Darren Aronofsky (La fuente de la vida, Pi, Requiem por un sueño) realiza su cuarto largometraje mostrándonos esta vez una historia más comprensible y sencilla para el público general, ofreciéndonos la visión de ese pedacito de sociedad que muchas personas no ven, o no quieren ver.

La historia nos muestra a Randy Robinson (Mickey Rourke), un luchador profesional de Wrestling* de los años 80 apodado “The Ram” que llegó a la cumbre. Han pasado 20 años y Randy sobrevive como puede, además de como empleado de un supermercado en el que trabaja bastantes horas, en combates semi-profesionales que le van ofreciendo para ir ganando algo de dinero para pagar las deudas que tiene; entre ellas la de pagar una caravana. Por las noches visita un club de striptease que suele frecuentar, en el que precisamente conoce a una stripper llamada Cassidy (Marisa Tomei) con la que establecerá una peculiar relación. Los combates siguen siendo para Randy una forma de vida que no desea abandonar por nada del mundo, hasta que un día sucede algo y se replantea si merece la pena seguir viviendo esta vida.

El reparto que se nos ofrece es bastante bueno, teniendo como aliciente principal a Mickey Rourke el cual realiza un papel que le va como anillo al dedo y me parece un buen actor. Me cuesta no acordarme de su actuación en Sin City, que me pareció notable. En el luchador, encarna muy bien el estereotipo de persona desarraigada, sola, abandonada que lo ha perdido todo después de llegar a lo más alto y sin duda con una voluntad de hierro. Marisa Tomei será la encargada de hacer que nuestro protagonista se sienta enamorado pero que a su vez sepa mantener esa línea fina que separa la vida sentimental de la laboral. El personaje encarnado por Marisa Tomei que se encuentra en una situación no tan distinta de lo que parece a la de nuestro protagonista.

Buena fotografía de Maryse Alberti que nos mostrará de forma impactante algunas escenas que más de una vez me han hecho cerrar los ojos por el asco que me producían varias de ellas. Varias escenas de sexo que no están nada mal y donde se luce Marisa Tomei. Hay diversas escenas en las que veremos al protagonista desde una perspectiva de cámara que le sigue desde detrás suya mostrando planos de su espalda. Casualmente este estilo se utilizó para una película realizada por Gus Van Sant títulada Elephant.

La banda sonora corre a cargo de Clint Mansell, habitual colaborador de Arnofsky, se adapta a la perfección creando ese suspense y melancolía que tan bien se le da al compositor de excelentes bandas sonoras de películas como La fuente de la vida, Moon y Pi entre otras.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)