solo funciona la historia a ratos.
En general yo salvaría la película por Ben Stiller que en su papel, consigue que te rías de él mismo y hacer que pases un buen rato, sin nadie más en pantalla. Y porque consiguen reunir a un grupo de gente lo suficiente patéticos e inadaptados para que los demás que vamos a ver la película parezcamos normales.