La historia de este film nació de una idea de Pablo Solarz (el guionista de "Historias mínimas", de Carlos Sorín) y habla de un hombre y una mujer que nunca hubieran imaginado ser tal para cual, pero que se enamoran más allá de sus diferencias.

Existe en Taratutto una capacidad para narrar con humor lo que de otro modo sería deprimente. Esta película podría ser contada como un drama pero elige apoyarse en un humor melancólico que deja intersticios para la emoción.

Interesado en trabajar desprejuiciadamente la psicología masculina, los presupuestos machistas y sus modos de disfrazar lo que en el fondo es debilidad y soledad, el director sabe transitar por delicadas zonas de riesgo, por momentos al borde de lo esperpéntico, aunque no menos que los chistes argentinos que circulan con vida propia en pasillos y sobremesas.

La película tiene agilidad desde el montaje y mucha frescura, una espontaneidad dada también por las buenas actuaciones de la dupla Peretti y Peleritti, siendo muy pintorescos también los personajes secundarios.

Para Taratutto el placer y la identificación con el espectador son esenciales. En consecuencia, tiende a desenvolverse en medio de temáticas cotidianas que no resultan muy interesantes para críticos ni festivales, pero que entretienen, emocionan y dan espacio a la reflexión.