Subiela aborda en su última realización uno de sus temas favoritos: el amor, sus
desgastes y renovaciones. Esta vez lo hace desde la perspectiva de la comedia y su flexible variedad de tonos. Desde el mismo título con la enfática palabra "corazón", las sentencias fáciles de recordar, las inesperadas irrupciones de lo onírico y los devaneos con el psicoanálisis, además de una dosis considerable de romanticismo algo edulcorado que no pierde de vista cierta contingencia filosófica, la película lleva todas las marcas de estilo que caracterizan a este director oscilante entre realizaciones de la profundidad de "Hombre mirando al sudeste" y, sobre todo, "últimas imágenes del naufragio", hasta experiencias mucho menos recordables.
El resultado general emociona y divierte, circulando por momentos románticos, humorísticos y melodramáticos. Como para reírse y disfrutarla con un regusto amargo.